Kronos Quartet, la espeleología musical que cumple cuatro décadas
"Me alegro de que el tiempo avance. A veces avanza demasiado rápido. puedo recordar el primer ensayo que hicimos, el primer concierto, el primer estreno mundial...parece que pasó hace poco. Pero cuando haces algo que te gusta, el tiempo pasa muy rápido", asegura Harrington en una entrevista con Efe.
Kronos ha interpretado todos los estilos (German CityGirl)
EL UNIVERSAL
viernes 26 de julio de 2013 03:09 PM
Nueva York.- Nueva York celebra en el Lincoln Center el 40 aniversario de Kronos Quartet, la formación fundada por David Harrington en Seattle (Washington) en 1973 que se ha dedicado a explorar, casi de manera espeleológica, las sinergias entre cuatro instrumentos comunicándose con las diferentes culturas del mundo.
Kronos era el dios griego de las edades, por lo que temer el paso de los años sería como tenerse miedo a sí mismos.
"Me alegro de que el tiempo avance. A veces avanza demasiado rápido. puedo recordar el primer ensayo que hicimos, el primer concierto, el primer estreno mundial...parece que pasó hace poco. Pero cuando haces algo que te gusta, el tiempo pasa muy rápido", asegura Harrington en una entrevista con Efe.
Pero Kronos, además del tiempo, tiene en el espacio su otra coordenada y el recorrido vital de dos violines, una viola y un violonchelo ha viajado desde el rincón poético con Allen Ginsberg al pop del siglo XXI con Nelly Furtado, pasando por el glam con David Bowie, la música experimental con Lauire Anderson, el piano de Philip Glass o los tangos con Ástor Piazzolla.
Todos ellos han querido llamar a las cuatro puertas que hacen reverberar de manera mágica cualquier género y que, originalmente, abrían Harrington, Jim Shallenberger, TIm Killian y Walter Gray.
"Soy un coleccionista de experiencias musicales. Lo que pasa es que cuando la gente suficiente se da cuenta de ello, te ayudan. si eres niño, coleccionas bichos, sellos, piedras... tus familiares miran por ti y tus amigos y colaboran", asegura el único miembro original del cuarteto, que se ha ido reponiendo a sus compañeros con músicos a menudo formados por su propia escuela, el Under 30 Project.
Ganadores de un Grammy en 2004, vendedores de millones de discos e innovadores escarbando en las músicas milenarias, Kronos Quartet se entrega estos días al público neoyorquino con una suerte de síntesis de su flexibilidad musical, con Harrington y John Sherba al violín, Hank Durtt a la viola y Sunny Yang en el violonchelo.
Cinco conciertos al aire libre que, hasta el domingo, les hacen interactuar con la intensidad ucraniana de Mariana Sadovska en la pieza de estreno "Chernobyl. The Harvest", con la música ambidiestra Emily Wels, la vietnamita Vanessa Vo o el gurú de la música electrónica Dan Deacon, con el que cerrarán este ciclo titulado "Kronos at 40" y que se complemente con danza contemporánea de Mark Dendy.
"Esperamos que en la serie de conciertos el público tenga la oportunidad de experimentar algo del espectro de nuestro trabajo, de las diferentes direcciones en las que estamos interesados", dice Harrington, y aunque sea marcando los diferentes países del planeta que recorrerán con su música se demuestra que lo consiguen.
Según el músico, de hecho, su música es "una manera de afrontar las fuerzas del universo". "Me gusta la ciencia, me gusta aprender cosas. Creo que todo el mundo disfruta aprendiendo algo nuevo. Te hace sentir bien, te hace pensar que el mundo no es tan complejo ni tan oscuro como para dejar de explorarlo", asegura.
La labor de Kronos Quartet, sería, entonces, la del cicerone que guía al público por ese viaje iniciático por lo desconocido. "El público no tiene que perder esas 24 horas que pasamos al día en la música, pero tienen que confiar en nuestros criterios. En esa música que nos ha dado magnetismo, que nos ha hecho sentir más vivos. Queremos que piensen en que hay música que no conocían, que hay vida que no conocían. Que es maravilloso estar vivo", dice Harrington.
En su apuesta minimalista en lo conceptual, Kronos Quartet ha sido prolífico como pocos a través de decenas de discos, un buen puñado de películas -entre ellas, la célebre interpretación de Lux Aeterna de Clint Mansell que hicieron en "Réquiem por un sueño", de Darren Aronofsky- y millares de conciertos. Pero Harrington sigue estando donde quiere estar.
