Así no era
El Nacional 10 DE JULIO 2015 - 00:09
Copio el título de un excelente artículo de Elsa Cardozo publicado por este diario el pasado 28 de junio. En el mismo se refería a la manera equivocada del chavismo de utilizar la pasajera riqueza petrolera para forjar alianzas y falsas solidaridades. Destaca en particular el caso de las relaciones con Guyana, las cuales han desembocado en una creciente agresividad, no obstante los inmensos recursos invertidos por Venezuela para lograr su solidaridad y la de sus socios del Caribe.
Guyana nos ha dado la espalda y se ha burlado de la reclamación histórica de Venezuela sobre el Esequibo y sus aguas territoriales. Ante este hecho –agrego– después de muchas concesiones y omisiones, el actual gobierno trata ahora de sacarle provecho electoral a su olvido de la defensa de la soberanía nacional, inventando un conflicto internacional que apela a la siempre dispuesta veta del nacionalismo a ultranza. La costosa solidaridad con los débiles se transforma, con razón o sin ella, en la ofensa al pequeño.
El planteamiento me ha hecho recordar una anécdota de hace más de 35 años. Venía la elección de presidente del Banco Interamericano de Desarrollo y había dos candidatos. El mexicano, que iba por la reelección, y un venezolano con buenas calificaciones que proponía nuestro gobierno. En una reunión anual conjunta del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, celebrada en Washington D.C., se hacía la campaña por uno u otro candidato. El ministro venezolano se reunió con los de Centroamérica para buscar su apoyo.
Yo era por entonces director ejecutivo ante el Banco Mundial y había hecho buena amistad con el ministro de Hacienda de Nicaragua, Joaquín Cuadra Chamorro. Don Joaquín era el único viejo del gobierno de la recién triunfante revolución sandinista, padre de dos de sus comandantes. Habíamos acordado reunirnos para conversar y tomar unos tragos en su habitación después del encuentro con el ministro venezolano. Me acompañaba Francisco García Palacios, miembro de nuestra delegación.
Cuando llegamos le preguntamos a don Joaquín por el resultado del encuentro. Nos dijo que no se había obtenido el apoyo de los países del istmo porque el ministro venezolano había utilizado el único argumento que ellos no podían aceptar. Les dijo: “Tienen que votar por nuestro candidato porque nosotros les hemos dado mucho dinero”. Traduzco lo que entendieron los centroamericanos: “Ustedes han sido comprados”. Eso los ofendía. Y como resultado el candidato venezolano no obtuvo sus votos.
Esa manera chabacana y ofensiva de un ministro venezolano de cuyo nombre no quiero acordarme es la misma que se ha intentado utilizar con los países del Caribe por el actual gobierno. Modalidad que acaso pueda ser efectiva mientras se es el ricachón de la comarca, pero que deja de ser eficaz y se torna contraproducente cuando la riqueza se reduce y los ofendidos encuentran la oportunidad de expresarse.
Elsa Cardozo concluye su artículo diciendo lo siguiente: “Así no era como se debía aprovechar la posibilidad que el gobierno de Venezuela tuvo de cooperar y ser genuinamente solidario”. Así la perdió el avasallante movimiento chavista. Esa posibilidad se aprovechó desde el aumento de los precios del petróleo en 1974, mientras la política económica internacional la dirigió ese gran venezolano que fue Manuel Pérez Guerrero. Más tarde, cuando la cooperación se transformó en un arma de chantaje, solo se logró que la cooperación alimentara al resentimiento. Lo que ahora se revela en las agresividades de Guyana, consciente de la debilidad de un gobierno que ha intentado doblegarla con una riqueza decreciente y comprarla mostrando, además, descuido en la histórica disputa territorial.
Así no es como debemos tratar a los vecinos. Y así no es como queremos que ellos nos traten. Moraleja: el camino de la claudicación y la agresividad está empedrado por golpes de pecho supuestamente nacionalistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario