Elogio del bolero...Rafael Muci-MendozaCincuenta años no es nada...A Graciela: de su rendido admirador y amante,Rafael· ¨Aquí dio un gran suspiro Don Quijote, y dijo: -Yo no poder afirmarsi la dulce mi enemiga gusta, o no, de que el mundo sepa que yo la sirvo;sólo sé decir, respondiendo a lo que con tanto comedimiento se me pide, quesu nombre es Dulcinea; su patria, El Toboso, un lugar de la Mancha; sucalidad, por lo menos ha de ser princesa, pues es reina y señora mía; suhermosura, sobrehumana pues en ella se vienen a ser verdaderos todos losimposibles y quiméricos atributos que los poetas dan a sus damas: que suscabellos son de oro, su frente campos elíseos, sus cejas arcos del cielo,sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes,alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos, su blancura nieve, ylas partes que a la vista humana encubrió la honestidad son tales, según yopienso y entiendo, que solo la discreta consideración puede encarecerlas, yno compararlas¨. (Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, Libro I,capítulo XIII, 1605-1615).Precisamente hoy se cumplen 50 años de un juramento de amor, que ha sidotambién de respeto, comprensión y cercanía. En la iglesia de la Parroquia deSan José en Valencia, la ciudad natal de ambos, el padre Joaquín Barreto,tío de Graciela nos dio la bendición nupcial, selló nuestro acuerdo y nosconcedió visa ilimitada para que emprendiéramos la escarpada ruta de lavida, ruta aún inconclusa... Desde nuestros hogares íbamos bienapertrechados con los valores trascendentales que solo pueden aportar loshogares estables, además, brújula, astrolabio y sextante, así que pudiéramosorientarnos y no perder el rumbo cuando los tiempos se hicieran oscuros, seencresparan las olas y los vientos se convirtieran en huracanes. Hicimos unpacto privado de amor sin registro ni registrador que ya venía desde muylejanos tiempos, como que ya, por seguro, nos conocíamos a lo largo demuchas vidas pasadas. Como un designio, parecía estar su familia siempre muycercana de la mía, incluso antes de ambos nacer. Los Barreto-Arocha, susabuelos maternos, vecinos de mis padres no más llegada mi familia desdeGuayabal a Valencia, de entrada les acogieron como suyos con esa sencillabondad pueblerina hacia los extraños; y más tarde al cambiar de domicilioalgunos años después, los Facchin-De Boni sus abuelos paternos, puerta conpuerta, fueron también sus leales vecinos. En una fotografía premonitoria delo que habría de ser, frente a la casa de sus abuelos paternos y al fondo elCine Camoruco, aparece Graciela de unos cuatro años, linda niña, deminifalda y con hermoso lazo sobre su cabeza y con sus tíos Manolo, Irma,Mary y Olga y más impresionante aún, a un costado, casualmente mi padrevistiendo su tradicional sombrero Borsalino, cuando regresaba de la tienda aalmorzar al mediodía ... Existía ya desde antaño ese amor, pues, no me cabeduda que los arcanos venían preparando una persecución de bienquerer queambos desconocíamos, una conspiración de felicidad que el destino nosplanteó sin aviso y que nosotros sin titubear aceptamos.La foto premonitoria, tres docenas de rosas rojas y ¨simva¨...Me cuentan que era tan arisca como un beso volado, como intentar empatar loseslabones de un sueño, como evitar un suspiro o como asir el aguaincontenible entre los dedos: varios jóvenes habían tocado a su puertabuscando sus favores y a todos, felizmente los rechazó, simplemente, porqueme esperaba...; hasta se decía que nunca se casaría porque ningún muchachole acomodaba y para librarse de sus pretensiones les hacía maldades, comoazuzarle los perros de la casa... En mi favor, yo desconocía esas tendenciasque nunca se manifestaron en contra de mi persona... Bastó un ramillete derosas rojas dejadas al desgaire en el porche de su casa para quecomprendiera que iba muy, muy en serio y apurado... Desde que la conocí supeque ya era presa del ¨mal de amores¨, la llamada febris amatoria o icterusamantium, definido por Boissier de Sauvages famoso médico de