"Es duro ser músico. No es una vida fácil, viajando todo el día, ensayos... Pero lo que la vida te da a cambio a ti y a tus familiares es algo inmenso. Lo que tu familia tiene es a uno de sus miembros muy feliz, y eso da energía al resto. Lo que tengo yo es una increíble satisfacción, conociendo a algunas de las personas más creativas que existen", concluye.
Kronos era el dios griego de las edades, por lo que temer el paso de los años sería como tenerse miedo a sí mismos.
"Me alegro de que el tiempo avance. A veces avanza demasiado rápido. puedo recordar el primer ensayo que hicimos, el primer concierto, el primer estreno mundial...parece que pasó hace poco. Pero cuando haces algo que te gusta, el tiempo pasa muy rápido", asegura Harrington en una entrevista con Efe.
Pero Kronos, además del tiempo, tiene en el espacio su otra coordenada y el recorrido vital de dos violines, una viola y un violonchelo ha viajado desde el rincón poético con Allen Ginsberg al pop del siglo XXI con Nelly Furtado, pasando por el glam con David Bowie, la música experimental con Lauire Anderson, el piano de Philip Glass o los tangos con Ástor Piazzolla.
Todos ellos han querido llamar a las cuatro puertas que hacen reverberar de manera mágica cualquier género y que, originalmente, abrían Harrington, Jim Shallenberger, TIm Killian y Walter Gray.
"Soy un coleccionista de experiencias musicales. Lo que pasa es que cuando la gente suficiente se da cuenta de ello, te ayudan. si eres niño, coleccionas bichos, sellos, piedras... tus familiares miran por ti y tus amigos y colaboran", asegura el único miembro original del cuarteto, que se ha ido reponiendo a sus compañeros con músicos a menudo formados por su propia escuela, el Under 30 Project.
Ganadores de un Grammy en 2004, vendedores de millones de discos e innovadores escarbando en las músicas milenarias, Kronos Quartet se entrega estos días al público neoyorquino con una suerte de síntesis de su flexibilidad musical, con Harrington y John Sherba al violín, Hank Durtt a la viola y Sunny Yang en el violonchelo.
Cinco conciertos al aire libre que, hasta el domingo, les hacen interactuar con la intensidad ucraniana de Mariana Sadovska en la pieza de estreno "Chernobyl. The Harvest", con la música ambidiestra Emily Wels, la vietnamita Vanessa Vo o el gurú de la música electrónica Dan Deacon, con el que cerrarán este ciclo titulado "Kronos at 40" y que se complemente con danza contemporánea de Mark Dendy.
"Esperamos que en la serie de conciertos el público tenga la oportunidad de experimentar algo del espectro de nuestro trabajo, de las diferentes direcciones en las que estamos interesados", dice Harrington, y aunque sea marcando los diferentes países del planeta que recorrerán con su música se demuestra que lo consiguen.
Según el músico, de hecho, su música es "una manera de afrontar las fuerzas del universo". "Me gusta la ciencia, me gusta aprender cosas. Creo que todo el mundo disfruta aprendiendo algo nuevo. Te hace sentir bien, te hace pensar que el mundo no es tan complejo ni tan oscuro como para dejar de explorarlo", asegura.
La labor de Kronos Quartet, sería, entonces, la del cicerone que guía al público por ese viaje iniciático por lo desconocido. "El público no tiene que perder esas 24 horas que pasamos al día en la música, pero tienen que confiar en nuestros criterios. En esa música que nos ha dado magnetismo, que nos ha hecho sentir más vivos. Queremos que piensen en que hay música que no conocían, que hay vida que no conocían. Que es maravilloso estar vivo", dice Harrington.
En su apuesta minimalista en lo conceptual, Kronos Quartet ha sido prolífico como pocos a través de decenas de discos, un buen puñado de películas -entre ellas, la célebre interpretación de Lux Aeterna de Clint Mansell que hicieron en "Réquiem por un sueño", de Darren Aronofsky- y millares de conciertos. Pero Harrington sigue estando donde quiere estar.
"Es duro ser músico. No es una vida fácil, viajando todo el día, ensayos... Pero lo que la vida te da a cambio a ti y a tus familiares es algo inmenso. Lo que tu familia tiene es a uno de sus miembros muy feliz, y eso da energía al resto. Lo que tengo yo es una increíble satisfacción, conociendo a algunas de las personas más creativas que existen", concluye.
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