A Cora Páez de Topel Capriles

A Cora Páez de Topel Capriles
A Cora Páez de Topel Capriles, gran amiga de Aziz Muci-Mendoza, él le recordaba al compositor de mediana edad Gustav von Aschenbach, protagonista de la película franco-italiana "Muerte en Venecia" (título original: Morte a Venezia) realizada en 1971 y dirigida por Luchino Visconti. Adaptación de la novela corta del mismo nombre del escritor alemán Thomas Mann.Se trata de una disquisición estético-filosófica sobre la pérdida de la juventud y la vida, encarnadas en el personaje de Tadzio, y el final de una era representada en la figura del protagonista.

sábado, 16 de agosto de 2014

Elogio de la melancolía... Reír Llorando

Elogio de la melancolía... Reír Llorando

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Elogio de la melancolía...

Reír Llorando

  1. Reír llorando (Garrick) - Juan de Dios Peza - YouTube

  2. www.youtube.com/watch?v=btLRMSaEI20

    25/2/2008 - Subido por Martín Dupá
    Poema de Juan de Dios Peza inspirado en el actor y dramaturgo británico David Garrick. Versión interpretada ...
(poema de Juan de Dios Peza con comentarios al margen)



Rafael Muci-Mendoza


A la par de la primera revolución industrial del siglo XVIII, hicieron su
aparición en Europa las factorías, los horarios laborales de 16 o 18 horas,
el consumismo, la mayor explotación del hombre por el hombre, el futuro
incierto y, como la sombra que el cuerpo arrastra, otra importante calamidad
de la humanidad: la depresión, condición caracterizada por sentimientos de
abatimiento, infelicidad y culpabilidad, y además por anhedonia o
incapacidad para disfrutar de las cosas y acontecimientos de la vida
cotidiana. Los médicos de entonces, todavía lejana la invención de la
psicoterapia y los antidepresivos de síntesis, recurrirían a remedios
naturales para mitigar el esplín, como era llamada la melancolía o tedio de
la vida: Se prescribían temperamentos, mudanzas, pócimas insufribles, pero
también la risa como bálsamo para paliar tanta infelicidad: David Garrick
(1717-1779), fue un reconocido actor inglés de la época. Estaba tan
extraordinariamente dotado para la comedia, que los médicos recetaban sus
actuaciones hilarantes como una especie de remedio mágico, capaz de sanar
cualquier pena del espíritu. Podríamos asegurar que Garrick, sin percatarse
de ello, fue el primer risoterapeuta de la historia. En el hogaño, en pleno
siglo XXI, cuando los médicos conocemos científicamente que los niños ríen
unas trescientas veces al día pero cuando adultos apenas si reímos unas
quince, salimos hoy a proclamar sus espectaculares efectos y rendimos
admiración por él y por ese comediante o humorista nuestro que sólo busca
que todo espectador olvide sus problemas, afloje el ceño fruncido, relaje la
nuca y se lance a movilizar los cuatrocientos músculos que se ejercitan al
compás de la risa. El pobre de Garrick partió de este mundo por su propia
mano sin nunca haber siquiera conocido a Garrick el terapeuta..., y es que
los comediantes son propensos a la depresión y al suicidio en razón de que
es el humor un recurso inconsciente utilizado por los histriones con
depresión para subir sus ánimos o encajar en sociedad.

Inspirado en la vida y obra de David Garrick fallecido a los 62 años, el
político, escritor y poeta mexicano Juan de Dios Peza (1852-1910), crea el
cautivador poema que hace tres lustros me ofrendó un paciente y que guardé
en el cofre de mis más caros tesoros para regalárselos a ustedes hoy. A
continuación les presento para vuestro deleite con la esperanza de que se
sensibilicen con las grandes contradicciones humanas representadas en el
arte literario...



https://www.youtube.com/watch?v=btLRMSaEI20

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Viendo a Garrick -actor de la Inglaterra-

el pueblo al aplaudirlo le decía:

"Eres el más gracioso de la tierra,

y más feliz..." y el cómico reía.



