A Cora Páez de Topel Capriles

A Cora Páez de Topel Capriles
A Cora Páez de Topel Capriles, gran amiga de Aziz Muci-Mendoza, él le recordaba al compositor de mediana edad Gustav von Aschenbach, protagonista de la película franco-italiana "Muerte en Venecia" (título original: Morte a Venezia) realizada en 1971 y dirigida por Luchino Visconti. Adaptación de la novela corta del mismo nombre del escritor alemán Thomas Mann.Se trata de una disquisición estético-filosófica sobre la pérdida de la juventud y la vida, encarnadas en el personaje de Tadzio, y el final de una era representada en la figura del protagonista.

lunes, 8 de septiembre de 2014

El doctor Francisco Kerdel-Vegas, fundador de BITACORA MEDICA, prologó el libro "Aunque la naturaleza se opuso. La cirugía cardiovascular como salvadora de vidas" del doctor Rubén Jaén Centeno.

Historias de casos intervenidos con éxito

Nace en la ciudad de Caracas en el año 1928
El doctor Francisco Kerdel-Vegas, fundador de BITACORA MEDICA, prologó el libro "Aunque la naturaleza se opuso. La cirugía cardiovascular como salvadora de vidas" del doctor Rubén Jaén Centeno. Este es su escrito:
 

