A Cora Páez de Topel Capriles

A Cora Páez de Topel Capriles
A Cora Páez de Topel Capriles, gran amiga de Aziz Muci-Mendoza, él le recordaba al compositor de mediana edad Gustav von Aschenbach, protagonista de la película franco-italiana "Muerte en Venecia" (título original: Morte a Venezia) realizada en 1971 y dirigida por Luchino Visconti. Adaptación de la novela corta del mismo nombre del escritor alemán Thomas Mann.Se trata de una disquisición estético-filosófica sobre la pérdida de la juventud y la vida, encarnadas en el personaje de Tadzio, y el final de una era representada en la figura del protagonista.

lunes, 18 de mayo de 2015

Elogio de los perros y del error... Rafael Muci-Mendoza

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Elogio de los perros y del error...

Rafael Muci-Mendoza



Ladran Sancho, señal de que son perros...



Tanto hemos oído o leído sobre supuestas verdades que no se ajustan a la
realidad, reiterados errores repetidos, celebrados y comentados sin
sonrojo... pero que se siguen repitiendo y repitiendo como un eco. Epónimos
de enfermedades en las cuales el supuesto descriptor no es el verdadero sino
que otro, primariamente hizo el recuento; citas de frases famosas que nunca
fueron pronunciadas por los supuestos protagonistas de ellas o testimonios
de figurones que fueron tergiversados. Vivimos en tiempos de yerro
irresponsable y repetido, la ignorancia nos acogota al punto de que
podríamos decir con Jouvert: ¨La mediocridad es excelente en los ojos de los
mediocres¨.

Veamos algunos ejemplos que tratan de explicar este aserto:

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·        ¨Ladran, Sancho, señal que cabalgamos¨ (sic, por ¨Ladran, Sancho,
señal de que cabalgamos¨). Esta frase frecuentemente atribuida al Don
Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, no aparece en ninguna parte del
famoso libro. Se cree que podría ser una forma evolucionada de un proverbio
árabe: ¨Los perros ladran, la caravana pasa¨, o como piensa Ortega Morán, se
origina en el Poema Labrador de Goethe (1808):¨Pero sus estridentes ladridos
/ sólo son señal de que cabalgamos¨. Por error, hacia la primera mitad del
siglo XX se adicionó el nombre de Sancho. Duda no cabe que la disidencia
venezolana, que no ha podido ser destruida en más de tres lustros, origina
aullidos, gruñidos, bramidos y ronquidos entre quienes han asaltado y
arruinado el país.



·        ¨Elementary, my dear Watson¨: ¨Elemental mi querido Watson¨, es en
forma casi unánime frecuentemente atribuido a mi amado personaje, el
detective aficionado Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle: un verdadero
profesor de medicina según enseño a mis alumnos, pues concibió un
virtuosismo ¨diagnóstico¨ en el que apegado a la realidad, partía de la
observación de hechos insignificantes que al través de una argumentación
sencilla, diáfana e impecable, al igual que un clínico práctico, le conducía
a sorprendentes inducciones y deducciones y al exitoso cierre del complejo
caso. Sin embargo, en sesenta publicaciones, 56 historias cortas y 4
novelas, la frase de marras no aparece... No obstante, sí vemos a Sherlock
diciendo, ¨Superficial, mi querido Watson¨ o ¨Elemental¨, ambos por
separado. En libros, películas e historietas posteriores de otros autores es
donde se leen las combinaciones, ¨Elemental, mi buen Watson¨ o ¨Elemental,
mi querido Watson¨. Pero es que mi ductor virtual ha sido tan importante que
hasta se le considera un personaje viviente e inmortal, y como tal ha dado
lugar a otras concepciones equivocadas: Nunca existió en la brumosa Londres
de entonces el 221b de Baker Street; Sherlock nunca utilizó la gorra de
cazador de venados (deerstalker) con que frecuentemente se le relaciona, y
el hecho de que tengamos asociada la imagen de Holmes fumando en una pipa
curvada es falsa y se le debe a William Gillette el actor que interpretó en
1899 por primera vez al famoso detective encima de un escenario de teatro.
Es como la revolución bolivariana, pura ficción, hombres menudos, para poco
y de nuevo cuño para reemplazar al paradigma del gentilhombre, al hombre
generoso, lleno y liso...



·        ¨Alejarnos de la realidad del país sería muy peligroso (...) La
guerra económica no es ningún discurso, ni es ninguna entelequia, es una
realidad objetiva el daño que algunos sectores desde afuera y desde adentro
quieren hacerle al pueblo de Venezuela para buscarle un punto de inflexión
en su moral y  para acabar con la revolución bolivariana¨, dice hace poco el
ministro de la defensa. Si no fuera discurso ni entelequia, ¿para qué
aclarar...? El sector que ha declarado la guerra al pueblo venezolano ha
sido el régimen mismo que ha regalado la soberanía patria, y el grupo que
ciegamente le acompaña que se lo ha permitido. La inflación que sobrepasa el
100%, el valor del bolívar negro que remota los 300, las endemias y
epidemias emergentes y reemergentes desatadas y sin control, el estado de la
red hospitalaria, el paludismo en cotas que hacen revolcarse al Maestro
Gabaldón en su tumba, y la enfermedad de Chagas ya presente a nivel urbano
-Caracas, entre ellas-, las descomunales colas bajo un tórrido sol robando a
la gente el tiempo para construir una nación a que la improvisación e
ineptitud -por qué no decir perversidad- les obliga, donde no hay piedad con
ancianos ni discapacitados, ni  con las madres con sus hijos a cuesta ni
embarazadas que darán a luz criaturas de bajo peso y cerebro pequeño por
desnutrición y para colmo sin libertad. Hablan y hablan, gesticulan y
señalan mientras el lenguaje corporal les denuncia recordando la cita de
Alexander Pope (1688-1744): ¨Ocurre con la gente de mente pequeña lo mismo
que con las botellas de cuello estrecho. Cuanto menos contiene, más ruido
hacen al vaciarlas¨.

Sir William Osler (1849-1919), patólogo, clínico, educador, bibliófilo,
historiador y escritor del Hospital Johns Hopkins de Baltimore, llamado
¨Padre de la moderna medicina¨ y el Hipócrates Norteamericano, decía lo que
podría aplicarse a la Venezuela de nuestro tiempo: ¨El enemigo más peligroso
que tenemos que combatir no es la carencia de conocimientos, es la apatía,
el desinterés, es la indiferencia de cualquier causa¨ y ¨Mientras mayor la
ignorancia, mayor será el dogmatismo¨.



Según la frecuentemente comentada leyenda española cuya veracidad no
descansa en ninguna documentación, al salir de Granada camino de su exilio
en las Alpujarras y cuando coronaba un collado, Boabdil, último sultán de
Granada -llamado como el nuestro, el desdichado -, volvió la cabeza para ver
su ciudad por última vez y lloró, escuchando la recriminación de su madre la
sultana Aixa: ¨Llora como una mujer lo que no supiste defender como hombre¨.
¿Irá a llorar esta gente mirando en derredor su propio daño?



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