Las Trincheras
Para la época en que se inicia la invasión Europea, el espacio geográfico que hoy
ocupa el Municipio Naguanagua, estaba poblado por una comunidad indígena
de la etnia Caribe-Arawac. Su principal medio de subsistencia la constituía el
cultivo rudimentario de maíz, la batata y la yuca; con actividad complementaria
de la caza y la pesca de especies diversas.
El caserío de las Aguas Calientes, hoy conocido como “Las Trincheras”, fue
fundado por los Españoles Isleños y Canarios, el 03 de marzo de 1658, llegados
a esta región como emigrantes en busca de tierras que emanaban leche y pan.
Este caserío con sus casas muy distantes y sus haciendas de café y cacao, fue
fundado por estos primeros Españoles que llegaron a nuestras montañas buscando
donde radicarse. Ellos viajaban desde Borburata a través de las montañas, se
trasladaban en Mula, trayendo en ellas sus pocas pertenencias, y fue así como
fundaron sus propiedades.
Fotografía hecha por Hannia Gómez hija del Dr. Otto Lima Gómez
compañero de promoción de Médicos de la UCV, de Fidias Muci-Mendoza
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Trincheras es una de esas poblaciones del noroeste del estado Carabobo, conocida más por su funcionalidad turística que por su historia. Concebida por los visitantes como un lugar para encontrar alivios a esos males del cuerpo que nunca faltan, esta localidad del municipio Naguanagua, con aproximadamente 1.500 habitantes en el casco y 248 casas -sin tomar en cuenta los barrios- es actualmente un sector principalmente agrícola - no urbano, que ha visto algunos rasgos de transformación gracias al establecimiento de varios suburbios rodeados de vegetación tropical.
Lo que hoy se conoce como Trincheras, antiguamente era la hacienda llamada "Aguas Calientes", propiedad del padre Rodríguez de Lama; fue después de la muerte de este sacerdote que sus herederos le dieron diferentes nombres al terreno: La Unión, La Belén, Las Marías, María Teresa, según se iba parcelando. Hoy, sólo algunos caserones a punto de desaparecer completamente dan fe de esas haciendas acaudaladas.
Armando Alcántara Borges, cronista de Naguanagua, nos contó que Trincheras obtuvo su nombre porque en la época de la colonia, y cuando los piratas subían de Puerto Cabello para Valencia, en el lugar se construyó una especie de fortines llamados "Las Trincheras de Aguas Calientes", cuyo fin único era defenderse de los piratas. Posteriormente le quitaron lo de "Aguas Calientes" y quedó sólo Trincheras.
Célebre también es la recordada "Batalla de las Trincheras", efectuada el 3 de octubre de 1813, de cuyo recuerdo queda como evidencia el monumento levantado a un lado de la carretera principal, donde alguna vez se pensó construir una plaza que aún no se ha consolidado. Según reza la historia documentada por Alcántara Borges, el 3 de octubre tuvo lugar el sangriento encuentro en el que los realistas derrotados huyen en completa desbandada, para encerrarse nuevamente en la fortaleza porteña, dejando en el campo a un gran número de muertos y heridos.
UNA SOLA VIA
Para conocer Trincheras basta con dejarse llevar -desde Valencia- por la antigua carretera que conducía a Puerto Cabello, llena de curvas, mucha vegetación y uno que otro precipicio que por unos instantes recuerdan los estrechos caminos hacia el páramo merideño, sólo que con mayor amplitud y con una escalofriante soledad en ciertos tramos de la vía. Primero se pasa por Bárbula, La Entrada y finalmente aparece Trincheras, con sus comercios establecidos a ambos lados de la carretera. Panaderías, tintorerías, farmacia, cachaperas, una que otra posada, son algunos de los anuncios que se pueden leer a primera vista, antes de llegar al sitio más popular: el Centro Termal Las Trincheras.
Recuerdan sus residentes que años atrás en la zona se cultivaba mucho cacao y café, especialmente en las grandes haciendas antes señaladas y que posteriormente fueron repartidas en la época de la Reforma Agraria. Contradictoriamente a lo pensado, en vez de surgir, estas tierras se fueron abandonando, buscando sus nuevos pobladores mejores fuentes de ingreso en la vecina ciudad valenciana.
