A Cora Páez de Topel Capriles

A Cora Páez de Topel Capriles
A Cora Páez de Topel Capriles, gran amiga de Aziz Muci-Mendoza, él le recordaba al compositor de mediana edad Gustav von Aschenbach, protagonista de la película franco-italiana "Muerte en Venecia" (título original: Morte a Venezia) realizada en 1971 y dirigida por Luchino Visconti. Adaptación de la novela corta del mismo nombre del escritor alemán Thomas Mann.Se trata de una disquisición estético-filosófica sobre la pérdida de la juventud y la vida, encarnadas en el personaje de Tadzio, y el final de una era representada en la figura del protagonista.

sábado, 9 de mayo de 2015

Elogio del absceso... Rafael Muci-Mendoza


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Elogio del absceso...

Rafael Muci-Mendoza



La amebiasis, una enfermedad indigna de países de indigna salubridad, la
indigna corrupción de un gobierno indigno...



Ciudadano de cuarta -tan abundosos como son en el hogaño-, jipato, con
manchas hidrosolubles doquier producto de la falta crónica de un baño de
cuerpo presente, MI paciente llega al hospital con sus dos manos adosadas al
costado, a su hipocondrio derecho como queriendo ¨sostener¨ su hígado; es el
caminar lento, pesado y adolorido de un guiñapo humano con severo compromiso
de su estado general, envejecido en días, con apenas fuerzas para sostenerse
y apuntalado por una viejecita cundida de arrugas, vencida por los años,
doblada en el centro como un bizcocho de butaque... Seguro que es su buena
madre, la única, esa tan misericordiosa y buena para quien ni su peso ni su
hediondez importan, ¡Dios bendiga a todas las madres...! ¡Dios bendiga a la
Madre Patria!  Vienen desde lejísimo y en su largo trajinar no ha suscitado
la compasión de nadie, ha sido muchas veces ¨peloteado¨ -simplemente, ¨!no
hay camas, no hay lugar!¨, y es porque nos hemos endurecido y vivimos para
nosotros mismos: el materialismo y el hedonismo han desfigurado nuestro
humano rostro tornándolo frío, amímico e insensible. Una fiebre prolongada
en ganchos con escalofríos cuando el día declina acompaña su transitar, y la
eversión de sus párpados inferiores atestiguan la palidez de su anemia
crónica. Tan adolorido como está, no pudiendo ni respirar porque cada
inspiración en un lanzazo, se deja colocar en la cama acatando la posición
en que le dejaron. El hígado se le ha agrandado y es enorme, a al adosar el
estetoscopio sobre su superficie los ruidos cardíacos se escuchan nítidos, y
la suave percusión con el puño sobre su hipocondrio le hace brincar de
dolor. ¨¡Disculpe amigo, era necesario!¨ -le aseguro- y el asienta con
resignación franciscana... El resalto  inducido por la puño-percusión es
indicativo, como en el pasado, de que es casi seguro que le aqueja el infame
absceso tropical amebiano del lóbulo derecho del hígado, la llamada en
tiempos de Razetti y Acosta Ortiz, "la hepatitis supurada de origen
disentérico de los países cálidos " (una acumulación de pus en una cavidad
anómala formada por la desintegración del tejido noble del hígado por la
Amoeba hystolítica). La injusticia social aún campea a pesar de los
ofrecimientos del malandraje en el alto gobierno. La amebiasis, una
enfermedad indigna de países de indigna salubridad, la indigna corrupción de
un gobierno indigno...







(1). Doctor Pablo Acosta Ortiz, ¨el príncipe de la cirugía¨ [Barquisimeto
(Edo. Lara) 21.3.1864 - París, 13.2.1914]. (2 y 3). Absceso hepático
amebiano por ecosonograma y tomografía computarizada abdominales *. (4).
Drenaje del ¨pus chocolate¨ por punción en el Hospital Vargas de Caracas
(1970), ¿esperanza de un futuro mejor...?

