Obras selectas de grandes maestros
La muestra se exhibe en la galería CAF de Altamira
JESSICA MORÓN | EL UNIVERSAL
jueves 1 de agosto de 2013
"Lo interesante de esta muestra es que agrupa obras muy raras", advierte de entrada la curadora Mariela Provenzali, quien se dio a la tarea de reunir 24 obras de algunos de los grandes maestros del arte latinoamericano e iberoamericano para exhibirlos en la galería CAF.
Pero en la exposición no se muestran las "brujas" que pinta en sus lienzos el artista valenciano Oswaldo Vigas. Del español Manuel Cabré tampoco se exponen sus paisajes en óleo del valle de Caracas. Ni las imponentes esculturas de Alejandro Otero.
La muestra Obras selectas "reúne una selección muy puntual de esos trabajos atípicos y poco conocidos que posteriormente formaron parte de la obra definitiva de nuestros artistas y de otros creadores internacionales", explica Provenzali, quien hurgó en los depósitos de la Universidad Simón Bolívar -institución que le permitió acceder a su colección, compuesta por más de 400 obras, gran parte de ellas donadas en 1987 por la fundación Blanca Álvarez- para montar la exposición, que alberga esculturas, pinturas y cerámica.
"Las obras te piden conversar. Entre ellas, hay una conexión que las pone a dialogar la una con la otra", dice la curadora, quien situó una pintura del artista venezolano Armando Reverón frente a una escultura del croata Seka.
"Ambas conviven perfectamente, porque comparten una tonalidad cromática: el añil", comenta la también museógrafa, que relaciona los tintes azules del vestido de la Juanita de Reverón con los pigmentos de color índigo que utilizó Severin Tudja en su Esfera blanca y azul.
Y lo mismo sucede con una pieza del escultor nacido en Adícora, Cándido Millán, que está colocada junto a una pintura abstracta de Oswaldo Vigas. "Esas tonalidades de color marrón presentes en La serie Piedras fértiles de Vigas se repiten en El paredon de Millán", describe Provenzali.
Así, la forma de una pieza sin título de la escultora francesa-venezolana Colette Delozanne "parece dibujarse en el lienzo de la pintora cubana Amelia Peláez", sostiene la curadora, quien ubicó ambas obras junto a una composición de collages de la artista visual de origen alemán y con nacionalidad venezolana Luisa Ritcher y otra de la pintora española Isabel Pons.
"Ritcher y Pons se conectan con tonalidades diferentes del color azul, también usado por Peláez y otros artistas", detalla Provenzali, quien confiesa que curando la muestra descubrió que hay una predilección por el azul, "que se repite en varias de estas obras".
Y una esquina de la sala está dedicada a los artistas cinéticos: Carlos Cruz- Diez y Jesús Soto, situados junto a dos piezas de Julio Le Parc y Omar Carreño. "Este grupo de creadores comparte un diálogo centrado en la estética del movimiento", apunta Provenzali, quien completa la exhibición con una selección de ceramistas: Jorge Wilmot, María Luisa Tovar y Reyna Herrera, "cuyo trabajo necesita ser difundido, tal como lo hizo Blanca Álvarez", concluye.
Pero en la exposición no se muestran las "brujas" que pinta en sus lienzos el artista valenciano Oswaldo Vigas. Del español Manuel Cabré tampoco se exponen sus paisajes en óleo del valle de Caracas. Ni las imponentes esculturas de Alejandro Otero.
La muestra Obras selectas "reúne una selección muy puntual de esos trabajos atípicos y poco conocidos que posteriormente formaron parte de la obra definitiva de nuestros artistas y de otros creadores internacionales", explica Provenzali, quien hurgó en los depósitos de la Universidad Simón Bolívar -institución que le permitió acceder a su colección, compuesta por más de 400 obras, gran parte de ellas donadas en 1987 por la fundación Blanca Álvarez- para montar la exposición, que alberga esculturas, pinturas y cerámica.
"Las obras te piden conversar. Entre ellas, hay una conexión que las pone a dialogar la una con la otra", dice la curadora, quien situó una pintura del artista venezolano Armando Reverón frente a una escultura del croata Seka.
"Ambas conviven perfectamente, porque comparten una tonalidad cromática: el añil", comenta la también museógrafa, que relaciona los tintes azules del vestido de la Juanita de Reverón con los pigmentos de color índigo que utilizó Severin Tudja en su Esfera blanca y azul.
Y lo mismo sucede con una pieza del escultor nacido en Adícora, Cándido Millán, que está colocada junto a una pintura abstracta de Oswaldo Vigas. "Esas tonalidades de color marrón presentes en La serie Piedras fértiles de Vigas se repiten en El paredon de Millán", describe Provenzali.
Así, la forma de una pieza sin título de la escultora francesa-venezolana Colette Delozanne "parece dibujarse en el lienzo de la pintora cubana Amelia Peláez", sostiene la curadora, quien ubicó ambas obras junto a una composición de collages de la artista visual de origen alemán y con nacionalidad venezolana Luisa Ritcher y otra de la pintora española Isabel Pons.
"Ritcher y Pons se conectan con tonalidades diferentes del color azul, también usado por Peláez y otros artistas", detalla Provenzali, quien confiesa que curando la muestra descubrió que hay una predilección por el azul, "que se repite en varias de estas obras".
Y una esquina de la sala está dedicada a los artistas cinéticos: Carlos Cruz- Diez y Jesús Soto, situados junto a dos piezas de Julio Le Parc y Omar Carreño. "Este grupo de creadores comparte un diálogo centrado en la estética del movimiento", apunta Provenzali, quien completa la exhibición con una selección de ceramistas: Jorge Wilmot, María Luisa Tovar y Reyna Herrera, "cuyo trabajo necesita ser difundido, tal como lo hizo Blanca Álvarez", concluye.
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