ENTREVISTA RAFAEL MUCI, PRESIDENTE DE LA ACADEMIA NACIONAL DE MEDICINA
"La gente se muere de mengua en los hospitales venezolanos"
"Allí lo que hay es un gran desprecio por los enfermos , mientras los médicos hemos sido degradados" "Los médicos comunitarios que llegaron al Vargas no sabían elaborar una historia médica"
Rafael Muci encuentra en la politización de la salud el origen de una crisis asistencial que "ha llegado a un terrible punto de degeneración" OSWER DIAZ MIRELES
ROBERTO GIUSTI | EL UNIVERSAL
domingo 1 de septiembre de 2013
¿Qué va a hacer usted ahora? , cuenta Rafael Muci que le preguntó uno de sus profesores luego de obtener el título de médico. "Pues, voy a quedarme en el Hospital (Vargas) toda la vida". El joven cumplió su deseo, pero tomó la previsión de dedicarse, en paralelo, a la medicina privada. Hoy en día, ya jubilado y después de 47 años de labor docente, su sueldo de profesor titular jubilado alcanza a los 672 bolívares mensuales.
"El Hospital Vargas ha sido mi vida", advierte, pero reconoce que la medicina privada le permitió que esa vida no fuera de estrechez.
-Chávez concebía la medicina como un acto de amor. ¿Cree usted que en los hospitales públicos se trata a los paciente de esa forma?
-La medicina es un acto de amor, desde sus inicios estuvo animada por ese sentimiento y el médico debe expresarlo por los demás. Ahora, si llevamos esto a los hospitales, lo que encontramos es un gran desamor. Lo ha habido desde hace tiempo y ha ocurrido en la medida en que los médicos hemos sido degradados con el criterio de que somos unos comerciantes o unos asaltantes de camino, cuando realmente no es así.
-Tiene usted muchos años de servicio en el Hospital Vargas. ¿Cuándo y cómo operó ese desamor?
-Tengo 53 años allí, desde que era estudiante de medicina y allí hubo algo de romanticismo: el año en que me casé coincidió con mi entrada en la docencia (1965). Y yo quería pedir mi jubilación cuando cumplieran los 50 años de esos dos hechos.
-¿Que se lo impidió?
-Cuando los médicos comunitarios llegaron al hospital supe que estaba ante una situación intolerable. Entre otras razones porque no podía cohonestar, siendo docente, realidades como su muy baja preparación. No podía convivir con esa situación y para mí fue algo doloroso porque los alumnos de años inferiores siempre me decían: "doctor, usted me va a dar clases el año próximo" y yo no podía responderles. Sin embargo, los médicos comunitarios ya no están, al menos en la salas de medicina interna. No pudieron adaptarse y era lógico que así fuese porque resultaba imposible enseñar a alguien que no sabía elaborar una historia médica. Y eso ganando más del doble de lo que ganaban mis alumnos al graduarse y ya debidamente preparados.
-¿Se están perdiendo vidas en manos de estos médicos?
-Tengo entendido que en el caso de (Iván) Simonovis hubo una confusión porque lo llevaron al (Hospital) Victorino Santaella con un cuadro febril y le diagnosticaron un problema respiratorio o una infección urinaria. Sólo que era una peritonitis. De manera que no me extraña que eso esté ocurriendo porque cómo puede diagnosticar alguien si no sabe hacer una historia clínica, herramienta principal del médico.
-Al margen de los médicos comunitarios integrales, ¿cómo están funcionando los hospitales públicos?
-Yo hablaría por el Hospital Vargas, donde aún tengo una consulta de Neuro-Oftalmología. Muchos de esos pacientes van a Cirugía y ya se sabe que tendrán que esperar hasta tres meses, ocupando una cama y sin poderse ir porque pierden el cupo. Eso es terrible porque además de la espera, los familiares del paciente deben llevarle la comida, la ropa de cama y muchas veces los medicamentos, sin contar los exámenes (resonancia) que deben pagarlas. De manera que allí no hay nada de amor sino un gran desprecio por la persona. Desgraciadamente nosotros, los médicos, nos hemos hecho cómplices de esa situación porque no nos queda otro camino sino seguir. Lo otro sería irnos y dejarle eso al Gobierno a ver cómo lo arregla.
