AGOSTO 13, 2014
Elogio de las actitudes riesgosas…
Academia Nacional de Medicina. Boletin Virtual. Editorial. Agosto 2014
Elogio de las actitudes riesgosas…
¡Donde entra el sol no entra el médico!
Rafael Muci-Mendoza
Leo los periódicos desnudo y bajo el sol meridiano de los sábados y los
domingos. Bien que podría hacerlo en mi biblioteca, por la Internet, a
resguardo del sol y ahorrándome algunos bolívares ¨ique¨ fuertes. No es un
espectáculo muy edificante que digamos el verme desnudo. Graciela -única
sobreviviente de la jet-terapia que se dieron mis hijos y nietos aventándose
fuera del país- me mira, se sonríe con sorna y compasión como diciendo,
¡Pájaro embalsamao nunca se escapa! No me molesta, también me gusta reírme
de mí mismo, eleva mi ego y me hace más humano y más conforme. ¿Quién ha
visto viejo bonito? Me digo palmeándome yo mismo en el hombro… La fealdad
de la vejez es como la inflación, definitivamente subversiva -hay feos que
ofenden-, el gobierno la esconde, la edulcora, pero está allí y aunque con
el cabello pintado, el Bótox® y otros afeites, se le reconoce a la
distancia; además, quien va a querer el beso baboso de un viejo. Dice la
copla sexista:
Una vieja me dio un beso
que me tiene enmabitao:
los besos que dan las viejas
saben a cacho quemao.
El sol produce cáncer de piel. Eso lo sé. Suele ser visible, es extirpable y
puede ser curado en sus comienzos -me digo con fe franciscana-. Quizá el
melanoma maligno y el epitelioma espinocelular sean las grandes excepciones.
Para que ustedes reconozcan al rompe un melanoma, suele definirse con una
tríada: negro, feo y maligno. Por cierto, no sé por qué llamaban así a un
antiguo profesor mío de bioquímica: le sobraba melanina, se jactaba de su
intransigencia y no le pasaba nadie en los exámenes finales… También lo
sé, lo sé… no lo justifico, es una actitud riesgosa y no quiero que mis
lectores se contagien de mi irresponsabilidad. ¿Qué voy a hacer?, me gusta
tomar el sol. ¿Total? Dicen por ahí que los viejos no cogemos sino
resfriados, pulmonías y fracturas, y que no levantamos ni el polvo. Bueno yo
cojo… el sol. Leo el periódico con una cervecita a la diestra y un pote de
maníes: trotar cerca del mediodía, dicen que también produce deshidratación
y eso ¨ique¨ no es bueno para los riñones, pero aun así, me hace sentir
vivo. Por su parte, los maníes no siempre me complacen, también nos lo quitó
la involución chavista. ¡Porca miseria…!
El rosado apio de algunos de mis amigos y pacientes me horripila. Parece que
tuvieran cáncer terminal, anemia, consunción, insuficiencia renal o un
hipogonadismo verraco por un adenoma hipofisario grande, muy grande. En mi
infancia ese feo color cetrino tenía tufo a pendejeromia[1], sobreprotección
o masturbación: a ¨placer oculto¨ y reiterado. Al sufriente se le llamaba
¨pajizo¨ porque además sufría de retardo motor, es decir no jugaba al fútbol
o al básquet y ni siquiera corría en el recreo. Su lasitud le impedía
pararse de un sofá y hasta estudiar. ¡Hacerse la paja seca el cerebro! -nos
decían los mayores pelando los ojos y nos seguían hasta el baño en horas
inoportunas; por ello, en el julepe ¡ojo!, no había que jadear-. Nos hacían
mostrar la palma de la mano derecha a los diestros y la izquierda a los
zurdos: se aseguraba que allí tenía su guarida la huella delatora: se
formaba un surco profundo de tanto tocar el furruco[2] o se despellejaba la
piel de la palma. Habían pajizos de pajizos, uno de ellos, loco del cerebro,
de flux de kaki sucio, arrugado y descuidado al igual que un sombrero
destartalado con marcas de mareas de sudor, se paseaba tambaleante e ido por
Camoruco Viejo en mi Valencia del Rey natal, sacudiendo su mano derecha en
el aire como si tuviera el miembro viril, virtual, envuelto con ella. Los
muchachos le pusimos el mote de ¨Cuántas veces¨, y al conjuro de la frase
dicha en voz alta y a prudencial distancia, ¨¿¡Cuántas veces!?¨, siempre
respondía mirando al infinito, ¨¡un millón!¨, y seguía su camino errabundo y
batiendo la mano. Duda no nos quedaba que el desgraciado aquel había caído
en esa decadencia por artes del placer oculto, de esa polución final que nos
liberaba a los adolescentes de tensiones reprimidas. Nos daba miedo caer en
una situación semejante; claro está, por un ratico…
Las consecuencias del ¨pecado¨…
El tema de la masturbación ha sido conversación sotto voce y casi siempre en
un tono de broma en medios ilustrados y en conversaciones de mabiles de
bailar rucaneao o en patios de bola; no obstante, su historia ha reptado a
lo largo de los siglos debatiéndose entre el mito, el pecado, el crimen, la
lujuria y por supuesto el castigo. El erotismo no es exclusivo de los
humanos actuales, hace unos 40.000 años, los primeros homo sapiens que
llegaron a Europa, tenían ya un complejo comportamiento sexual del que
dejaron constancia en unos pocos grabados y pinturas rupestres,
convirtiéndolos en el primer Kama Sutra[3] de la humanidad. Entre las
civilizaciones precolombinas es difícil encontrar datos fehacientes sobre el
tema, pero por ciertas producciones artístico-ornamentales, como es el caso
de los “huacos eróticos del Perú”, se puede concluir que la masturbación era
tolerada. Un huaco es una pieza de cerámica de factura delicada y de
características estéticas notables, producida por culturas precolombinas de
los Andes centrales (época precolombina del Perú de 300 a.C.).
En los primeros siglos, el cristianismo consideraba a la fornicación uno los
más grandes pecados, y aunque se incluía todo tipo de actos sexuales se
hacía más hincapié en el bestialismo, la sodomía, las relaciones orales, la
masturbación, variar de postura a la hora de hacer el acto sexual, el
incesto y la homosexualidad femenina.
San Agustín de Hipona (354-430), el más ilustre de los Padres de la Iglesia
Latina, enseñaba que la masturbación o tocamientos “contactus partium
corporis” y otras formas de relaciones sin penetración, la masturbación o
tocamientos, eran pecados peores que la fornicación, la violación, el
incesto o el adulterio.