Víctimas del esplín, los altos lores

en sus noches más negras y pesadas,

iban a ver al rey de los actores,

y cambiaban su esplín en carcajadas.



Una vez, ante un médico famoso,

llegóse un hombre de mirar sombrío:

sufro -le dijo-, un mal tan espantoso

como esta palidez del rostro mío.



Nada me causa encanto ni atractivo;

no me importan mi nombre ni mi suerte;

en un eterno esplín muriendo vivo,

y es mi única pasión la de la muerte.



-Viajad y os distraeréis. -¡Tanto he viajado!

-Las lecturas buscad. -¡Tanto he leído!

-Que os ame una mujer. -¡Si soy amado!

-Un título adquirid. -¡Noble he nacido!



-¿Pobre seréis quizá? -Tengo riquezas.

-¿De lisonjas gustáis? -¡Tantas escucho!

-¿Qué tenéis de familia? -Mis tristezas.

-¿Vais a los cementerios? -Mucho... mucho.



-De vuestra vida actual ¿tenéis testigos?

-Sí, mas no dejo que me impongan yugos:

yo les llamo a los muertos mis amigos;

y les llamo a los vivos, mis verdugos.



Me deja -agrega el médico- perplejo

vuestro mal, y no debe acobardaros;

tomad hoy por receta este consejo

"Sólo viendo a Garrick podréis curaros".

-¿A Garrick? -Sí, a Garrick... La más remisa

y austera sociedad le busca ansiosa;

todo aquel que lo ve muere de risa;

¡Tiene una gracia artística asombrosa!

-¿Y a mí me hará reír? -¡Ah! sí, os lo juro;

Él sí; nada más él; más... ¿qué os inquieta?

-Así -dijo el enfermo-, no me curo:

¡Yo soy Garrick!... Cambiadme la receta.



¡Cuántos hay que, cansados de la vida,

enfermos de pesar, muertos de tedio,

hacen reír como el actor suicida,

sin encontrar para su mal remedio!



¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!

¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,

porque en los seres que el dolor devora

el alma llora cuando el rostro ríe!



Si se muere la fe, si huye la calma,

si sólo abrojos nuestra planta pisa,

lanza a la faz la tempestad del alma

un relámpago triste: la sonrisa.



El carnaval del mundo engaña tanto,

que las vidas son breves mascaradas;

aquí aprendemos a reír con llanto,

y también a llorar con carcajadas.



Traigo a colación este poema, imagen en espejo de la vida del actor Robins
Williams (1951-2014), quien contando 63 años y atenazado por una depresión
mayor, sin salida, se arrebató la vida siendo que la muerte le era más
tolerable que la vida misma. Fríamente la prensa deja cruda constancia: ¨Las
autoridades creen que el actor y comediante se colgó con un cinturón en la
habitación de su hogar en Tiburon, California, cerca de San Francisco.
Williams también tenía cortes superficiales en su muñeca y la policía
encontró un cuchillo de bolsillo cerca de él¨. That´s it...

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Existen dos películas que siempre he recomendado a mis alumnos. Una de
ellas, ¨Patch Adams¨ (1998), hermosa cinta, donde admiré el rol de Williams
como protagonista de un médico estrafalario, simple, humano e irreverente,
deseoso de hacer el bien, maltratado y atacado en una universidad de
prestigio, donde como bachaco de otro agujero, urticó pieles sensibles al
salirse de los rígidos cánones establecidos por quienes poseemos poder
médico y por supuesto... ¡detentamos el dominio y privilegio de la
verdad...! Me impactó mucho por su humanidad, humildad, decisión, sencillez
y generosidad y por el toque de humor que llenó muchas de sus actuaciones,
arrancando lágrimas de mis ojos. Carencias puntuales de los médicos de este
siglo... Siendo sinónimo de acercamiento humanitario, ha sido mi credo el
hacer reír a mis pacientes no importando la patología que los traigan a
consideración y enseñar a mis alumnos a imitarme. Debemos ser científicos,
pero mucho más, un poco más humanos, un poco más comediantes y un poco más
artistas...


