Las inmersiones en las emociones: Lorenzo Vigas, cineasta
Es el primer director latinoamericano en alzarse con el León de Oro de Venecia: su primer largometraje, Desde allá, logró llevarse en 2015 uno de los premios más encumbrados de la cinematografía mundial, con la dura historia de un hombre maduro y solitario que busca la compañía de jóvenes en las calles caraqueñas y les paga por llevarlos a su casa. Si se le pregunta a Lorenzo Vigas cuál es el momento más surrealista que ha vivido desde aquel triunfo, confiesa que fue durante la noche de apertura de la Mostra de este año, cuando se dio cuenta de que tenía la responsabilidad, junto con un panel presidido por Sam Mendes, de juzgar el trabajo de directores como Terrence Malick y Wim Wenders. “Allí entendí que todo había cambiado completamente”. De nuevo conmovió a aquella audiencia con el estreno del documental El vendedor de orquídeas, una proyección fuera de competencia en la que narra momentos complejos de la historia familiar de su padre, el pintor Oswaldo Vigas.
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No duda de que él haya influido en su forma de entender y componer la imagen, pero considera que no solo la aproximación a la estética fue su herencia más importante. De él aprendió que los ideales no se traicionan y que todo implica integridad, rigor y esfuerzo: sea en el arte o en la vida. “También entendí que la cantidad de recursos no tiene que ver directamente con la calidad y que uno debe arroparse hasta donde le alcance la cobija. Hay grandes obras maestras de la pintura que se han hecho con pocos recursos y da igual que su soporte sea una tabla de madera o un lienzo italiano, porque lo que importa es el trabajo del artista. Al rodar una película pasa lo mismo. Lo que más vale es el rigor que le pones, la gente a la que involucras”. Admite que durante ese proceso, que duró varios años, tuvo la suerte de contar con buenos recursos humanos y con la ayuda del director y escritor Guillermo Arriaga, e intentó aprovecharlos al máximo.
Su confianza en la universalidad de las emociones le permite construir y exportar esas historias con convicción, pero desde una óptica propia. “Hay guiones de películas grandes de Hollywood que he rechazado porque estoy trabajando en los míos. El cine ha caído en muchos clichés y siempre es lo mismo: falta frescura. Parte de mi intención es mezclar géneros: drama, suspenso, terror”. Actualmente está trabajando en La caja, cinta que filmará en México y en la que desarrolla la búsqueda de los restos de un ser querido, que aparecen en una fosa común. Le interesa lidiar con las dificultades de la condición humana y de sus propias obsesiones. “Conocerse y entenderse más siempre es un camino empedrado, difícil. Y para mí, cuando no hay dificultad, no hay sorpresa, no hay un resultado interesante. Lo que haces debe tener complejidad para que te sorprenda a ti mismo, porque de otro modo tampoco vas a sorprender a nadie”.
Vigas opera desde la autoconfianza absoluta. Si un guion no puede rodarse ahora, se hará después. Si no es aquí, será allá. Y una vez entregado a ello, no cuestiona su intuición. “Cuando empiezas a filmar es como iniciar un viaje en el que ya no paras, porque si te pones a dudar mucho cada decisión que tomas, lo vas a hacer mal. Se trata de ejecutar sin pensar demasiado, o de lo contrario nunca terminas de hacer una buena película porque los momentos de creación son impulsivos, no racionados”. Considera que no haber estudiado cine no es una desventaja. “Aprendí algunas cosas en cursos de guion y dirección y viendo muchas películas, pero no creo que sea algo que necesite estudiar en una universidad, porque allí enseñan los pasos de otras personas y corres el riesgo de repetirlos. Me parece más importante tener una voz única y, sobre todo, tener cosas que decir”.
“Me considero oportunista en el sentido de que aprovecho las posibilidades cuando se presentan. No me gusta dejarlas pasar”
En Instagram: @desdeallafilm
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