San Beda o Beda el Venerable (672-735), fue un monje benedictino que en el
monasterio de Saint Peter, un área metropolitana de Inglaterra, impuso en su
libro “Penitential”, siete años de penitencia para las mujeres que
fornicaran ayudadas de falos artificiales. Con la enorme variedad de
vibradores de nuestra época, casi todas las mujeres estarían presas, o mejor
¨privadas de libertad¨…
Santo Tomás de Aquino (1225-1274), encarna la época dorada de la escolástica
caracterizada por la construcción de grandes sistemas filosóficos,
majestuosas catedrales conceptuales elevadas hacia Dios y cuyos cimientos
arraigan en la terrenal filosofía aristotélica. En su “Summa Theologiae”,
cataloga como vicios, entre otras, conductas contra natura como la
masturbación, el bestialismo y la homosexualidad. Sin embargo, en siglo XIV,
el descenso de la población en toda Europa a causa de la Peste Negra, motivó
que la Iglesia endureciera su postura condenatoria respecto a las prácticas
sexuales, como el onanismo, que no conllevaran a la perpetuación de la
especie.
El término onanismo deriva de un personaje bíblico quizá de baja
importancia, Onan, que se casó con la esposa de su hermano muerto para
procrearle progenie. Sin embargo, si bien tuvo relaciones con su cuñada,
“derramaba a tierra”, evitando el dar descendencia a su hermano. Le pareció
mal a Yaveh lo que hacía y le procuró la muerte a él también (Génesis 9.10).
El crimen de Onan fue interrumpir el acto sexual antes de la eyaculación, lo
que el historiador francés Philippe Aries (1914-1984) llamó coitus
interruptus. Quizá pensarán ustedes que me equivoqué, ya que había dicho
onanismo es lo mismo que masturbación, pero no. La confusión comenzó en
1710, cuando Becker, sacerdote inglés, publicó Onania apoyado por la iglesia
en su campaña contra los actos sexuales sin reproducción, entre ellos la
masturbación y el pecado atroz de la autopolución.
Aunque parezca perturbador, es hecho cierto que la medicina posee un largo
historial de contubernios con el mito y con la magia, con el crimen y el
castigo, con el embuste y la invención, con la tortura y la intimidación…
En mi época y aún todavía, constituía gran dificultad hacer un diagnóstico
acertado de enfermedades sin aparente causa. Por tanto, se ejercía en
demasía el terrorismo médico por lo que cualquier matasanos podía hacer
afirmaciones absurdas y sin sentido acerca del origen de una ¨enfermedad¨ y
sugerir que su causa radicaba en lo más a la mano: los hábitos del enfermo.
Luego le prescribía horribles remedios como purgantes de aceite de castor o
lavativas humillantes para depurar el cuerpo, irritantes cataplasmas,
sangrías, ventosas y sinapismos.
Un médico suizo, Samuel Auguste David Tissot (1728-1797), escribió un libro
intitulado “Onanismo” o tratado sobre los desórdenes producidos por la
masturbación (1758). Su obra fue ampliamente difundida y tuvo mucha
aceptación. Escrita originalmente en francés, fue traducida a varios
idiomas, incluso al inglés, y tuvo 80 ediciones. Él no sólo le atribuyó a la
masturbación ser la causa de agotamiento, nerviosismo y locura, sino que
llegó a sostener que el daño físico y psíquico sobrevenía del daño moral y
el castigo divino consiguiente. No contento con tal desatino, llegó a
afirmar que la pérdida de una onza de semen por vía masturbatoria, era tan
debilitante como la pérdida de 40 onzas de sangre…
Ya en el siglo XIX, Benjamin Rush (1746-1813), en 1812, uno de los firmantes
de la “Declaración de Independencia Americana” y uno de los autores de obras
médicas más influyentes de su tiempo, afirmó que la masturbación “produce
debilidad seminal, impotencia, micción dolorosa, tabes dorsal, consunción
pulmonar, dispepsia, visión borrosa, vértigo, epilepsia, hipocondría,
fatuidad y muerte”.
John Harvey Kellogg (1852-1943), fue un médico estadounidense. Dirigió el
sanatorio de Battle Creek en el que empleó métodos holísticos, haciendo
particular énfasis en la nutrición, el ejercicio físico y el uso terapéutico
de enemas. Kellogg fue un firme partidario del vegetarianismo. En su libro
“Plain Facts”, de 1888, al crear los “Cereales Kellogg”, advertía a los
lectores que la masturbación era la más peligrosa de las conductas sexuales.
Según él, entre las causas de la masturbación se contaban: el ocio, las
pasiones sexuales anormales, la gula, el trabajo sedentario y los alimentos
excitantes e irritantes.
En 1885, Charles K. Mills (1845-1931), fue el primer médico que propuso la
circuncisión de los varones como cura para la masturbación. En la década de
los 90 se empezó ya a practicar la circuncisión neonatal en EEUU y Reino
Unido para prevenir el “vicio solitario”. En adición, a las niñas a las que
se les descubría consolándose, se les practicaba en ocasiones la extirpación
del clítoris. Esta técnica se abandonó bien entrada la década de 1930, pero
la circuncisión de los niños se sigue practicando hoy en día. A mediados del
siglo XIX, escribía en el New Orleans Medical and Surgical Journal: “Ninguna
plaga, ninguna guerra, ni la viruela, ni una multitud de males similares han
resultado más desastrosos para la humanidad que el hábito de la
masturbación: es el elemento destructor de la sociedad civilizada”…
Robert Lord Baden-Powell (1857-1941), nació en Londres, Reino Unido, fue
actor, pintor, músico, militar, escultor, escritor británico y fundador del
Movimiento Scout Mundial (Boy Scouts). Lo que él pensaba de la masturbación
se puede leerse en el manual del “Boy Scout” escrito durante la primera
mitad del siglo XX: “…la lectura de libros sucios o mirar fotografías
lascivas, llevan a los jóvenes irreflexivos a la tentación del auto-abuso.