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La otra película es ¨The Doctor¨ (1991), protagonizada por el actor William
Hurt quien se transmuta en el doctor Jack McKee, fino cirujano
cardiovascular, hombre altivo y distante, que camina los pasillos del
hospital con una trulla de internos en batas blancas maltratando a todo
humano que se atraviese en su paso. Una impertinente ronquera le lleva a la
consulta de una hermosa médica laringóloga de su mismo hospital, más fría y
distante que él. El maltrato verbal no se deja esperar... Durante su estada
hospitalaria, entre otras vicisitudes tiene que hacer largas sentadas en una
sala de espera, sufrir el desdén de las secretarias que no le reconocen como
miembro de su propia grey médica, le ponen un enema rectal que no era para
él, se torna taciturno, se aleja de su mujer y sintiéndose incomprendido, se
enamora de una jovencita con un tumor cerebral maligno que termina por
matarla... Luego de muchas frustraciones, experiencias y enseñanzas, y, ya
curado y reconciliado con su cercano afecto, se le ve al final de la
película nuevamente con sus alumnos, todos vestidos con batas de enfermo,
haciendo fila, dispuestos a sufrir lo que sufren sus pacientes del hospital,
uno de ellos alza un envase de metal con goma y cánula portando el líquido
del enema que le será puesto... Es una enseñanza acerca de cómo la
enfermedad en carne propia puede hacer al médico menos omnipotente, más
humano, empático, y eficaz... Una advertencia que no debemos desoír...





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En mi libro ¨Primum non nocere: Primero No Hacer Daño, Vivencias de un
Médico del Hospital Vargas de Caracas¨ (2004), escribí en 1992 en el Diario
El Universal de Caracas, ¨De ese personaje quizá mítico que fue Shen Nung, a
quien se le acredita ser el fundador de la farmacopea china, se afirma que
se hizo practicar una incisión en la pared de su abdomen a la cual adaptó
una ventana de claro vidrio. El aguzado de Shen, sentado frente a un espejo
se solazaba mirando el efecto que en sus entrañas sus remedios producían...
Inspiradora anécdota para nosotros sus ¨modernos colegas¨, quienes durante
nuestros años de formación en el Alma Mater y en los hospitales públicos
docentes debimos disponer también, de una ¨Cátedra de Tragos Amargos y
Sinsabores en Pellejo Propio¨, donde se nos dieran a probar todos los
procedimientos de diagnóstico y de tratamiento que posteriormente pondríamos
en ejecución en la humanidad de nuestros impróvidos pacientes -tantas veces
a la ligera y por ¨mera rutina-¨.  En esa cátedra de tragos amargos y malas
experiencias en carne propia, el médico en ciernes pasaría por todas las
vicisitudes por las que tiene que pasar un enfermo: desde  colocarle un
enema rectal que no era para él, pasando por aquél que le operan una hernia
en la ingle equivocada o le amputan la pierna sana -¡ello ocurre!-, le
tomaran una vía venosa puyándolo varias veces en ambos antebrazos, lo
despiertan a las 1.00 A.M. para darle una simple pastilla o un purgante, o
le someten a ayunos repetidos, o le hacen una preparación para una
colonoscopia fallida, o le llevan varias veces a una consulta y se encuentra
con que no aparece su historia, el médico no fue o se le llevó en el día o
la hora inadecuada y encima, es regañado cuando vuelve a su sala y a su
cama.

Recordemos a Patch Adams y al doctor Jack McKee, cada uno en su agonía nos
dejó conductas humanas para meditar...

Porque es cierto, hay dos realidades no miscibles, la del médico distante y
la del enfermo ¨paciente¨, sometido, enmudecido, aterrorizado y tolerante.

rafaelmuci@gmail.com

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