-¿No es una lucha inútil?
-Hasta cierto punto sí. Hemos llegado a un punto terrible de degeneración. El desayuno, por ejemplo, ya no se sirve a los paciente en hospitales como el de los Magallanes de Catia. Y mientras eso ocurre, le seguimos regalando a Cuba todo el petróleo que necesita. Los médicos tenemos el privilegio de experimentar la miseria humana en todos los estratos sociales. La vemos en el paciente pobre (el pata en el suelo, como se les decía antes) y en el banquero. Todos nos vamos a morir, pero a aquellos les sucederá más rápido porque a éstos nosotros le prolongamos la vida, quizás inútilmente.
-Por lo que usted dice, ¿no hay gente que se muere de mengua?
-No le quepa la menor duda. Uno dice que mueren de mengua porque ¿quiénes son los habitués en los hospitales? Tuberculosos, enfermos de sida y de cáncer en los estadios más avanzados. Gangrena diabética, que no debería ser si el paciente estuviera controlado. Todo lo han ido destruyendo. Las vacunas son otro ejemplo. Hasta el año pasado no se sabía cómo estaban vacunando, de dónde vienen las vacunas o si se conserva la cadena en frío. Además, muchas se perdieron y no se sabe quién se las llevó.
-Durante la gestión de la ministra Sader se hizo una inversión mil millonaria en hospitales. Ahora se anuncia una inyección de 900 millones de bolívares por parte de un estado mayor.
-Se anuncia micromisiones y mi amigo el doctor José Félix Oletta habla de "microresultados" porque no van al fondo del asunto. Ahora, en el Hospital Vargas se inició una famosa remodelación que ya lleva siete años. Todo ese dinero se lo robaron y a los nuevos equipos no se les da mantenimiento porque la compra se hizo a través de Cuba, luego de escoger, probablemente, lo peor y sin ninguna garantía.
-Nicolás Maduro ha anunciado intervenciones de centros hospitalarios.
-Si yo, presidente, soy el padre y los ministros mis hijos, el responsable soy yo. Aquí al principio los ministros eran militares, luego vino una médico militar (la doctora Sader) y ahora tenemos a la doctora Iturria, quien es una profesional valiosa, pero ya se sabe que la manzana podrida echa a perder a las que se encuentran sanas. Apenas llegan al cargo los invade la prepotencia y no permiten que nadie les diga nada.
-¿Obedece esta crisis al hecho de que el Estado, per se, es incapaz de prestar un servicio de salud digno o que este Gobierno resulta especialmente inepto?
-La incapacidad total es evidente. Pero en el origen del mal está la politización de la salud. Antes los directores de los hospitales estaba formados para acometer esa tarea tan compleja. Pero aquí, como se tiene una visión tan elemental, yo diría, incluso, marginal, se ha llegado al terrible punto en el cual nos encontramos.
-Ese desprecio por la vida del ser humano, obedece, ¿a una intención manifiesta o, en este caso, también, a la incapacidad?
-Hay mucho de incapacidad, pero todo lo que ha pasado en Venezuela obedece a una intención manifiesta. Un ejemplo es el del hampa descontrolada. Aquí nada ocurre por azar. Los primeros médicos cubanos llegaron con la tragedia de Vargas porque allí están preparados para asumir cualquier catástrofe en cualquier país como cabeza de playa para su intervención. Estamos ante el intento por doblegar al ciudadanos, humillarlo y arrodillarlo para disponer del poder total.
-Cuando la democracia representativa, ¿no funcionaban mal los hospitales?
-Funcionaban menos mal que ahora. Pero se fue politizando la salud y llegó el momento en que ningún Gobierno continuaba el plan que había aplicado su antecesor. Cuando me inicié en la medicina el Vargas era una referencia nacional, venían pacientes de todo el país. Ahí se formaban las grandes escuelas de clínica médica y de cirugía. Eso fue cambiando con el tiempo, no hubo continuidad y con la politiquería se inició el deterioro de los servicios de salud. Los hospitales públicos se convirtieron en depósitos de enfermos con problemas médicos y quirúrgicos no resueltos, en morideros de gente, todo a un costo impresionante.