Esto es algo muy peligroso para ellos porque si se torna en hábito, destruye
rápidamente la salud y el espíritu; su cuerpo y mente se debilitan y
frecuentemente, terminan en un asilo para enfermos mentales…”
Durante el siglo XIX hubo una preocupación obsesiva por la masturbación. La
edición del Warren´s Household Physician o ¨Guía Warren de Medicina Casera¨
de 1891, incluía un texto a propósito de lo que su autor designaba
¨autopolución u onanismo¨. Si se me permite, les transcribiré el relato que
calca en forma desgarradora lo que le pasó al pobre de ¨Cuantas veces¨ de mi
infancia:
· ¨Difícilmente existe otro vicio al que los niños y jóvenes, e
incluso niñas y jovencitas, sean tan adictos, y a causa del cual se echan a
perder tantas constituciones, como el vicio de la autopolución.
· Los síntomas (…) son muy numerosos (…): entre los principales se
cuentan los dolores de cabeza, el insomnio y la ansiedad nocturna, la
indolencia, la indisposición al estudio, la melancolía, el desánimo, los
olvidos frecuentes, la debilidad de la espalda y de las partes íntimas, la
falta de confianza en las propias capacidades, la cobardía, la incapacidad
de mirar a los ojos a los demás ¨.
No se mencionan los hallazgos físicos, los surcos en las palmas de las manos
o color pajizo de la cara, el descuido general, pero se advertía que la
masturbación o sexo solitario podía conducir a una enfermedad aún más grave:
las poluciones nocturnas o ¨espermatorrea¨, ominosa condición descrita en la
edición de 1889 de The People´s Common Sense Medical Avisor, o ¨Consejos
Médicos de Sentido Común¨, de un tal renombrado doctor Ray Vaughn Pierce,
que en adición, agrega otras perlas de sabiduría: impotencia, envejecimiento
prematuro, la temida ¨consunción¨ o tuberculosis -¿se tocaba tal vez
Marguerite Gautier?-, el mal de San Vito, epilepsia, parálisis,
debilitamiento cerebral, demencia y locura; ¨esta variante de la enfermedad
mental -agregaba nuestro héroe, el doctor Pierce, congresista
estadounidense-, rara vez se cura, y a menudo desemboca en el suicidio¨ (¿no
te lo dije ¨cuantas veces¨?). Para evitar este aterrorizante desenlace era
menester vestir ropa holgada y recibir ¨inyecciones diarias de agua helada
en el intestino grueso¨. Otros tratamientos en boga consistían en el consumo
de tónicos -¿píldoras de vida del doctor Ross?- y baños frecuentes en los
genitales con agua helada (¡otra vez con el agua helada!); se recomendaba
también evitar la soledad ¨durmiendo con algún amigo¨. El colega Pierce
dimitió su cargo en 1880 y se dedicó con sobrado éxito a fabricar unas
¨agradables píldoras purgantes¨ de su autoría y llamadas por supuesto, ¨del
doctor Pierce¨.
Sigmund Freud (1856-1939), en una serie de reuniones de la Sociedad
Psicoanalítica de Viena, de 1910-12, reconoció que la masturbación podía
tener efectos beneficiosos tales como aliviar el estrés y evitar las
enfermedades de transmisión sexual. Pero advertía que la masturbación podía
causar trastornos neuróticos, especialmente neurastenia, era capaz de
reducir la potencia sexual y tener efectos psíquicos negativos como: …“el
hecho de que la actividad masturbadora es idéntica a la preservación de la
condición infantil en todo sentido… Aquí reside el principal aspecto
negativo de la masturbación, porque con ella se crean las bases para una
psiconeurosis, que se instala cuando se agregan el conflicto y el
rechazo”…
Havelock Ellis (1859-1939), fue un sexólogo, médico y activista social
británico. En abril de 1879, había decidido dedicarse al estudio del sexo y
creía que lo podría conseguir mejor desde la perspectiva de la medicina. Le
debemos más que al conocimiento de la sexualidad humana el que no sólo
señaló que la masturbación era común en los hombres, sino que también se
trataba de una práctica habitual en las mujeres de todas las edades. Además
de señalar que el orgasmo múltiple era un fenómeno frecuente entre ellas.
Pero tiene en su contra haber creído y mantenido hasta una edad avanzada,
que la masturbación adulta era la causa de una de las formas de neurosis
conocidas por aquel entonces bajo el nombre de “neurastenia”, equivalente en
la actualidad a la llamada fibromialgia o fatiga crónica. Aunque no condenó
los programas de esterilización llevados a cabo por Hitler, sin embargo sus
libros fueron quemados
Alfred C. Kinsey (1894-1956), a fines de la década de 1940 y principios de
la de 1950, publicó los resultados de más de 15 años de investigaciones
sobre conducta sexual humana. Uno de los resultados más importantes de ese
trabajo fue contribuir a considerar la masturbación como algo normal y a
debilitar el estigma que la rodeaba. Las investigaciones de Kinsey revelaron
que eran más las personas que se habían masturbado que las que no lo habían
hecho. Entre 92 y 97% de los hombres entrevistados para su estudio de 1948,
“Conducta Sexual del Varón”, se habían masturbado. El 62% de las mujeres
entrevistadas para su estudio de 1953, “Conducta Sexual de la Mujer”, se
había masturbado y alcanzado el orgasmo. Aunque la masturbación estaba en
segundo lugar entre las prácticas sexuales, era más frecuente en las mujeres
casadas que solteras, y en algunas, la forma más frecuente de lograr el
orgasmo.
Los trabajos de Willianm Masters (1915-2001) y Virginia Johnson (1925-2013),
dieron comienzo a finales de 1956, y en 1966 publicaron el libro “Respuesta
Sexual Humana”. Este texto es considerado como el primer estudio serio y
científico de la anatomía y fisiología de la actividad sexual humana. Para
el estudio utilizaron cámaras aisladas, electrocardiógrafos,
electroencefalógrafos, análisis de laboratorio, etc. Filmaron y observaron
más de 10.000 actos sexuales en un grupo de 382 mujeres (de edades entre 18
y 70 años) y 312 hombres (de edades entre 21 y 89 años) con el fin de
describir de forma científica y objetiva los cambios físicos que se
producían durante la misma.
En las investigaciones de Masters y Johnson, de 1966, se encontró que varias
de las mujeres que participaron en experiencias sexuales en laboratorio,
describieron que los orgasmos provenientes de estímulos directos como la
masturbación, eran fisiológicamente más satisfactorios que el coito, aunque
este último, era más satisfactorio desde el punto de vista emocional.
