Elogio de los caribes...
Rafael Muci-Mendoza
"El privilegio de la mentira es que siempre vence a quien pretende servirse
de ella. El odio es en sí mismo una mentira. No se puede odiar sin mentir".
Albert Camus
La similitud del presente con épocas remotas ya arrastradas por las
ventoleras del olvido, es en ocasiones pasmosa. El atavismo suele atribuirse
a la expresión de un gen protohistórico que habría quedado inactivo en algún
momento de la historia filogenética de la especie, ¿y por qué no?, también
en las crónicas de los países y en el inconsciente colectivo de una nación,
y la nuestra es un vívido ejemplo. Sirva este corto preámbulo para que
hablemos esta vez de los indios caribes, aguerrida etnia que fijó sus
predios en el norte de Colombia, el noreste de Venezuela y varias Antillas
Menores, uno de los primeros pueblos americanos que conocieron los europeos.
A través del padre José Gumilla (1686-1750), sacerdote nacido en Cárcer,
Municipio de la Comunidad Valenciana (España) y desde 1704 sacerdote de la
Compañía de Jesús, en su famosísimo ¨El Orinoco Ilustrado y Defendido¨
(1741), todo un manual de antropología e historia natural, poblado de rigor
y ciencia, 23 capítulos, 550 páginas y 274 años de antigüedad, conocimos en
detalle estos primeros pobladores de las márgenes y meandros del imponente
río cuya agua dulce se pierde en el océano cuando hay tantas gentes
sedientas en mi país...
Se les consideraba como un pueblo belicoso y salvaje que practicaba la
antropofagia: su voracidad por la carne humana quizás se relacionaba con un
deseo de asimilar y poseer al otro, convirtiéndolo en una parte del cuerpo
del victimario. De hecho, su nombre es el origen de los términos caníbal y
canibalismo o práctica de alimentarse con carne de miembros de la misma
especie. Eran pues tiempos ignotos de defensa bruta del territorio y del
dominio de la fuerza porque eran naciones bárbaras ¨sin barbas¨; la razón
del otro no podía existir o estaría siempre de su parte. Ha trascendido
hasta nosotros su grito de guerra, "Ana karina rote amucon paparoto itoto
mantó": "sólo los caribes somos gente y los demás nuestros esclavos". ¿Qué
otra cosa pedirles...? Eran las épocas del imperio de la fuerza bruta sobre
la razón, ¡Total!, eran mundos perdidos, ámbitos del pensamiento mágico,
parcelas de la barbarie, en momentos en que no podía atisbarse aún el
Renacimiento.
El Padre Gumilla fue varias décadas anterior a la obra de Rousseau: el
hombre es bueno por naturaleza y la vida y la sociedad pueden influir sobre
él de mala manera, por lo que un "regreso" a la naturaleza sería una especie
de cura o sanación para su alma y su cuerpo.
Como en estos tiempos de intolerancia y realismo atroz, los caribes se
agrupaban en clanes familiares de linaje patrilineal llamados ¨cacicazgos¨
-hoy día designados como cárteles o bandas-, manteniéndose alianzas como
pueblos federados. Se pintaban el rostro con tintes vegetales y minerales,
tal vez para inducir miedo y a la vez, como identidad grupal. Afirma que los
caribes eran socios de los holandeses en el negocio de la trata de esclavos
-hoy trata de personas o narcóticos-. En pocas palabras, los caribes eran
también esclavistas.
Cuando un ideal innoble se apodera de una mente incapaz, está servida la
mesa para toda clase de abusos, maldades y trapisondas, pues el producto es
como la síntesis de la personalidad.
La supuesta preponderancia racial anticipada al nazismo por muchos siglos y
más recientemente la supremacía del régimen castrocomunista, no les reconoce
condición humana a los que se les oponen, despreciando su libertad,
favoreciendo su esclavitud y haciendo añicos la vida de sus hermanos de
sangre. Como diría Herrera Luque en La Casa del Pez que escupe agua¨: ¨La
gracejería ha sustituido a la dignidad, la habilidad a los principios, las
opiniones a las creencias¨. A algo parecido se refería Hanna Arendt cuando
hablaba de la ¨
<http://filosofiavegana.
banalidad del mal¨. Lo que nos pasa: cuando el mal ya no es juzgado como
tal, ya no se advierte, y se integra en nuestros hábitos de vida alegando la
excusa de que es algo "normal", supuestamente "necesario" o "inevitable".
Pareciera que hoy día los caribes han regresado a reclamar sus querencias
ostentando su hábito caníbal, pero ahora, con las manos tintas de sangre y
el talante del más fuerte: voluble, cobarde, ingrato, ignorante y bajo. Como
lázaros resurrectos, los caribes han vuelto por sus fueros y han encontrado
cómo anidarse dentro de las camisas rojas y blindarse con el dinero mal
habido del latrocinio y el narcotráfico. Los jueces se sienten seguros de
sus dislates e injusticias conscientes porque están protegidos por la manada
de hienas que comen carroña y ríen sin saber por qué. Algo que también
tienen en común, su desprecio por la vida de otros: Los caribes no solamente
asesinaban a los no aptos para la esclavitud, sino que los que eran
efectivamente vendidos a los holandeses morían en altísimas proporciones, en
consecuencia, también eran asesinos en masa, y como ahora, facilitadores del
genocidio continuado de cada día en las calles de Venezuela al cual no
quieren poner coto.
Pero en pleno siglo XXI mire usted hacia sus lados y podrá oír, observar y
actualizar la barbarie: Es la voz de la depredación para poder sobrevivir en
la jungla de las felonías y deslealtades: ¨Quién no esté conmigo, está
contra mí¨; ¨escuálidos, somos una revolución pacífica pero armada¨,
"¡Váyanse al carajo, yanquis de mierda!", "La Fuerza Armada Venezolana es
chavista, ¿No lo entienden todavía?" ¨Pitiyanquis, oligarcas¨, ¨pagados del
imperio, pagados de la CIA¨. El Padre Gumilla, refiere que existía un pueblo
aborigen que no se doblegaba ante los genocidas caribes, y que muy por el
contrario, los ponía en retirada, al punto de que eventualmente se abstenían
de atacarlos: los otomacos. Los describía como gente no dada a la guerra
pero de gran fortaleza y eso es lo que debe construir la oposición
democrática venezolana mediante unión y decisión, es decir, aspirando a esa
madurez ciudadana que está por encima de todas las apetencias personales.
Me veo chiquito y desprotegido: Jugábamos a las metras en los recreos del
Colegio La Salle de Valencia, siempre pendientes de los más grandes, de
aquellos tantas veces de ánimo desbocado y ¨solo gente¨ como los caribes,
que apoyados en el abuso y la fortaleza física caribeaban a los demás:
venían corriendo y al grito de ¡Regolera...! -palabra sin espacio en el
diccionario de la RAE-, irrumpían entre nosotros y dentro del círculo
pateando las metras que se dispersaban correlonas para el usufructo de la
canalla que no había sudado para ganárselas. Sin importar el color que
escogieran en el camino de sus vidas, muchos de ellos llegaron a ser
políticos de postín, a lo mejor, oficio más antiguo que el de las pierna
abiertas y los he visto abrazados y sin abandonar sus viejas prácticas de
depredación y maldad...
¨Una vida sin examen, es decir la vida de quien no sopesa las respuestas que
se le ofrecen para las preguntas esenciales ni trata de responderlas
personalmente, no merece la pena de vivirse¨.
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