Elogio de la vergüenza y de la cleptocracia...
Rafael Muci-Mendoza
¡Qué tonto somos, lo más que podemos perder es la propia vida...!
Las definiciones de la revolución chavocomunista están impregnadas de
vergüenza y su sinónimo ignominia; ambas implican el efecto de una acción
deshonrosa o injusta, términos de los que son sinónimos. También la
revolución podría ser definida como una afrenta pública, en el sentido de
que constituye una ofensa de un grupo que queda a la vista de una comunidad
cuya repulsa la condena unánimemente. Aunque es una sensación humana de
conocimiento o percepción de deshonor, desgracia, o condenación, a fuerza de
repetir los actos ignominiosos, el ser humano se hace invulnerable a su
significado. La acción ignominiosa está relacionada con la desvergüenza y el
deshonor de una persona o un grupo de individuos a quien las consideraciones
morales les son indiferentes y que es consecuentemente objeto del descrédito
general, el cual en nuestro caso no les importa. Se suele emplear este
término para denunciar una situación de injusticia, generalmente cuando se
trata de la obra de un solo individuo que reúne cierta autoridad sobre una
comunidad... tal fue el caso de Chávez y ahora de sus sucesores.
El miedo nos paraliza a pesar de observar en forma nítida que el gobierno se
ha quedado desnudo, que la miseria y la perversidad se han entronizado y que
los gobernantes no conciben una renuncia... Atónitos presenciamos como se
reparten el país y silencian la historia, esa que no fue hecha para halagar
vanidosos ni ocultar sus crímenes y siendo que ella debe preservarse para
que los ciudadanos beban de la experiencia y prevengan sus errores, a todo
trance y sin vergüenza alguna continúan sus tropelía... ¿Será que no
aprenderemos la lección mirando el erial en que se transformado el país y
hacemos algo concreto para preservar lo que aún queda...? ¿Por qué aún nos
invade el miedo...? Tal vez una vieja fábula cuyo autor desconozco, pueda
encender una luz en nuestra pavura que nos haga comprender que aún somos
poderosos...
· Una vez, un hambriento León invitó a un Burro a cazar. Habiéndose
reunido, éste le dijo: -"Escóndete en la selva amigo Burro y rebuzna lo más
fuerte que puedas". El León observó a los lados de la selva y dijo: -"Yo me
esconderé en aquel agujero de salida. Cuando los animales estén asustados
por tu rebuzno, huirán hacia allá y los iré cazando uno tras otro". Una vez
listos, ambos pusieron en práctica lo acordado. Al pasar el rato, la treta
funcionó muy bien. Cuando el León ya tuvo muchas presas, el Burro salió de
su escondite para acercarse al León y preguntarle: -"¿Qué tal lo hice señor
León?" -"Muy buen trabajo amigo Burro." - Dijo el León, - "Ni yo mismo
hubiera tenido tanto susto de no saber que eras un simple Burro."
Moraleja. El miedo no te llega si sabes de donde viene...
Es cierto, sabemos de dónde el miedo viene y quien nos lo envía de mil
maneras, abiertamente o como mensaje subliminal. ¡Qué tonto somos, lo más
que podemos perder es la propia vida...! Mucho les llevamos de ventaja, para
comenzar su barco hace ya aguas por mil agujeros cercanos a la línea de
flotación y el timonel y sus oficiales son inexpertos y están para colmo
mojando sus pantalones y oscureciendo sus fondillos... Entre todos y con el
auxilio de muchos, de tirios y troyanos: dos enemigos o adversarios
irreconciliables que al parecer se han reconciliado, han forjado un sistema
que creían perfecto para sus raterías donde la cleptomanía es su bandera y
la cleptocracia su reino...