Shere Hite (1942- ), nació en Saint Joseph, Missouri, Estados Unidos de
Norteamérica y es una sexóloga y feminista. Hite no tiene hijos y ha estado
casada desde 1985 con el concertista de piano alemán Friedrich Horicke, que
es 19 años menor que ella. Para ella,… “La masturbación es motivo de
celebración, pues es una vía sencillísima para alcanzar el orgasmo en la
mayoría de las mujeres”…
¿Cuáles son las noticias y las conclusiones del trabajo de esta autora?: La
noticia es que las mujeres han descubierto la masturbación; la mala noticia
es que siguen sintiéndose culpables; el punto G es una leyenda para
justificar el orgasmo durante el coito; el orgasmo femenino sin estimulación
del clítoris es difícil de lograr; el orgasmo por masturbación es más
intenso que el logrado por el coito; se puede estimular donde más le guste;
no tiene que estar pendiente de la respuesta del compañero; la pueden
realizar tantas veces que quieran, cuando quieran y como quieran.
En 1976 el Vaticano publicó el documento “Declaration on Certain Questions
Concerning Sexual Ethics”, en el que declaraba nuevamente que la
masturbación es “un trastorno intrínseco serio”. En 1983, publicó el
documento sobre la educación sexual “Orientaciones educativas sobre el amor
humano”, donde se asienta que: …“la masturbación es un grave desorden
moral… que aunque sólo Dios conoce la responsabilidad moral subjetiva de
cada acto, … de ningún modo se puede sostener que en el campo sexual no se
cometen pecados mortales”… Su posición de 1992 con la revisión del
“Catecismo de la Iglesia Católica”, además de seguir condenando a la
masturbación como un “desorden intrínseco serio”, la iglesia mostraba algo
más de flexibilidad moral que en los tiempos de Augustine, al sugerir que
daba cuenta de “inmadurez emocional, fuerza del hábito, un estado de
angustia u otros factores mentales o sociales que debilitan o extenúan la
culpa moral de un individuo”.
La posición de la ONU: el 1° de Diciembre de 1994, en una conferencia sobre
el SIDA bajo su patrocinio, la entonces Jefa del Cuerpo Comisionado del
Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos, doctora Joycelyn Elders,
dijo que tal vez la masturbación debería ser enseñada en las escuelas, como
una parte de los programas educativos escolares sobre sexualidad. Por estas
declaraciones, el presidente Bill Clinton le pidió que renunciara al cargo,
cosa a la que se resistió. Pero a causa de la pacatería y viniendo
precisamente de quien vino, el cazado in fraganti, finalmente, fue
cesanteada. La medicina moderna reconoce que la masturbación no produce
daños significativos a corto o largo plazo, y la considera una práctica
normal, incluso antiestresante y está demostrado científicamente que es un
acto natural sin efectos negativos.
Perdónenme, no puedo deslastrarme de mis atavismos sexuales… Todavía en el
tráfico y con alguna frecuencia se escucha: ¡muévete pajúo…!, dirigido a
aquellos que parecen adormecidos o distraídos en medio del tráfago. Yo me
sumo al coro cuando le veo la cara pálida al (la) interfecto(a), pero no
puedo confirmar mi diagnóstico al no poder observarle la palma de su mano o
la punta del dedo índice…
Colofón (2)Colofón
Los conceptos y mitos han ido cambiando al son de los tiempos; muchos seres
humanos llegaron a sufrir martirios inenarrables y apartamiento por
conductas que hoy en día nos parecen perfectamente legítimas y normales. Si
a algunos les parece inapropiado este, mi editorial, es porque todavía
parecemos no querer enfrentar sin tapujos los fantasmas de nuestra infancia,
los dolores de crecimiento de nuestras adolescencias y aún más, aunque
seamos médicos, los tabúes de la adultez, la madurez y la senescencia aún
nos persiguen.
Desde que somos jóvenes la masturbación ha sido la primera forma de
expresión que tiene nuestra sexualidad y aún en el envejecer y en la soledad
vital también suele ser la última. La masturbación es la forma en la que el
individuo se identifica como ser sexual que es, aprendiendo por sí solo a
calmar sus tensiones sexuales. Parece mentira que en pleno siglo XXI, cuando
en teoría, muchos de nosotros -aún los profesionales- hemos desarrollado una
mente amplia en lo que se refiere a nuestra sexualidad, seguimos encontrando
tantos prejuicios e ideas erróneas especialmente con respecto a la
masturbación femenina, aunque en el lado masculino hay ciertas ventajas
deparadas especialmente de la justificación machista.
La masturbación tiene muchos beneficios: relaja, es una forma de liberar
tensiones, gozar, experimentar con el propio cuerpo, y supone un buen
entrenamiento a la hora de conocer la forma de obtener placer y orgasmos. La
masturbación, tanto femenina como masculina, en muchos casos, resulta
beneficiosa para la vida erótica en pareja, ya que permite conocer el propio
cuerpo y saber cómo obtener orgasmos y placer.
Miren pues adonde me trajo mi pequeño placer del fin de semana: Tomar el
sol. Es un ínfimo deleite que no estoy dispuesto a abandonar; un placer que
me roba los días nublados. En este mismo momento veo el cielo y atisbo una
nube gris que se acerca rauda desde el sur; casi que puedo ver las gotitas
condensadas dispuestas a arruinar mi mañana; cambia rápidamente de forma,
hasta parecen dibujarse en ella figuras fantasmagóricas amenazantes, se
aposenta sobre mi cabeza, me tapa el sol, todo se entristece; caen gotas
frías; tal parece que tengo que irme para adentro…
Leer el periódico dentro la casa, para mí…, ahora carece de sentido.
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/7/79/Anti-masturbation_devices
.jpgmasturbation
rafaelmuci@gmail.com, rafael.muci.mendoza.tumblr@gmail.com
#drmucimendoza, #academianacionaldemedicina, #medicovenezolano
[1] La palabra ¨pendejeromia¨, no existe en ningún diccionario de
venezolanismos, la empleo con la connotación de productora de lasitud,
estupidez, dejadez, falta de sentido o inteligencia
[2] Instrumento musical de percusión hecho de madera en forma de barrilito,
con una membrana de cuero atravesada por un palo que asido por una mano que
al subirla y bajarla produce un ruido sordo; era acompañante indispensable
de las parrandas de la Navidad.
[3] El Kama Sutra es un antiguo texto hindú que trata sobre el
comportamiento sexual humano. Define el sexo como una “unión divina”.
Vatsyayana creía que el sexo por sí mismo no era algo “malo”, pero
practicarlo de manera frívola sí era pecaminoso. El Kama Sutra ha ayudado a
muchas personas a disfrutar del arte del sexo a un nivel más profundo, y
puede considerarse una guía técnica para el disfrute sexual, así como un
esbozo de las prácticas sexuales en la India durante esa época.