Por la zona pasaba el ferrocarril, pero la llegada de la autopista lo relegó a un último lugar, hoy desaparecido del mapa. En la iglesia -sin plaza- vivía hace muchos años el ilustre Padre Jesús María Padilla -conocido por su intento de rescatar a un soldado que a balazos murió en sus brazos, en el lugar conocido como "La Alcantarilla", en Puerto Cabello. Padilla ofició por muchos años la misa dominical en Trincheras, a la que sin falta asistían los pobladores de la zona.
ESAS AGUAS CALIENTES
El 6 de agosto de 1887, el doctor Francisco Padrón firmó con el gobierno nacional un contrato por medio del cual establecería una estación balnearia en el sitio de Aguas Calientes o Las Trincheras, a unos 10 kilómetros de Valencia. El jueves 10 de enero de 1889 abrió al público los baños y el gran Hotel de dicha estación, por donde han pasado personajes como Alejandro Humboldt, el coronel Agustín Codazzi, el general Cipriano Castro y el benemérito Juan Vicente Gómez.
Desde el interior de las montañas ubicadas en la zona brotan las renombradas aguas termales, consideradas las más calientes del mundo por su temperatura que alcanza los 92 C; a ello hay que sumarle el denso vapor que se escapa de las grietas. A diario, cientos de personas de toda Venezuela y del mundo, acuden a remojar sus cuerpos entre esta agua, cuyos poderes curativos se atribuyen a la composición química, los gases, la potencia radioactiva y el lodo.
La antigua edificación hotelera, hoy con 112 habitaciones, en contraste con el moderno spa recientemente construido, rodean la piscina pública, la infantil y, la privada -reservada para los huéspedes-, así como al estanque que nutre a los demás y a la fuente principal, que es de donde brota toda esa agua, que algunos han llegado a calificar de milagrosa.
Por 3 mil bolívares el día, los visitantes pueden disfrutar de estas piscinas, así como del sauna, de los inhaladores, de los chorritos y del lodo, preferido por la mayoría. Si desea quedarse a dormir, la tarifa oscila entre los 19 mil y los 54 mil bolívares, dependiendo de la habitación que escoja. El Centro abre todos los días de la semana, incluyendo feriados, desde las 7 de la mañana.
Las propiedades curativas disfrutan de fama mundial, consideradas actualmente como las segundas del mundo. Dichas características son óptimas para el reumatismo, artritis, gota, enfermedades de la piel, hígado, riñones y afecciones del sistema nervioso. Lamentablemente, las áreas públicas se encuentran un poco abandonadas, que en combinación con el fuerte olor a azufre que despiden las aguas, crean un ambiente únicamente soportable por aquellos que buscan la ansiada curación.
DESNUDA Y SIN NARANJAS
"La Unión" es una de esas haciendas que siglos atrás conformaban toda el área de Trincheras. Sótero Salcedo, nativo de la zona y con más de ocho décadas viviendo y criando a sus hijos y nietos en las adyacencias de la hacienda, contó que el fundador de la misma fue un español, quien la hizo construir entre los años de 1818 y 1821. En ese vasto terreno, de más de 6 mil hectáreas, se cultivaba principalmente café y cacao.
En 1962 fue expropiada por el Instituto Agrario Nacional, con el fin de repartir las tierras entre los campesinos, pasando a retiro obligado grandes máquinas con las que se almacenaba el cacao y demás alimentos obtenidos en la zona.
Por muchos años, el gran caserón que le daba vida a La Unión, fue sitio de afamadas fiestas y reuniones a las que se daban cita los más acaudalados de la época, como los Escorihuela, los Cortez y los Domínguez. El agradable clima de montaña hacía de la hacienda un lugar envidiable, muy fresco y con abundante sombra donde descansar. Tantas bondades naturales inspiraron a muchos escritores y más recientemente a cineastas que vieron en el lugar el espacio idóneo para cristalizar sus proyectos de la pantalla grande.
A mediados de la década de los 90, la casa fue cedida para la filmación de la película venezolana "Desnudo con Naranjas", protagonizada entre otros por Daniel Alvarado y Lourdes Valera. Semanas de filmación ameritaron uno que otro derrumbe de paredes y columnas "mal puestas", que desembocaron en la ruina total que observamos. Hoy quedan algunas matas de mango y cambur, diseminadas entre falsas paredes con aires fantasmales, que dejan ver lo que en un día fue y que debido a la intervención del hombre de fin de siglo, la dejó desnuda... y sin naranjas.
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