Murió Darío Fo, el maestro de la sátira
El premio Nobel de Literatura 1997 falleció a los 90 años de edad, en un hospital de Milán, debido a problemas pulmonares
Como un juglar medieval en sus espectáculos callejeros, Darío Fo, dramaturgo, actor, pintor e intelectual polifacético, azotó la política italiana y la religión a base de sátira, lo que le valió censura y grandes controversias con el Vaticano.
El escritor, que murió ayer en un hospital de Milán a los 90 años de edad, recibió en 1997 el Premio Nobel de Literatura, un reconocimiento que fue incluso criticado en su propio país debido a sus controvertidas creaciones, amadas o directamente detestadas por el público.
Al recibir el galardón, el autor, fiel a su estilo afilado, describió el fallo del jurado como “un auténtico acto de coraje que roza la provocación” debido a las críticas que causó la asignación del premio más importante de la literatura a un juglar.
Fo nació el 24 de marzo de 1926 en el municipio de Sangiano, provincia de Varese. Aunque estudió pintura y arquitectura, será recordado como dramaturgo. Durante su carrera estuvo acompañado de su esposa, la actriz Franca Rame, que murió en 2013. Con ella formó un binomio intelectual consagrado esencialmente a un teatro político y satírico, con el que narraron los problemas de la sociedad de su tiempo.
En su larga trayectoria publicó más de cien obras teatrales, que él mismo interpretaba en teatros, en la televisión o en la calle, así como numerosos libros. El último se presentó en septiembre y trataba sobre la figura del científico Charles Robert Darwin: Darwin ma Siamo Scimmie da parte di Padre o di Madre? (Darwin, ¿somos monos por parte de padre o de madre?), que contenía preguntas sobre el origen de la vida.
Los dardos de Fo fueron en todas direcciones, pero si hubo un objetivo predilecto para el dramaturgo, ese fue la Iglesia Católica y sobre todo su jerarquía, a la que criticó duramente en piezas tan recordadas como Il Papa e la Strega (El Papa y la Bruja, 1990).
Su voz también sirvió para espolear la política italiana, denunciando sus vicios y debilidades, pues para el autor la comedia era una potente herramienta de activismo en este campo.
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