Academia Nacional de Medicina. Boletin Virtual. Editorial. Agosto 2014
Elogio de las actitudes riesgosas…
¡Donde entra el sol no entra el médico!
Rafael Muci-Mendoza
Leo los periódicos desnudo y bajo el sol meridiano de los sábados y los
domingos. Bien que podría hacerlo en mi biblioteca, por la Internet, a
resguardo del sol y ahorrándome algunos bolívares ¨ique¨ fuertes. No es un
espectáculo muy edificante que digamos el verme desnudo. Graciela -única
sobreviviente de la jet-terapia que se dieron mis hijos y nietos aventándose
fuera del país- me mira, se sonríe con sorna y compasión como diciendo,
¡Pájaro embalsamao nunca se escapa! No me molesta, también me gusta reírme
de mí mismo, eleva mi ego y me hace más humano y más conforme. ¿Quién ha
visto viejo bonito? Me digo palmeándome yo mismo en el hombro… La fealdad
de la vejez es como la inflación, definitivamente subversiva -hay feos que
ofenden-, el gobierno la esconde, la edulcora, pero está allí y aunque con
el cabello pintado, el Bótox® y otros afeites, se le reconoce a la
distancia; además, quien va a querer el beso baboso de un viejo. Dice la
copla sexista:
Una vieja me dio un beso
que me tiene enmabitao:
los besos que dan las viejas
saben a cacho quemao.
El sol produce cáncer de piel. Eso lo sé. Suele ser visible, es extirpable y
puede ser curado en sus comienzos -me digo con fe franciscana-. Quizá el
melanoma maligno y el epitelioma espinocelular sean las grandes excepciones.
Para que ustedes reconozcan al rompe un melanoma, suele definirse con una
tríada: negro, feo y maligno. Por cierto, no sé por qué llamaban así a un
antiguo profesor mío de bioquímica: le sobraba melanina, se jactaba de su
intransigencia y no le pasaba nadie en los exámenes finales… También lo
sé, lo sé… no lo justifico, es una actitud riesgosa y no quiero que mis
lectores se contagien de mi irresponsabilidad. ¿Qué voy a hacer?, me gusta
tomar el sol. ¿Total? Dicen por ahí que los viejos no cogemos sino
resfriados, pulmonías y fracturas, y que no levantamos ni el polvo. Bueno yo
cojo… el sol. Leo el periódico con una cervecita a la diestra y un pote de
maníes: trotar cerca del mediodía, dicen que también produce deshidratación
y eso ¨ique¨ no es bueno para los riñones, pero aun así, me hace sentir
vivo. Por su parte, los maníes no siempre me complacen, también nos lo quitó
la involución chavista. ¡Porca miseria…!
El rosado apio de algunos de mis amigos y pacientes me horripila. Parece que
tuvieran cáncer terminal, anemia, consunción, insuficiencia renal o un
hipogonadismo verraco por un adenoma hipofisario grande, muy grande. En mi
infancia ese feo color cetrino tenía tufo a pendejeromia[1], sobreprotección
o masturbación: a ¨placer oculto¨ y reiterado. Al sufriente se le llamaba
¨pajizo¨ porque además sufría de retardo motor, es decir no jugaba al fútbol
o al básquet y ni siquiera corría en el recreo. Su lasitud le impedía
pararse de un sofá y hasta estudiar. ¡Hacerse la paja seca el cerebro! -nos
decían los mayores pelando los ojos y nos seguían hasta el baño en horas
inoportunas; por ello, en el julepe ¡ojo!, no había que jadear-. Nos hacían
mostrar la palma de la mano derecha a los diestros y la izquierda a los
zurdos: se aseguraba que allí tenía su guarida la huella delatora: se
formaba un surco profundo de tanto tocar el furruco[2] o se despellejaba la
piel de la palma. Habían pajizos de pajizos, uno de ellos, loco del cerebro,
de flux de kaki sucio, arrugado y descuidado al igual que un sombrero
destartalado con marcas de mareas de sudor, se paseaba tambaleante e ido por
Camoruco Viejo en mi Valencia del Rey natal, sacudiendo su mano derecha en
el aire como si tuviera el miembro viril, virtual, envuelto con ella. Los
muchachos le pusimos el mote de ¨Cuántas veces¨, y al conjuro de la frase
dicha en voz alta y a prudencial distancia, ¨¿¡Cuántas veces!?¨, siempre
respondía mirando al infinito, ¨¡un millón!¨, y seguía su camino errabundo y
batiendo la mano. Duda no nos quedaba que el desgraciado aquel había caído
en esa decadencia por artes del placer oculto, de esa polución final que nos
liberaba a los adolescentes de tensiones reprimidas. Nos daba miedo caer en
una situación semejante; claro está, por un ratico…
Las consecuencias del ¨pecado¨…
El tema de la masturbación ha sido conversación sotto voce y casi siempre en
un tono de broma en medios ilustrados y en conversaciones de mabiles de
bailar rucaneao o en patios de bola; no obstante, su historia ha reptado a
lo largo de los siglos debatiéndose entre el mito, el pecado, el crimen, la
lujuria y por supuesto el castigo. El erotismo no es exclusivo de los
humanos actuales, hace unos 40.000 años, los primeros homo sapiens que
llegaron a Europa, tenían ya un complejo comportamiento sexual del que
dejaron constancia en unos pocos grabados y pinturas rupestres,
convirtiéndolos en el primer Kama Sutra[3] de la humanidad. Entre las
civilizaciones precolombinas es difícil encontrar datos fehacientes sobre el
tema, pero por ciertas producciones artístico-ornamentales, como es el caso
de los “huacos eróticos del Perú”, se puede concluir que la masturbación era
tolerada. Un huaco es una pieza de cerámica de factura delicada y de
características estéticas notables, producida por culturas precolombinas de
los Andes centrales (época precolombina del Perú de 300 a.C.).
En los primeros siglos, el cristianismo consideraba a la fornicación uno los
más grandes pecados, y aunque se incluía todo tipo de actos sexuales se
hacía más hincapié en el bestialismo, la sodomía, las relaciones orales, la
masturbación, variar de postura a la hora de hacer el acto sexual, el
incesto y la homosexualidad femenina.
San Agustín de Hipona (354-430), el más ilustre de los Padres de la Iglesia
Latina, enseñaba que la masturbación o tocamientos “contactus partium
corporis” y otras formas de relaciones sin penetración, la masturbación o
tocamientos, eran pecados peores que la fornicación, la violación, el
incesto o el adulterio.