-¡Cuál sería la solución: un sistema nacional de salud pública o la privatización de la medicina?
-Es que ya está privatizada. Cuando usted va al hospital, no le dan los alimentos, ni las medicinas y usted debe pagar los exámenes, ¿cómo se llama eso?
-La diferencia está en que la medicina privada formal funciona. Y ese tipo de medicina privada, en los hospitales públicos, no.
-En otros países el Gobierno no se encarga de la salud sino que hay entes privadas que dan la respuesta . Así funciona en Colombia. Yo sí creo que desgraciadamente tendremos que hacer algo así. Gente que conozca la medicina y pueda llevar adelante lo que otros no han sabido hacer.
"El Hospital Vargas ha sido mi vida", advierte, pero reconoce que la medicina privada le permitió que esa vida no fuera de estrechez.
-Chávez concebía la medicina como un acto de amor. ¿Cree usted que en los hospitales públicos se trata a los paciente de esa forma?
-La medicina es un acto de amor, desde sus inicios estuvo animada por ese sentimiento y el médico debe expresarlo por los demás. Ahora, si llevamos esto a los hospitales, lo que encontramos es un gran desamor. Lo ha habido desde hace tiempo y ha ocurrido en la medida en que los médicos hemos sido degradados con el criterio de que somos unos comerciantes o unos asaltantes de camino, cuando realmente no es así.
-Tiene usted muchos años de servicio en el Hospital Vargas. ¿Cuándo y cómo operó ese desamor?
-Tengo 53 años allí, desde que era estudiante de medicina y allí hubo algo de romanticismo: el año en que me casé coincidió con mi entrada en la docencia (1965). Y yo quería pedir mi jubilación cuando cumplieran los 50 años de esos dos hechos.
-¿Que se lo impidió?
-Cuando los médicos comunitarios llegaron al hospital supe que estaba ante una situación intolerable. Entre otras razones porque no podía cohonestar, siendo docente, realidades como su muy baja preparación. No podía convivir con esa situación y para mí fue algo doloroso porque los alumnos de años inferiores siempre me decían: "doctor, usted me va a dar clases el año próximo" y yo no podía responderles. Sin embargo, los médicos comunitarios ya no están, al menos en la salas de medicina interna. No pudieron adaptarse y era lógico que así fuese porque resultaba imposible enseñar a alguien que no sabía elaborar una historia médica. Y eso ganando más del doble de lo que ganaban mis alumnos al graduarse y ya debidamente preparados.
-¿Se están perdiendo vidas en manos de estos médicos?
-Tengo entendido que en el caso de (Iván) Simonovis hubo una confusión porque lo llevaron al (Hospital) Victorino Santaella con un cuadro febril y le diagnosticaron un problema respiratorio o una infección urinaria. Sólo que era una peritonitis. De manera que no me extraña que eso esté ocurriendo porque cómo puede diagnosticar alguien si no sabe hacer una historia clínica, herramienta principal del médico.
-Al margen de los médicos comunitarios integrales, ¿cómo están funcionando los hospitales públicos?
-Yo hablaría por el Hospital Vargas, donde aún tengo una consulta de Neuro-Oftalmología. Muchos de esos pacientes van a Cirugía y ya se sabe que tendrán que esperar hasta tres meses, ocupando una cama y sin poderse ir porque pierden el cupo. Eso es terrible porque además de la espera, los familiares del paciente deben llevarle la comida, la ropa de cama y muchas veces los medicamentos, sin contar los exámenes (resonancia) que deben pagarlas. De manera que allí no hay nada de amor sino un gran desprecio por la persona. Desgraciadamente nosotros, los médicos, nos hemos hecho cómplices de esa situación porque no nos queda otro camino sino seguir. Lo otro sería irnos y dejarle eso al Gobierno a ver cómo lo arregla.
-¿No es una lucha inútil?