El pasado 15 de agosto de 2013 recibí un breve mensaje, por correo electrónico, de mi admirado 
colega y amigo Rubén Jaén Centeno invitándome a escribir el prólogo de un nuevo libro de su 
autoría en el que narraba brevemente las historias de varios casos intervenidos quirúrgicamente 
con éxito, por él, años atrás.
Se trata, nada más y nada menos, del inicio de una nueva y alucinante dimensión en la cirugía, y recuerdo muy bien mis años de estudiante de Medicina en que se nos enseñaba con insistencia que el corazón era un órgano tabú para los cirujanos. Se trata, pues, del relato vivido de como la medicina contemporánea ha levantado esa prohibición y gradualmente se ha anotado éxitos insospechados.
Se trata, tomando prestadas palabras del autor, “casos de una gravedad extrema, operados al borde de la muerte y la intención de relatarlos en detalle es poner de manifiesto la excelencia del equipo humano altamente especializado (y no la habilidad del cirujano), que hizo posible unos resultados que no dudo en calificar como espectaculares, para que se comprenda el altísimo nivel a que había llegado la cirugía cardiovacular venezolana, que hemos perdido ahora por políticas equivocadas de salud pública.”
Sin duda, sin ese equipo que menciona Rubén no hubiesen podido realizarse las intervenciones descritas, pero sin la habilidad extraordinaria del cirujano, su disciplinada formación, su capacidad para integrar y liderar ese equipo y finalmente convencer a una sociedad justamente incrédula de tales fundamentales cambios, incluyendo a la cabeza a los propios médicos (incluyendo a los cirujanos del tórax que veían en ello una incursión en su terreno), nada se hubiese logrado.
Ese mérito lo tiene Rubén Jaén Centeno y la mejor prueba es el reconocimiento internacional recibido.
Vemos así el caso de un paciente operado con éxito en Caracas por una estenosis de la válvula aórtica que venía de la Unión Soviética, donde “no estaban capacitados para hacerlo”, o bien que el Jefe de Cirugía de Stanford le consulte por escrito su opinión para seleccionar a su primer adjunto.
Para juzgar con objetividad la naturaleza múltiple de los obstáculos salvados se necesita pertenecer a la misma generación que el autor y, por haberlos sufrido en mi propia circunstancia, puedo imaginar la magnitud de su determinación, perseverancia y capacidad de convicción hasta cumplir los objetivos propuestos. Y ese es precisamente el valor de su mensaje a los médicos jóvenes, de no entregar la guardia ante la adversidad y saber que si se tiene la razón, con insistencia y paciencia, se pueden vencer todos los obstáculos.
Tenía tiempo que no me comunicaba con Rubén y mi primera sensación fue de alegría al saber que se encontraba en buen estado de salud y en plena creatividad intelectual, puesta en evidencia al escribir el presente libro.
No es una novela o un relato de ficción, por lo tanto los lectores tienen derecho a informarse sobre la credibilidad y autoridad del autor para tratar temas de importancia sobre graves afecciones cardiovasculares y por ello le he sugerido que incluya como anexo un resumen de su curriculum vitae, donde podrá observarse el nivel de reconocimiento nacional e internacional recibido por parte de instituciones muy reputadas, lo que demuestra la importancia y originalidad de su labor científica. Ello hace innecesario insistir en el prólogo sobre las calificaciones y experiencia que asisten al autor para disertar sobre materias que conoce en profundidad.
Una de las facetas de la fuerte personalidad de Rubén es la de escritor y su prosa es concisa, clara y elegante (le han dicho que “escribe en español, con redacción inglesa”, lo cual desde mi punto de vista es una alabanza a su estilo). Cuando escribía regularmente en los periódicos lo leía con mucha atención y especial deleite, con la seguridad de encontrar siempre mensajes constructivos y necesarios. Su vocación de escritor y su influencia como formador de opinión en sus artículos en los principales periódicos de Caracas le han valido formar parte destacada de lo que se ha llamado el grupo, por cierto muy exclusivo, de los “médicos humanistas”.
No es de extrañar que para un emprendedor, luchador competitivo, como lo es Rubén, destacara hasta los más altos niveles mundiales en su hobby favorito que es la pezca y en ese terreno tiene una reputación imbatible.
Su autobiografía, titulada “Memorias de un Cirujano del Corazón” (Monte Ávila, 1991) es para mí uno de esos “clásicos” médicos, verdadero ejemplo a seguir, de obligatoria lectura para las nuevas generaciones de nuestra profesión.
Mi pensamiento, al recibir su mensaje, se focalizó en lo poco común que era que un hombre de su edad mantuviese ese alto nivel de creatividad. Algo que me emocionó mucho pues demostraba la vigencia de una antigua amistad y la estima que compartíamos por la actividad intelectual, especialmente por la literatura, y al mismo tiempo, ponía en evidencia una realidad demográfica actual, que muchos hombres y mujeres de la tercera y cuarta edades todavía conservaban lucidez mental y energía creativa y por lo tanto un significativo nivel de utilidad para la sociedad en su conjunto.
Lo que me vino a la mente en ese momento fue una imagen inolvidable de la llamada séptima (y última) etapa de la vida representada magistralmente en un vitral de la capilla de Oundle School, cerca de Peterborough en Inglaterra (la obra de Hugh Easton en 1956), donde estudiaron mis dos hijos varones. Allí se apreciaba un hombre desnudo, arrugado, calvo, encorvado, apoyando una mano en la rodilla y la otra en un bastón, obviamente un anciano, pero todavía caminando … abriendo senderos.
Se recordaba que el gran pintor italiano del Renacimiento, Tiziano, llevó a cabo su mejor obra a muy avanzada edad; ejemplo notorio de lo que es posible aún en esa circunstancia que es generalmente aceptada como una declinación con pérdida de facultades, irreversible y triste.Al aumentar la longevidad promedio y que más gente viva más años disfrutando de relativa buena salud, -un logro al menos parcial de la moderna medicina- tendremos gente mayor en plena actividad creativa y lo que hoy es una excepción será la regla.
En un momento histórico de nuestra querida Venezuela en que el sistema político, económico, social y cultural que se nos quiso imponer está al borde del colapso por inviable, la creatividad de Rubén Jaén Centeno al escribir su séptimo libro, representa un valioso esfuerzo en la dirección correcta de difundir el secreto de su éxito como cirujano cardiovascular, basado en una férrea voluntad para formarse, actualizarse, trabajar duro con ideas fijas muy concretas, y así contribuir activamente en la esfera de sus conocimientos en la modernización del país. Esfuerzo tal que desbordó nuestras fronteras y obtuvo el debido reconocimiento internacional.
La útil e influyente tradición de dejar a las futuras generaciones un recuento escrito de nuestro pensamiento y acciones -tan bien desarrollada y aprovechada en el medio anglosajón-, ha encontrado en Rubén un destacado cultor, y nuevamente con esta obra, no solo trata de reivindicar al gremio médico venezolano de tantas e injustificadas agresiones, narrando sus interminables luchas para obtener los medios y necesario reconocimiento para sus ideas y proyectos, que culminaron felizmente en la creación de la Cátedra de Cirugía Cardiovascular de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela el año de 1968(la primera de esta especialidad en el mundo), sino que deja un ejemplo notable a la posteridad acerca de la importancia de luchar por lo que se cree, aferrarse a los valores y persistir sin descanso hasta cumplir los objetivos, aunado a la generosidad y compasión de que ha hecho gala a través de todas sus ejecutorias. Todo ello debidamente aderezado de mucha paciencia (virtud cultivada por el autor en su bien reputada condición de campeón de pesca internacional).
La medicina venezolana y sus profesionales, tan vapuleados en los últimos tres lustros, verán en este libro la valiente arenga de un ilustre colega, que con hechos y pruebas sale en la justa defensa de su gremio y del imperio de valores y principios que han regido la más antigua y noble de las profesiones desde los remotos tiempos de Hipócrates. Vale resaltar aquí que de todas las proezas quirúrgicas relatadas en este libro, la mayoria no pagó honorarios, ya que fue tratada gratuitamente en hospitales del Estado.
Rubén Jaén cuenta amenamente en su libro los esfuerzos que hicieron los médicos venezolanos para hacer que nuestra medicina y nuestros hospitales llegasen a compararse favorablemente con el primer mundo. Y lo lograron. Pero hoy  en Venezuela, no solo el sector de la salud pública y privada está afectado, sino que las jóvenes generaciones de médicos están migrando hacia otros países que ofrezcan seguridad para levantar a sus familias lo mismo que remuneraciones cónsonas con los años de formación y el esfuerzo realizado. Se estima que más de 6.000 médicos han tomado esa radical y triste decisión. El país que más se ha beneficiado de este valioso recurso humano, altamente preparado, es España, que paradójicamente sufre de la diáspora de sus propios médicos que se sienten mal remunerados y migran a otros países.
A pesar que tal hemorragia de recursos humanos, como la mencionada, puede tener efectos letales sobre el país, siempre he abrigado la esperanza de que cuando se recobre la libertad, la democracia, la seguridad y el sentido común, podamos sumar esfuerzos entre el recurso humano doméstico y el residenciado en el exterior en proyectos viables de reconstrucción del país (algo que desde ya intenta con creciente éxito la Fundación TALVEN).
Pienso que Rubén nos deja un mensaje bien claro, basado en su vertical conducta como ciudadano, en su entorno familiar, y como médico y pionero de la cirugía cardiovascular en Venezuela, y estoy seguro que quienes lean este libro se beneficiarán y quedarán altamente motivados y estimulados por su narrativa y por un ejemplo como pocos.
Bonaire, 1 de septiembre de 2013