San Beda o Beda el Venerable (672-735), fue un monje benedictino que en el
monasterio de Saint Peter, un área metropolitana de Inglaterra, impuso en su
libro “Penitential”, siete años de penitencia para las mujeres que
fornicaran ayudadas de falos artificiales. Con la enorme variedad de
vibradores de nuestra época, casi todas las mujeres estarían presas, o mejor
¨privadas de libertad¨…
Santo Tomás de Aquino (1225-1274), encarna la época dorada de la escolástica
caracterizada por la construcción de grandes sistemas filosóficos,
majestuosas catedrales conceptuales elevadas hacia Dios y cuyos cimientos
arraigan en la terrenal filosofía aristotélica. En su “Summa Theologiae”,
cataloga como vicios, entre otras, conductas contra natura como la
masturbación, el bestialismo y la homosexualidad. Sin embargo, en siglo XIV,
el descenso de la población en toda Europa a causa de la Peste Negra, motivó
que la Iglesia endureciera su postura condenatoria respecto a las prácticas
sexuales, como el onanismo, que no conllevaran a la perpetuación de la
especie.
El término onanismo deriva de un personaje bíblico quizá de baja
importancia, Onan, que se casó con la esposa de su hermano muerto para
procrearle progenie. Sin embargo, si bien tuvo relaciones con su cuñada,
“derramaba a tierra”, evitando el dar descendencia a su hermano. Le pareció
mal a Yaveh lo que hacía y le procuró la muerte a él también (Génesis 9.10).
El crimen de Onan fue interrumpir el acto sexual antes de la eyaculación, lo
que el historiador francés Philippe Aries (1914-1984) llamó coitus
interruptus. Quizá pensarán ustedes que me equivoqué, ya que había dicho
onanismo es lo mismo que masturbación, pero no. La confusión comenzó en
1710, cuando Becker, sacerdote inglés, publicó Onania apoyado por la iglesia
en su campaña contra los actos sexuales sin reproducción, entre ellos la
masturbación y el pecado atroz de la autopolución.
Aunque parezca perturbador, es hecho cierto que la medicina posee un largo
historial de contubernios con el mito y con la magia, con el crimen y el
castigo, con el embuste y la invención, con la tortura y la intimidación…
En mi época y aún todavía, constituía gran dificultad hacer un diagnóstico
acertado de enfermedades sin aparente causa. Por tanto, se ejercía en
demasía el terrorismo médico por lo que cualquier matasanos podía hacer
afirmaciones absurdas y sin sentido acerca del origen de una ¨enfermedad¨ y
sugerir que su causa radicaba en lo más a la mano: los hábitos del enfermo.
Luego le prescribía horribles remedios como purgantes de aceite de castor o
lavativas humillantes para depurar el cuerpo, irritantes cataplasmas,
sangrías, ventosas y sinapismos.
Un médico suizo, Samuel Auguste David Tissot (1728-1797), escribió un libro
intitulado “Onanismo” o tratado sobre los desórdenes producidos por la
masturbación (1758). Su obra fue ampliamente difundida y tuvo mucha
aceptación. Escrita originalmente en francés, fue traducida a varios
idiomas, incluso al inglés, y tuvo 80 ediciones. Él no sólo le atribuyó a la
masturbación ser la causa de agotamiento, nerviosismo y locura, sino que
llegó a sostener que el daño físico y psíquico sobrevenía del daño moral y
el castigo divino consiguiente. No contento con tal desatino, llegó a
afirmar que la pérdida de una onza de semen por vía masturbatoria, era tan
debilitante como la pérdida de 40 onzas de sangre…
Ya en el siglo XIX, Benjamin Rush (1746-1813), en 1812, uno de los firmantes
de la “Declaración de Independencia Americana” y uno de los autores de obras
médicas más influyentes de su tiempo, afirmó que la masturbación “produce
debilidad seminal, impotencia, micción dolorosa, tabes dorsal, consunción
pulmonar, dispepsia, visión borrosa, vértigo, epilepsia, hipocondría,
fatuidad y muerte”.
John Harvey Kellogg (1852-1943), fue un médico estadounidense. Dirigió el
sanatorio de Battle Creek en el que empleó métodos holísticos, haciendo
particular énfasis en la nutrición, el ejercicio físico y el uso terapéutico
de enemas. Kellogg fue un firme partidario del vegetarianismo. En su libro
“Plain Facts”, de 1888, al crear los “Cereales Kellogg”, advertía a los
lectores que la masturbación era la más peligrosa de las conductas sexuales.
Según él, entre las causas de la masturbación se contaban: el ocio, las
pasiones sexuales anormales, la gula, el trabajo sedentario y los alimentos
excitantes e irritantes.
En 1885, Charles K. Mills (1845-1931), fue el primer médico que propuso la
circuncisión de los varones como cura para la masturbación. En la década de
los 90 se empezó ya a practicar la circuncisión neonatal en EEUU y Reino
Unido para prevenir el “vicio solitario”. En adición, a las niñas a las que
se les descubría consolándose, se les practicaba en ocasiones la extirpación
del clítoris. Esta técnica se abandonó bien entrada la década de 1930, pero
la circuncisión de los niños se sigue practicando hoy en día. A mediados del
siglo XIX, escribía en el New Orleans Medical and Surgical Journal: “Ninguna
plaga, ninguna guerra, ni la viruela, ni una multitud de males similares han
resultado más desastrosos para la humanidad que el hábito de la
masturbación: es el elemento destructor de la sociedad civilizada”…
Robert Lord Baden-Powell (1857-1941), nació en Londres, Reino Unido, fue
actor, pintor, músico, militar, escultor, escritor británico y fundador del
Movimiento Scout Mundial (Boy Scouts). Lo que él pensaba de la masturbación
se puede leerse en el manual del “Boy Scout” escrito durante la primera
mitad del siglo XX: “…la lectura de libros sucios o mirar fotografías
lascivas, llevan a los jóvenes irreflexivos a la tentación del auto-abuso.
Esto es algo muy peligroso para ellos porque si se torna en hábito, destruye
rápidamente la salud y el espíritu; su cuerpo y mente se debilitan y
frecuentemente, terminan en un asilo para enfermos mentales…”
Durante el siglo XIX hubo una preocupación obsesiva por la masturbación. La
edición del Warren´s Household Physician o ¨Guía Warren de Medicina Casera¨
de 1891, incluía un texto a propósito de lo que su autor designaba
¨autopolución u onanismo¨. Si se me permite, les transcribiré el relato que
calca en forma desgarradora lo que le pasó al pobre de ¨Cuantas veces¨ de mi
infancia:
· ¨Difícilmente existe otro vicio al que los niños y jóvenes, e
incluso niñas y jovencitas, sean tan adictos, y a causa del cual se echan a
perder tantas constituciones, como el vicio de la autopolución.