-Hasta cierto punto sí. Hemos llegado a un punto terrible de degeneración. El desayuno, por ejemplo, ya no se sirve a los paciente en hospitales como el de los Magallanes de Catia. Y mientras eso ocurre, le seguimos regalando a Cuba todo el petróleo que necesita. Los médicos tenemos el privilegio de experimentar la miseria humana en todos los estratos sociales. La vemos en el paciente pobre (el pata en el suelo, como se les decía antes) y en el banquero. Todos nos vamos a morir, pero a aquellos les sucederá más rápido porque a éstos nosotros le prolongamos la vida, quizás inútilmente.
-Por lo que usted dice, ¿no hay gente que se muere de mengua?
-No le quepa la menor duda. Uno dice que mueren de mengua porque ¿quiénes son los habitués en los hospitales? Tuberculosos, enfermos de sida y de cáncer en los estadios más avanzados. Gangrena diabética, que no debería ser si el paciente estuviera controlado. Todo lo han ido destruyendo. Las vacunas son otro ejemplo. Hasta el año pasado no se sabía cómo estaban vacunando, de dónde vienen las vacunas o si se conserva la cadena en frío. Además, muchas se perdieron y no se sabe quién se las llevó.
-Durante la gestión de la ministra Sader se hizo una inversión mil millonaria en hospitales. Ahora se anuncia una inyección de 900 millones de bolívares por parte de un estado mayor.
-Se anuncia micromisiones y mi amigo el doctor José Félix Oletta habla de "microresultados" porque no van al fondo del asunto. Ahora, en el Hospital Vargas se inició una famosa remodelación que ya lleva siete años. Todo ese dinero se lo robaron y a los nuevos equipos no se les da mantenimiento porque la compra se hizo a través de Cuba, luego de escoger, probablemente, lo peor y sin ninguna garantía.
-Nicolás Maduro ha anunciado intervenciones de centros hospitalarios.
-Si yo, presidente, soy el padre y los ministros mis hijos, el responsable soy yo. Aquí al principio los ministros eran militares, luego vino una médico militar (la doctora Sader) y ahora tenemos a la doctora Iturria, quien es una profesional valiosa, pero ya se sabe que la manzana podrida echa a perder a las que se encuentran sanas. Apenas llegan al cargo los invade la prepotencia y no permiten que nadie les diga nada.
-¿Obedece esta crisis al hecho de que el Estado, per se, es incapaz de prestar un servicio de salud digno o que este Gobierno resulta especialmente inepto?
-La incapacidad total es evidente. Pero en el origen del mal está la politización de la salud. Antes los directores de los hospitales estaba formados para acometer esa tarea tan compleja. Pero aquí, como se tiene una visión tan elemental, yo diría, incluso, marginal, se ha llegado al terrible punto en el cual nos encontramos.
-Ese desprecio por la vida del ser humano, obedece, ¿a una intención manifiesta o, en este caso, también, a la incapacidad?
-Hay mucho de incapacidad, pero todo lo que ha pasado en Venezuela obedece a una intención manifiesta. Un ejemplo es el del hampa descontrolada. Aquí nada ocurre por azar. Los primeros médicos cubanos llegaron con la tragedia de Vargas porque allí están preparados para asumir cualquier catástrofe en cualquier país como cabeza de playa para su intervención. Estamos ante el intento por doblegar al ciudadanos, humillarlo y arrodillarlo para disponer del poder total.
-Cuando la democracia representativa, ¿no funcionaban mal los hospitales?
-Funcionaban menos mal que ahora. Pero se fue politizando la salud y llegó el momento en que ningún Gobierno continuaba el plan que había aplicado su antecesor. Cuando me inicié en la medicina el Vargas era una referencia nacional, venían pacientes de todo el país. Ahí se formaban las grandes escuelas de clínica médica y de cirugía. Eso fue cambiando con el tiempo, no hubo continuidad y con la politiquería se inició el deterioro de los servicios de salud. Los hospitales públicos se convirtieron en depósitos de enfermos con problemas médicos y quirúrgicos no resueltos, en morideros de gente, todo a un costo impresionante.
