A Cora Páez de Topel Capriles

A Cora Páez de Topel Capriles
A Cora Páez de Topel Capriles, gran amiga de Aziz Muci-Mendoza, él le recordaba al compositor de mediana edad Gustav von Aschenbach, protagonista de la película franco-italiana "Muerte en Venecia" (título original: Morte a Venezia) realizada en 1971 y dirigida por Luchino Visconti. Adaptación de la novela corta del mismo nombre del escritor alemán Thomas Mann.Se trata de una disquisición estético-filosófica sobre la pérdida de la juventud y la vida, encarnadas en el personaje de Tadzio, y el final de una era representada en la figura del protagonista.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Dos artistas venezolanos coinciden en que el país se ha convertido en un Campo de fuerza. El término que define a un territorio blanco de ataques y conflictos, da nombre a la colectiva que inaugura hoy en La Caja del Centro Cultural Chacao, con la obra de Oscar Molinari y Gabriela Gamboa.

La Venezuela que asusta

Óscar Molinari y Gabriela Gamboa inauguran "Campo de Fuerza" en La Caja.

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La instalación de Gabriela Gamboa concibe el hogar como celda (Oswer Díaz)
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JESSICA MORÓN |  EL UNIVERSAL
martes 11 de marzo de 2014 
Dos artistas venezolanos coinciden en que el país se ha convertido en un Campo de fuerza. El término que define a un territorio blanco de ataques y conflictos, da nombre a la colectiva que inaugura hoy en La Caja del Centro Cultural Chacao, con la obra de Oscar Molinari y Gabriela Gamboa.

El primero concibe una urbe violenta gobernada por la indiferencia. La segunda muestra una ciudad en la que sus habitantes se sienten extranjeros y hasta prisioneros en su propio país. Ambos creadores no pensaban siquiera compartir un mismo espacio. Tampoco exponer en estas fechas, la exhibición estaba pautada para septiembre del año pasado.

Pero la época se hace propicia. Sus planteamientos encajan en la realidad actual: "Venezuela es una belleza muerta, no puedes tener una vida normal, ajeno a lo que está pasando", dice Molinari, quien muestra en La Caja 1 una instalación compuesta por puertas, fotografías y videos.

El también cineasta y escritor introduce al espectador en una atmósfera turbia. Lo sumerge en un clima de terror, agresión y sobresalto al situarlo frente a las puertas que custodiaban algunas celdas del demolido Retén de Catia.

Estructuras que cobijan en un cuerpo de barrotes de hierro el rastro de una bala. Los restos de una vieja hamaca, aguardan amarrados a una ventana diminuta que daba a los cautivos un pedacito de aire del afuera, un insignificante contacto con la realidad.

El ganador del Oso de Oro en el Festival de Berlín (1970), conoce el encierro. A sus 20 años estuvo preso en el recinto, factor que le permite recrear con precisión la vida de un prisionero.

Dos producciones audiovisuales y dos series fotográficas evocan la indiferencia. En The dolls las imágenes de unos maniquíes aparecen en pantalla, intercaladas con episodios de la cotidianidad de un presidiario (peleas con arma blanca, el aislamiento). Las figuras de plástico también aparecen retratadas en el espacio. "Estas muñecas evocan la insensibilidad frente a esa realidad que acaba paralizando al país, desmoronándolo en pedazos. Una apatía que tiene su origen en la codicia. Un lugar plagado de ansiedad y sensaciones de espanto, como la que te embarga cuando sientes que se aproxima un motorizado", explica Molinari.

Otro video, Patio a Rimbaud escenifica el día a día en una cárcel venezolana. El creador, cámara en mano, recorre una cárcel caraqueña y rinde homenaje al poeta francés, autor de la obra Una temporada en el infierno. "Es una analogía que sirve para ventilar lo que vive un recluso", apunta el artista visual que distorsiona el audio de las voces para insistir en un entorno aterrador.

En la Caja 2, Gabriela Gamboa concibe el hogar como una celda. La creadora recurre a una serie de televisores de distintas épocas -situados entre algunas cortinas de plástico- que sintonizan los fragmentos de un paisaje, en ocasiones, irreconocible y distorsionado, pero que acaba convertido en una realidad cíclica. "No es un espacio que invita al espectador a sentirse cómodo, porque precisamente aborda esa dicotomía del día a día. Venezuela, un país de contrastes: el verdor de El Ávila, el azul de un cielo imponente, los colores de una guacamaya que pasa por tu ventana en la mañana... Pero a menos de una cuadra de tu casa está el conflicto. Esta es mi manera sutil de reflejar lo que sucede en mi país", concluye la artista.

Para Lorena González, la exposición surge como "un testimonio contemporáneo de un sendero potenciado incluso por la misma vicisitud que los silencia y que los ocupa en la redacción de contundentes sucesiones visuales. Allí, temáticas como la soledad, la muerte y la violencia son una buena parte de las tácticas que incrementan los alcances de una resonancia constante entre el contexto y la imagen para desembocar en un tránsito inexplicable entre realidad y ficción".

La investigadora Lorena González diría incluso que se trata de dos individuales que se unen bajo un mismo hilo conductor: "Esa conexión directa con la rotación de fluidos y con las tensiones opuestas que surgen en el desarrollo de necesidades contrarias que conviven en un mismo punto de encuentro", apunta la curadora de la muestra.

jmoron@eluniversal.com

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