· Los síntomas (…) son muy numerosos (…): entre los principales se
cuentan los dolores de cabeza, el insomnio y la ansiedad nocturna, la
indolencia, la indisposición al estudio, la melancolía, el desánimo, los
olvidos frecuentes, la debilidad de la espalda y de las partes íntimas, la
falta de confianza en las propias capacidades, la cobardía, la incapacidad
de mirar a los ojos a los demás ¨.
No se mencionan los hallazgos físicos, los surcos en las palmas de las manos
o color pajizo de la cara, el descuido general, pero se advertía que la
masturbación o sexo solitario podía conducir a una enfermedad aún más grave:
las poluciones nocturnas o ¨espermatorrea¨, ominosa condición descrita en la
edición de 1889 de The People´s Common Sense Medical Avisor, o ¨Consejos
Médicos de Sentido Común¨, de un tal renombrado doctor Ray Vaughn Pierce,
que en adición, agrega otras perlas de sabiduría: impotencia, envejecimiento
prematuro, la temida ¨consunción¨ o tuberculosis -¿se tocaba tal vez
Marguerite Gautier?-, el mal de San Vito, epilepsia, parálisis,
debilitamiento cerebral, demencia y locura; ¨esta variante de la enfermedad
mental -agregaba nuestro héroe, el doctor Pierce, congresista
estadounidense-, rara vez se cura, y a menudo desemboca en el suicidio¨ (¿no
te lo dije ¨cuantas veces¨?). Para evitar este aterrorizante desenlace era
menester vestir ropa holgada y recibir ¨inyecciones diarias de agua helada
en el intestino grueso¨. Otros tratamientos en boga consistían en el consumo
de tónicos -¿píldoras de vida del doctor Ross?- y baños frecuentes en los
genitales con agua helada (¡otra vez con el agua helada!); se recomendaba
también evitar la soledad ¨durmiendo con algún amigo¨. El colega Pierce
dimitió su cargo en 1880 y se dedicó con sobrado éxito a fabricar unas
¨agradables píldoras purgantes¨ de su autoría y llamadas por supuesto, ¨del
doctor Pierce¨.
Sigmund Freud (1856-1939), en una serie de reuniones de la Sociedad
Psicoanalítica de Viena, de 1910-12, reconoció que la masturbación podía
tener efectos beneficiosos tales como aliviar el estrés y evitar las
enfermedades de transmisión sexual. Pero advertía que la masturbación podía
causar trastornos neuróticos, especialmente neurastenia, era capaz de
reducir la potencia sexual y tener efectos psíquicos negativos como: …“el
hecho de que la actividad masturbadora es idéntica a la preservación de la
condición infantil en todo sentido… Aquí reside el principal aspecto
negativo de la masturbación, porque con ella se crean las bases para una
psiconeurosis, que se instala cuando se agregan el conflicto y el
rechazo”…
Havelock Ellis (1859-1939), fue un sexólogo, médico y activista social
británico. En abril de 1879, había decidido dedicarse al estudio del sexo y
creía que lo podría conseguir mejor desde la perspectiva de la medicina. Le
debemos más que al conocimiento de la sexualidad humana el que no sólo
señaló que la masturbación era común en los hombres, sino que también se
trataba de una práctica habitual en las mujeres de todas las edades. Además
de señalar que el orgasmo múltiple era un fenómeno frecuente entre ellas.
Pero tiene en su contra haber creído y mantenido hasta una edad avanzada,
que la masturbación adulta era la causa de una de las formas de neurosis
conocidas por aquel entonces bajo el nombre de “neurastenia”, equivalente en
la actualidad a la llamada fibromialgia o fatiga crónica. Aunque no condenó
los programas de esterilización llevados a cabo por Hitler, sin embargo sus
libros fueron quemados
Alfred C. Kinsey (1894-1956), a fines de la década de 1940 y principios de
la de 1950, publicó los resultados de más de 15 años de investigaciones
sobre conducta sexual humana. Uno de los resultados más importantes de ese
trabajo fue contribuir a considerar la masturbación como algo normal y a
debilitar el estigma que la rodeaba. Las investigaciones de Kinsey revelaron
que eran más las personas que se habían masturbado que las que no lo habían
hecho. Entre 92 y 97% de los hombres entrevistados para su estudio de 1948,
“Conducta Sexual del Varón”, se habían masturbado. El 62% de las mujeres
entrevistadas para su estudio de 1953, “Conducta Sexual de la Mujer”, se
había masturbado y alcanzado el orgasmo. Aunque la masturbación estaba en
segundo lugar entre las prácticas sexuales, era más frecuente en las mujeres
casadas que solteras, y en algunas, la forma más frecuente de lograr el
orgasmo.
Los trabajos de Willianm Masters (1915-2001) y Virginia Johnson (1925-2013),
dieron comienzo a finales de 1956, y en 1966 publicaron el libro “Respuesta
Sexual Humana”. Este texto es considerado como el primer estudio serio y
científico de la anatomía y fisiología de la actividad sexual humana. Para
el estudio utilizaron cámaras aisladas, electrocardiógrafos,
electroencefalógrafos, análisis de laboratorio, etc. Filmaron y observaron
más de 10.000 actos sexuales en un grupo de 382 mujeres (de edades entre 18
y 70 años) y 312 hombres (de edades entre 21 y 89 años) con el fin de
describir de forma científica y objetiva los cambios físicos que se
producían durante la misma.
En las investigaciones de Masters y Johnson, de 1966, se encontró que varias
de las mujeres que participaron en experiencias sexuales en laboratorio,
describieron que los orgasmos provenientes de estímulos directos como la
masturbación, eran fisiológicamente más satisfactorios que el coito, aunque
este último, era más satisfactorio desde el punto de vista emocional.