-¡Cuál sería la solución: un sistema nacional de salud pública o la privatización de la medicina?
-Es que ya está privatizada. Cuando usted va al hospital, no le dan los alimentos, ni las medicinas y usted debe pagar los exámenes, ¿cómo se llama eso?
-La diferencia está en que la medicina privada formal funciona. Y ese tipo de medicina privada, en los hospitales públicos, no.
-En otros países el Gobierno no se encarga de la salud sino que hay entes privadas que dan la respuesta . Así funciona en Colombia. Yo sí creo que desgraciadamente tendremos que hacer algo así. Gente que conozca la medicina y pueda llevar adelante lo que otros no han sabido hacer.
EL MÉDICO ES LA MEDICINA
EL UNIVERSAL
domingo 1 de septiembre de 2013 12:00 AM
"Yo de este país no me voy. Primero porque la medicina que viví en los EE.UU, el sitio donde tuve parte de mi formación, es tremendamente inhumano. Entonces, yo prefiero que me vea un médico comunitario y me despache en 72 horas, que ir a pasar trabajo en otros países donde la medicina resulta tan costosa".
-En Europa funciona la medicina pública.
-Ya lo se. Pero no se crea que en España las cosas son fáciles según me dicen mis alumnos. Ahora, el desenlace yo no lo voy a ver porque ya estoy en lista de espera. Pero resulta muy doloroso porque en Venezuela llegamos a tener una medicina de alta calidad. Los alumnos que acaban de salir de la universidad, digamos, hace tres años, ya tienen puestos asegurados en el exterior y están luciéndose porque aquí la formación siempre fue superior. También se trabajaba con mucha mística y eso también se ha acabado.
-La salida, inaccesible para muchos, han sido las clínicas privadas.
-Yo siempre me quejaba cuando mis compañeros se iban del hospital porque acude mucha gente por la cual uno debe hacer todo lo que pueda. No se cura el cáncer con una curita, pero uno debe estar ahí.
-Los médicos del pasado, hasta hace quizás algo más de un siglo, "morían" con sus pacientes a pesar de no tener una cura a la mano.
-No sólo eso. Para 1945, en la farmacopea británica, un elevadísimo porcentaje de medicamentos eran placebos, sin ningún efecto terapéutico. Entonces, parafraseando a un médico psiquiatra inglés, yo le digo a mis alumnos que la primera medicina que prescribe un médico es él mismo. Toda la vida los médicos hemos curado por presencia, aunque cada día la medicina se hace más compleja. Pero uno termina por llevarse a la casa los padecimientos de los pacientes. Es inevitable.
-En Europa funciona la medicina pública.
-Ya lo se. Pero no se crea que en España las cosas son fáciles según me dicen mis alumnos. Ahora, el desenlace yo no lo voy a ver porque ya estoy en lista de espera. Pero resulta muy doloroso porque en Venezuela llegamos a tener una medicina de alta calidad. Los alumnos que acaban de salir de la universidad, digamos, hace tres años, ya tienen puestos asegurados en el exterior y están luciéndose porque aquí la formación siempre fue superior. También se trabajaba con mucha mística y eso también se ha acabado.
-La salida, inaccesible para muchos, han sido las clínicas privadas.
-Yo siempre me quejaba cuando mis compañeros se iban del hospital porque acude mucha gente por la cual uno debe hacer todo lo que pueda. No se cura el cáncer con una curita, pero uno debe estar ahí.
-Los médicos del pasado, hasta hace quizás algo más de un siglo, "morían" con sus pacientes a pesar de no tener una cura a la mano.
-No sólo eso. Para 1945, en la farmacopea británica, un elevadísimo porcentaje de medicamentos eran placebos, sin ningún efecto terapéutico. Entonces, parafraseando a un médico psiquiatra inglés, yo le digo a mis alumnos que la primera medicina que prescribe un médico es él mismo. Toda la vida los médicos hemos curado por presencia, aunque cada día la medicina se hace más compleja. Pero uno termina por llevarse a la casa los padecimientos de los pacientes. Es inevitable.
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