Mascarilla mortuoria del Sabio Vargas, detalles de la estatua y una ventana
característica
Eran aquellos tempranos días...
Doctor Rafael Muci-Mendoza
Siempre que paso frente a tu estatua en el patio central del Hospital Vargas
de Caracas -rodeado de perros, sí, de perros somnolientos-, desde donde
atento e impertérrito oteas a los pasantes con sus atadijos de tristeza y
dolor por situaciones de enfermedad no resueltas, que se potencian al son de
la indiferencia y al paso firme de la irresponsabilidad negligente hasta
llegar a convertirse en insolubles, sientes comprensible lástima y
conmiseración, repugnancia y rabia. Tragedias vitales que miras y que a
ninguno parece importarle, ni a los interesados en curarse porque han
perdido la esperanza, ni a los responsables de su sanación porque nos hemos
envilecido, siendo que derecho a la salud no hay, sólo migajas interesadas
para paliar segundos de hambre crónica de justicia.
Esta mañana siento tu llamado, me detengo en seco y giro la cabeza, te
diriges a mí en tono sobrio y severo:
-¨La pobreza y el dolor se están acabando en el país porque se están
muriendo los pobres¨; ¿Se te olvidó que hoy, 10 de marzo, es el día de mi
cumpleaños y en mi memoria se decretó en esta fecha el Día del Médico
Venezolano? ¿Es que has olvidado acaso tu juramento, ese que pronunciaste
henchido de orgullo una tarde benevolente en el Aula Magna bajo las nubes
acústicas de Calder...? -pareces decirme-
Desde tu altura y con dolor, has visto y percibido vulgaridades nunca oídas
ni espectáculos nunca vistos como el que algunos estudiantes de medicina
influenciados por el licor treparan hasta tu figura para hacerse fotos de
fin de curso, resquebrajando lo que el paso de 122 años ni siquiera pudo
hacer; o el que desenfrenados camilleros transporten con irrespeto y en
destartaladas camillas a enfermos como si fueran fardos de basura; o a
jóvenes mujeres, estudiantes de medicina, expresándose a viva voz en un
léxico de germanía que vociferan con un orgullo que envidiaría cualquier
¨pran¨ carcelario, transformando en plebeyo lo que debería ser noble; o la
militarización innecesaria de nuestro centro de trabajo para acostumbrarnos
de a poquito a la bota opresora y recordarnos que debemos callar; o el
desapego hecho costumbre, y el mal hacer hecho vicio ... Todo ello un
espectáculo de retrogradación espeluznante.
¿Qué podría yo responder viendo como se ha entronizado la traición en la
Facultad de Medicina de la UCV como forma de ser y hacer, regalándose a
ideologías foráneas destructivas de lo bueno para sólo propender a lo peor,
despedazando prelaciones que únicamente favorecen la consecución de un mal
médico, de un peor especialista, de un médico con el cual nunca quisiéramos
topar nosotros, nuestros hijos o nuestros nietos en ocasión de una situación
de minusvalía orgánica; muy probable también que los capitostes del régimen
tampoco... Para ellos existe el recurso de la medicina privada o viajes al
exterior en pos de salud del cuerpo que no del alma envilecida...
José María Vargas, Padre de la Medicina Venezolana y reformador de los
estudios médicos (1786-1854)
-¨¡No me vengas con eso! -me reclama- Parece que debo recordarte lo que por
tantas veces recordado casi que se transforma en lugar común..., mi
conversación con el capitán Pedro Carujo:
-¨Señor doctor: queremos saber si usted abdica o no¨.
Yo repliqué:
-¨No señor, la autoridad que la nación me ha confiado no es renunciable sino
ante el Congreso¨
Carujo me repuso:
-¨El triunfo de la revolución, ya consumado, pone fin a toda autoridad
anterior¨.
Y yo contesté:
-¨El hecho no es derecho¨.
Como a los cinco minutos, poniéndose Carujo de pie, terminó diciendo en alta
voz,
-¨Señor doctor: el mundo es de los valientes¨.
A lo que yo contesté en firme tono,
-¨Señor Carujo: el mundo no descansa sino sobre la justicia y la honradez¨.
Y así fue como en medio de aquél tumulto y voces estentóreas, con coraje y
determinación, Vargas con admirable serenidad ofrecía su pecho a las balas.
Eran verdaderas sus palabras, entonces y ahora, tan solo una invitación a
hacer lo que nos ha tocado en suerte, lo que debemos hacer sin temores ni
hipocresías.
Eran aquellos tempranos días de nuestra adolescencia, cuando tímidos y
temerosos, pero orgullosos de nuestra suerte, nos aproximábamos al saber de
nuestros maestros y de aquellos que habían sido sus maestros desde helénicas
mañanas en que se acrisolaba la medicina científico-natural, forma de hacer
que devino en la nuestra, a la cual no era extraña que los humanos somos
mezcla de soma, psiquis y mundo externo, y que dejó como corolario el que a
los médicos no puede sernos extraño todo lo que concierna al hombre enfermo:
su enfermedad y su subjetividad... Y muy especialmente al pobre paciente
hospitalario, tantas veces engañado en el antaño y ahora en el hogaño, y a
los destartalados recintos de nuestros hospitales mancillados por la codicia
y el negocio fácil de las remodelaciones inconclusas, mientras otras
naciones más sortarias tuvieron a costa nuestra centros médicos de
envidiable modernidad. Eran aquellos tempranos días en que mi hospital
innovaba, en que se nos insuflaban hálitos de superación, respeto y
compromiso, en que se nos invitaba a ser parte de aquella pléyade de médicos
insignes. Eran aquellos tempranos días...