Shere Hite (1942- ), nació en Saint Joseph, Missouri, Estados Unidos de
Norteamérica y es una sexóloga y feminista. Hite no tiene hijos y ha estado
casada desde 1985 con el concertista de piano alemán Friedrich Horicke, que
es 19 años menor que ella. Para ella,… “La masturbación es motivo de
celebración, pues es una vía sencillísima para alcanzar el orgasmo en la
mayoría de las mujeres”…
¿Cuáles son las noticias y las conclusiones del trabajo de esta autora?: La
noticia es que las mujeres han descubierto la masturbación; la mala noticia
es que siguen sintiéndose culpables; el punto G es una leyenda para
justificar el orgasmo durante el coito; el orgasmo femenino sin estimulación
del clítoris es difícil de lograr; el orgasmo por masturbación es más
intenso que el logrado por el coito; se puede estimular donde más le guste;
no tiene que estar pendiente de la respuesta del compañero; la pueden
realizar tantas veces que quieran, cuando quieran y como quieran.
En 1976 el Vaticano publicó el documento “Declaration on Certain Questions
Concerning Sexual Ethics”, en el que declaraba nuevamente que la
masturbación es “un trastorno intrínseco serio”. En 1983, publicó el
documento sobre la educación sexual “Orientaciones educativas sobre el amor
humano”, donde se asienta que: …“la masturbación es un grave desorden
moral… que aunque sólo Dios conoce la responsabilidad moral subjetiva de
cada acto, … de ningún modo se puede sostener que en el campo sexual no se
cometen pecados mortales”… Su posición de 1992 con la revisión del
“Catecismo de la Iglesia Católica”, además de seguir condenando a la
masturbación como un “desorden intrínseco serio”, la iglesia mostraba algo
más de flexibilidad moral que en los tiempos de Augustine, al sugerir que
daba cuenta de “inmadurez emocional, fuerza del hábito, un estado de
angustia u otros factores mentales o sociales que debilitan o extenúan la
culpa moral de un individuo”.
La posición de la ONU: el 1° de Diciembre de 1994, en una conferencia sobre
el SIDA bajo su patrocinio, la entonces Jefa del Cuerpo Comisionado del
Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos, doctora Joycelyn Elders,
dijo que tal vez la masturbación debería ser enseñada en las escuelas, como
una parte de los programas educativos escolares sobre sexualidad. Por estas
declaraciones, el presidente Bill Clinton le pidió que renunciara al cargo,
cosa a la que se resistió. Pero a causa de la pacatería y viniendo
precisamente de quien vino, el cazado in fraganti, finalmente, fue
cesanteada. La medicina moderna reconoce que la masturbación no produce
daños significativos a corto o largo plazo, y la considera una práctica
normal, incluso antiestresante y está demostrado científicamente que es un
acto natural sin efectos negativos.
Perdónenme, no puedo deslastrarme de mis atavismos sexuales… Todavía en el
tráfico y con alguna frecuencia se escucha: ¡muévete pajúo…!, dirigido a
aquellos que parecen adormecidos o distraídos en medio del tráfago. Yo me
sumo al coro cuando le veo la cara pálida al (la) interfecto(a), pero no
puedo confirmar mi diagnóstico al no poder observarle la palma de su mano o
la punta del dedo índice…
Colofón (2)Colofón
Los conceptos y mitos han ido cambiando al son de los tiempos; muchos seres
humanos llegaron a sufrir martirios inenarrables y apartamiento por
conductas que hoy en día nos parecen perfectamente legítimas y normales. Si
a algunos les parece inapropiado este, mi editorial, es porque todavía
parecemos no querer enfrentar sin tapujos los fantasmas de nuestra infancia,
los dolores de crecimiento de nuestras adolescencias y aún más, aunque
seamos médicos, los tabúes de la adultez, la madurez y la senescencia aún
nos persiguen.
Desde que somos jóvenes la masturbación ha sido la primera forma de
expresión que tiene nuestra sexualidad y aún en el envejecer y en la soledad
vital también suele ser la última. La masturbación es la forma en la que el
individuo se identifica como ser sexual que es, aprendiendo por sí solo a
calmar sus tensiones sexuales. Parece mentira que en pleno siglo XXI, cuando
en teoría, muchos de nosotros -aún los profesionales- hemos desarrollado una
mente amplia en lo que se refiere a nuestra sexualidad, seguimos encontrando
tantos prejuicios e ideas erróneas especialmente con respecto a la
masturbación femenina, aunque en el lado masculino hay ciertas ventajas
deparadas especialmente de la justificación machista.
La masturbación tiene muchos beneficios: relaja, es una forma de liberar
tensiones, gozar, experimentar con el propio cuerpo, y supone un buen
entrenamiento a la hora de conocer la forma de obtener placer y orgasmos. La
masturbación, tanto femenina como masculina, en muchos casos, resulta
beneficiosa para la vida erótica en pareja, ya que permite conocer el propio
cuerpo y saber cómo obtener orgasmos y placer.
Miren pues adonde me trajo mi pequeño placer del fin de semana: Tomar el
sol. Es un ínfimo deleite que no estoy dispuesto a abandonar; un placer que
me roba los días nublados. En este mismo momento veo el cielo y atisbo una
nube gris que se acerca rauda desde el sur; casi que puedo ver las gotitas
condensadas dispuestas a arruinar mi mañana; cambia rápidamente de forma,
hasta parecen dibujarse en ella figuras fantasmagóricas amenazantes, se
aposenta sobre mi cabeza, me tapa el sol, todo se entristece; caen gotas
frías; tal parece que tengo que irme para adentro…
Leer el periódico dentro la casa, para mí…, ahora carece de sentido.
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/7/79/Anti-masturbation_devices
.jpgmasturbation
rafaelmuci@gmail.com, rafael.muci.mendoza.tumblr@gmail.com
#drmucimendoza, #academianacionaldemedicina, #medicovenezolano
[1] La palabra ¨pendejeromia¨, no existe en ningún diccionario de
venezolanismos, la empleo con la connotación de productora de lasitud,
estupidez, dejadez, falta de sentido o inteligencia
[2] Instrumento musical de percusión hecho de madera en forma de barrilito,
con una membrana de cuero atravesada por un palo que asido por una mano que
al subirla y bajarla produce un ruido sordo; era acompañante indispensable
de las parrandas de la Navidad.
[3] El Kama Sutra es un antiguo texto hindú que trata sobre el
comportamiento sexual humano. Define el sexo como una “unión divina”.
Vatsyayana creía que el sexo por sí mismo no era algo “malo”, pero
practicarlo de manera frívola sí era pecaminoso. El Kama Sutra ha ayudado a
muchas personas a disfrutar del arte del sexo a un nivel más profundo, y
puede considerarse una guía técnica para el disfrute sexual, así como un
esbozo de las prácticas sexuales en la India durante esa época.
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