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Internistas en ciernes como éramos, mis compañeros y yo, desposeídos de la
toda la parafernalia que la tecnología nos brinda hoy día, empleábamos sin
embargo el intelecto, y con eficiencia ciertas técnicas cruentas:
intentábamos localizarlo y al mismo tiempo evacuarlo mediante una punción
hepática. Al efecto, empleábamos una larga aguja de cerca de 15 cm de
longitud y de calibre 16 G. Un botón de anestesia local en el costado
derecho, en el espacio entre dos costillas a la altura del 7º espacio
intercostal, procurando no molestar al paquete vásculonervioso pegado al
borde inferior de la costilla, iniciaba el procedimiento. A ciegas,
introducíamos aquella gruesa aguja, una y otra vez, la cual retirábamos a
medias para redirigir el ángulo de la búsqueda hacia la parte superior,
mientras aspirábamos esperando encontrar el pus. ¡Eureka...! Alcanzábamos la
cavidad del absceso y podíamos drenar entre medio y un litro de ¨pus
chocolate¨... El milagro sobrevenía casi de inmediato; deslastrado de aquel
pus tóxico, espeso y fétido, el paciente comenzaba a mejorar y al siguiente
día recuperaba un buen semblante, la sonrisa que da la bienvenida a la vida
había desplazado al rictus doloroso que olfatea la muerte, la fiebre casi
siempre desaparecía en crisis (bruscamente) y menos frecuente en lisis
(lentamente), y eufórico, el paciente pedía comida... Uno de esos renaceres
vitales que de vez en cuando hacen la vida del médico menos dura, más
justificada y más esperanzada.



El mal había sido drenado, y con el auxilio de la vis medicatrix naturæ o
tendencia reparadora innata al cuerpo de los antiguos griegos, contábamos
para alcanzar la mejoría y la curación que siempre nos recompensaba porque
nos demostraba que todavía éramos útiles... Hoy día, con un ecosonograma es
mucho más fácil detectarlo, y la recompensa de la sonrisa del paciente es la
misma, pero el vencer la enfermedad descubriendo al monstruo en su
madriguera mediante el dominio de la clínica, fue inigualable para los de
nuestra generación. Cuántas historias como esta yacen olvidadas en las salas
de nuestros hospitales que cuentan de triunfos en pequeño sobre la
enfermedad y sus desgracias... Así es la vida del médico de hospital,
profesor universitario o no, hoy día despreciado y denigrado, con sueldos
que no alcanzan al de una doméstica...  ¡Es que la maldad de nuestros
gobernantes es demasiado grande!; peor aún !Es como que nos está gustando
que nos humillen...!



Por la toxicidad sistémica de su contenido, los abscesos purulentos,
doquiera se encuentren arrochelados, claman por su inmediata evacuación...
¡Cuán parecido con MI patria, Venezuela! Llena de bolsas virulentas
representadas por gobernantes e instituciones, encabezadas por el ilegítimo
y extranjero presidente dueño del poder omnímodo, siguiéndole el ¨poder
moral¨ ayuno de moral y valores trascendentes, y las bandas delictivas, allí
mismo arrimadas al poder, que muestran sus abscesos y pústulas saniosas que
reclaman un afilado bisturí que escindiendo la carne viva, deje salir la
pudrición y la maldad y nos reponga a tiempos mejores y más optimistas...

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He sido un clínico ¨de nación¨ desde que me asomé jojoto y temeroso a la
complejidad del hombre enfermo intentando su comprensión con ciencia,
técnica y humanitarismo -empresa para mucho más de una vida-.  MI país es la
parodia de una pústula abscedada a punto de reviente; he hecho lo que he
podido desde mi puesto de médico de hospital, pero nadie oye, casi todos
miran a otro lado y las verdades parece que no hay que repetirlas una y otra
vez so pena de incitar la ira de los poderosos. Hay que extirpar el mal de
raíz para que sobrevenga la inmediata mejoría, cunda el ánimo, se erradique
el hábito limosnero del pueblo, desaparezca el uniforme rojo que degrada, la
asistencia obligatoria a las marchas, la flojera colectiva inducida, el
rancho inmundo, la delincuencia desatada, la irredenta ignorancia, la
enfermedad sin reducto, el crecimiento de la pobreza, la mortalidad materna
e infantil en ascenso, el embarazo en adolescentes como expresión del ¨qué
c..... nos importa¨ y el escupitajo socialista: la prostitución de niñas, la
seguidilla de jóvenes que intentan salir del país aunque haya que saltar por
la borda e irse nadando, savia elaborada en nuestras instituciones
universitarias que aún heridas de muerte son capaces de dar lustre a tanto
joven que toca sus puertas...



Cuán dolorosa situación presenciar sin inmutarnos la desintegración de un
hermoso país, MI país, nuestro país; ¿cuándo reventaremos de hartura,
indignación y asco...? ¿Cuándo pediremos voz en cuello y todos al unísono
que el presidente y sus abscesos periféricos renuncien...?



Se lee en Inferno de Dan Brown, ¨El sacrificio selectivo es el orden natural
de Dios. Pregúntate, ¿qué siguió a la peste negra? Todos sabemos la
respuesta. El Renacimiento. Un renacer. Siempre ha sido así, a la muerte le
sigue el nacimiento. Para alcanzar el paraíso, el hombre debe pasar por el
infierno. Eso es lo que nos enseñó el Maestro...¨.




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