¿Y qué es la cleptocracia? No más que el establecimiento y desarrollo del
poder basado en la razón que es siempre del más fuerte y en el robo de
capitales, lo que se alcanza institucionalizando la corrupción y sus
derivados como el populismo, el nepotismo, el clientelismo político, el
sistema bancario facilitador, los periódicos y la televisión sumisos al
poder, el cambio de la historia y el peculado, de forma que estas acciones
delictivas queden impunes. Ello es debido a que estando corrompidos todos
los sectores del poder, desde la justicia, pasando por funcionarios de la
ley y todo el sistema político y económico, la solidaridad automática
funciona para encubrir el despojo -vean como en la Asamblea Nacional se
soslayan latrocinios y fechorías de grueso calibre, y como la Fiscal se
abstiene de cumplir con su deber cuando se trata de investigar su
¨familia¨-. Las economías basadas en la extracción de materias primas -la
nuestra es un ejemplo-: como minerales como el oro y el coltán, el uranio y
el petróleo, pueden ser particularmente propensas a generar cleptócratas.
Las economías basadas en la extracción de materias primas (ejemplo, los
minerales como el oro y el coltan, uranio y el petróleo) pueden ser
particularmente propensas a ser cleptócratas Así, todos los mecanismos del
gobierno del estado venezolano se dedican casi enteramente a gravar los
recursos y a la población (por medio de impuestos no retribuibles mediante
obras de utilidad pública, desvíos de fondos, inclusive, robos descarados
como ese que Edmée Betancourt expresidente de ese bochorno que es el Banco
Central de Venezuela asentó: "En la interferencia del año pasado, solamente
en dañarnos la economía y llegar nuevamente, eso que vino por el mercado
negro y toda esta cosa, se pasaron entre 15 mil y 20 mil millones de
dólares", espantosa denuncia, grito de los montes, donde no hay culpables
porque son ellos mismos; pagarán como siempre los ladrones de gallinas y los
pendejos raspa cupo. Los dirigentes del sistema, amasan grandes fortunas
personales, en especial el presidente y sus fichas más cercanas como
asambleístas, ministros, asesores personales, gobernantes asalariados de
otros países, narcotraficantes, vendedores de armas y delincuentes de toda
ralea. En la cleptocracia el dinero es lavado o se desvía a cuentas
bancarias secretas, por lo general en paraísos fiscales como Andorra, Suiza,
Islas Salomón, Barbuda, Antigua y Panamá donde el robo encubierto es
descubierto.
Pero más vale maña que fuerza, les hemos vencido, no han podido con nuestro
espíritu de libertad y en auxilio nuestro viene esta fábula, harto conocida:
¿Recuerdan ustedes las advertencias que le formulaba la hormiga -el sentido
común- a la cigarra -Maduro y Cía., sociedad de responsabilidad muy, pero
muy limitada-, con respecto a las consecuencias trágicas que le iba a
acarrear el no utilizar su tiempo más provechosamente, provisionándose para
el invierno en lugar de regalar el dinero y luego viajar a tontas y a locas
con los dineros usurpados al erario público mendigando un préstamo? En esta
versión vista a la venezolana, revienta la primavera luego de un invierno
muy inclemente y la hormiga ve venir a la cigarra de lo más campante, con
una sonrisa de Pedro El Escamoso de oreja a oreja, un envidiable color
canela en su piel y un exclusivo reloj Vacheron Constantin en su muñeca. Le
pregunta con asombro cómo es que ha podido sobrevivir a tan duro invierno
con el desplome de los precios petroleros, la deserción de muchos de sus
cercanos y todas esas zarandajas, y cómo era que no se había muerto ante
tanta carencia. La cigarra le contestó: «Cuando atisbé el arribo del
invierno me subí en mi avión Boeing Business Jet 2 de $73 millones con
destino a la República Dominicana, más precisamente a la odiada Romana,
donde siempre es verano. Entonando en la playa una melodía en mi violín con
un jaibol y dos bikinis a los lados me las ingenié para vivir desparratada
con el dinero que llevaba en mi talega. Ante esta respuesta la hormiga,
atónita, alcanzó a balbucear: "Mi querida Cigarra, ¿te puedo pedir un gran
favor?" La cigarra accedió y miren lo que se oyó: «La próxima vez que vayas
a La Romana, desvíate a España y visitas en el País Vasco, Laguardia, en
Álava, y la capilla de la Piedad de la Iglesia de San Juan, donde está
enterrado Félix María de Samaniego (1745-1801), el autor de esta fábula y
cuando estés ante su tumba, pregúntale si no estaría equivocado...».
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