  • Omar Lares dice:
    “AUNQUE LA NATURALEZA SE OPUSO” es el soberbio libro que acaba de editar el renombrado médico venezolano Rubén Jaén Centeno, en Florida, Estados Unidos, y cuyo primer ejemplar me honro en divulgarlo por su profundo contenido y el gesto del aclamado cardiólogo de ser yo el primero en recibirlo. Admirable objetivo el de divulgar los enormes adelantos de la medicina nuestra, en el que describe excepcionales casos en la salvación de vidas merced al disponerse del elenco profesional calificado y un vasto personal adscrito a la intrincada asignatura. En el epílogo de la obra se leerá una dramática exposición de la situación actual de la salud pública nacional y las consecuencias previstas olfateando el futuro desde una tónica sanitaria totalmente errónea. Cabe llamar la atención en textos de Aunque la naturaleza se opuso el criterio del eminente Profesor y Chairman, Norman E. Shumway M.D. El objetivo del Dr. Rubén Jaén Centeno fue el divulgar el avance cardiovascular en casos extremadamente graves que gracias a los mismos produjeron milagrosas supervivencias. El Dr. Rubén Jaén lo dedicó a los 27 cirujanos graduados en la cátedra de Cirugía Cardiovascular de la Universidad Central de Venezuela, 1968-1994. Y ellos son Alexis Bello, Pedro Lizarraga, José Gallardo, Vicente Moreno, Gastón Silva, Eleazar Sánchez, Ronald Balza, Luis Hernández, José Ochoa, Juan Pablo Izquierdo, Antonio García, Bridet Miranda, Klaus Meyer, Víctor Reinaga, Inna Limar, Herman Rodríguez, Francisco López, Adolfo Lizardo, Jesús Martínez, Salvatore Bibbo, Argenis Morales, Gustavo Zuleta, Wladimir Arangú, Gerardo Victoria, Norberto Deibis, Lino Acevedo y Graciela Lamura. Especial gratitud expresa Rubén Jaén Centeno a sus compañeros Juan Pablo Izquierdo y Herman Rodríguez, sus más cercanos colaboradores. Un libro de obligada lectura para saciarse en ella.

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