-¨¡Suficiente...! Y para finalizar, ¿qué puedes decirme en tu favor...?
Maestro, padre Vargas, como médico venezolano no puedo menos que sentirme
avergonzado por una misión incumplida; no puedo sentirme patriota como tú,
cuando elementos extraños a nuestra medicina vernácula han invadido nuestras
querencias resquebrajando nuestras leyes y derechos sin que con poco o nada
los hayamos enfrentado, y con el aval de figurones del régimen, también
colegas, se lo hemos permitido y aupado; con talante colaboracionista, esos
herederos de tu misión, sin que sepamos qué los animó o qué los hizo
flaquear, han manchado el gentilicio universitario y enlodado la historia de
la medicina nacional, de la Facultad de Medicina y de nuestra Alma Mater...
¡Ojalá que en tu magnanimidad puedas perdonarnos!
En Caracas, el Día del Médico, domingo 10 de marzo de 2013.
Escrito con indignación...
Rafael Muci-Mendoza
¨Clínica fue la medicina al nacer y clínica será siempre.
De otro modo no sería medicina, porque la medicina clínica es eso.
Lo demás puede ser ciencia, pero no es medicina...¨
Ignacio Chávez (1897-1979)
Septuagésimo aniversario de la apertura del Hospital Vargas de Caracas,
orador doctor Francisco Montbrun; médicos venezolanos frente al Panteón
Nacional.
Este año 2014 tenemos los médicos venezolanos muy poco que celebrar y mucho
que echar de menos. Podemos decir con amargura que frente a nuestros ojos
indiferentes se ha perdido gran parte de la esencia vargasiana y razettiana.
Médicos venezolanos colaboracionistas han hecho de la pérdida de la
soberanía médica, una espantosa realidad. Seguimos sin embargo insistiendo,
aupando a las nuevas generaciones médicas que tomen la bandera de la
libertad y con nosotros, sus orgullosos profesores defiendan y recuperen la
dignidad perdida.
Con motivo del inicio del ¨Postgrado en Medicina General Integral¨ de la
novena cohorte y al año académico del ¨Programa Nacional de Formación de
Medicina Integral Comunitaria, se llevó a cabo un acto en el Teatro
Municipal de Caracas el pasado lunes 13 de enero de 2014 presidido por el
ministro del Poder Popular para la Salud, doctor Francisco Armada y con la
asistencia de los ministros para la Educación Universitaria, Ricardo
Menéndez y Héctor Rodríguez de Educación y Vicepresidente del Área Social.
Fue un día de tristeza y vergüenza...
Allí se pronunciaron algunas ingratas y despectivas frases, siempre con el
ánimo de desprestigiar y humillar al médico venezolano y de paso, ensalzar a
una multitud de ¨médicos¨ de nuevo cuño -¡6.285!-, de-formados en serie,
idénticos, sin evaluaciones rigurosas, salidos en una suerte de correa sin
fin de ensamblaje que el comunismo cubano ha implantado en el país en
connivencia con traidores a la patria, y constituido por jóvenes engañados,
con una muy pobre formación en ciencias básicas y sin capacidad para
realizar una historia clínica -anamnesis y examen clínico-, integrar una
epicrisis e instaurar un tratamiento, pues sólo estudiaron en frías
computadoras, posiblemente envenenadas de ideologías extrañas que nada
tienen que ver con nuestra idiosincrasia ni con el real ejercicio de la
medicina. De estos fueron escogidos 974 para hacer posgrado...
"Gracias al empeño de Hugo (Chávez) y Fidel (Castro)", llegaron a Venezuela
los médicos del Batallón 51 "formados para el socialismo". "En el tema de la
salud hemos avanzado muchísimo, sobre todo a nivel primario y en gran parte
es gracias al apoyo de los médicos cubanos que están en el país. Pero, en la
actualidad, no tenemos la capacidad de atender esa área con los médicos
venezolanos, ya que falta experiencia, experticia y capacidades técnicas"
(Héctor Rodríguez, Ministro de Educación). Estas imprudentes y ligeras
declaraciones no solo implican un juicio que descalifica a todos los médicos
venezolanos sino que también expresan un juicio de valor con un aval de 250
años contra las Universidades autónomas, encargadas de la formación de estos
profesionales. Con el inicio de estos posgrados, la mentira política y
mediática trasmuta en éxito el fracaso en salubridad que a su vez distraerá
el naufragio, diciendo que es comprensible porque pasa en todo el mundo.
Mientras eso ocurre, la historiografía mentirosa del poder insistirá en
fabricar una épica inexistente, un gigante con pies de barro, una esperanza
negada...
¨Médicos¨ con conocimientos y competencias clínicas rudimentarias, con
formación de enfermeros para ahora realizar posgrados... ¿Qué tipo de
posgrados?, ¿En qué áreas?, ¿De dónde sacaron los profesores que les
enseñarán?, ¿Dónde están los espacios y laboratorios para albergar a tantas
personas?, ¿Dónde están los hospitales adecuados para contener a estos
jóvenes y quién los supervisará?, ¿Dónde están los laboratorios? Pero lo que
sí sabemos es que allí está la pobresía, la ingenua carne de cañón para que
experimenten sus errores... De allí que el doctor José Félix Oletta hable de
¨intrusismo médico forzado¨, ¨cuando las instituciones hospitalarias,
cumpliendo las órdenes del MPPS, le ordenan a los MIC que ejerzan funciones
de especialistas para las que no están debidamente preparados ni reconocidos
y con ello, la práctica del intrusismo dentro del ejercicio médico¨.
En Caracas, el Día del Médico, lunes 10 de marzo de 2014.
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