Montpellier delsiglo XVIII, como "enfermedad que se presenta entre los jóvenes de ambossexos, con delirio en relación con el objeto amado y un vivo deseo de unióníntima honesta"; diría que mi caso fue una forma verdaderamente atípica puessu descripción no cuadraba enteramente con mis síntomas, entre otras cosasporque los míos no eran unos amores contrariados: "Estado de febrículavariable o continua que se manifiesta con palidez, inapetencia, melancolía ydeseo de soledad. Se le llama fiebre blanca a causa del color de losenfermos, fiebre amorosa o fiebre de las jóvenes porque afecta sobre todo alas jóvenes enamoradas y se acompaña de palpitaciones, síncopes, etc.", sibien perdí el apetito, estaba como lelo y mi peso se redujo, no me pusepálido, ni tuve palpitaciones ni vahídos, ni deseos de estar sólo; antesbien anhelaba estar junto a ella, por eso considero que fue una varianteatípica e incompleta... ¡Esas cosas tontas de enamorados...!La boda se acordó, adelantamos tres veces la fecha y la locura sematerializó cuando apenas había transcurrido algo más de seis meses. Y muypronto vinieron los hijos, los dos primeros varones, Rafael Guillermo yGustavo Adolfo, apenas un año de diferencia entrambos y cinco años mástarde, ¨la niña de nuestros ojos¨, Graciela Cristina (Chelita). Graciela losamamantó casi como única alimentación durante un año. Crecieron sanos yfuertes. Todos profesionales exitosos, casados con buenas parejas fundandohogares estables: Claudia Briceño, Gabriela Sierraalta y José Miguel Smithpasaron a formar parte de nuestras vidas. Han sido buenos hijos, amorosos yrespetuosos. Nos piden la bendición y nos abrazan y besan con gran afecto.Los seis nietos que nos han dado, son alegría de nuestras vidas, buenasemilla y promesa de buenos ciudadanos: Fabiana y Juan Muci Briceño;Federico Muci Sierraalta; Valentina, Matías y Joaquín Smith Muci; tresdocenas de rosas rojas, una por cada hijo adornaban nuestra sala cadaviernes, pero la pulverización del signo y la inflación hicieron yaimposible su presencia, pero ella sabe que siempre están allí cada fin desemana como desde siempre fue...
Y pasaron aquellos tiempos de la inseguridad en el amor del otro, de loscelos que nunca alcanzaron cotas de enfermedad pues fueron encelamientosbenignos, saludables y pasajeros pues sin duda alguna, se cela aquello quese quiere; pero, qué más demostración de lealtad y cariño que 50 años bienvividos, de necesidad mutua, de soporte indeclinable durante los cuales nohemos tenido atajaperros, sangre corriendo hacia el río ni maltratos mutuos,y tampoco hemos tenido por que esconder nuestra felicidad ni arrepentirnosabsolutamente de nada, ¿Qué más puede pedirse...?¨En la vida hay amores... Una tarde de boleros¨: Hace meses asistí conGraciela a este espectáculo organizado por César Miguel Rondón. Deboconfesar que yo, siendo renuente a la distracción, asistí tres veces a esteextraordinario show... Mientras disfrutábamos de aquella ristra de bolerosinterpretados por Betsayda Machado y Andrés Barrios sin desear quefinalizaran, lágrimas de añoranza saltaban de mis ojos desprevenidos ydesacostumbrados, no pareciéndome vergonzoso porque creo que otras parejasestaban sufriendo de lo mismo... Fue ese un nuevo y renovado encuentro conel primer amor, ese que nunca se olvida; era el escarceo amoroso con lamujer que amé y que aún sigo amando luego de cincuenta años... Nos hemossido fiel el uno al otro, compañeros, confidentes y amantes, pues fuimostejidos con una misma urdimbre, apretada y resistente salida del telar delos dioses: el uno para el otro. Recuerdo aquellos cambios de guardia de lossábados en el Hospital Vargas de Caracas para viajar a Valencia y estarjunto a ella; recuerdo que siendo muy obsesivo en la preparación de lashistorias de mis pacientes, usaba tinta china para redactarlas y tintas detres colores para resaltar hechos significativos de la historia o de losexámenes complementarios del paciente; el comentario que le atribuyeron a mimaestro Otto Lima Gómez al conocer de mi noviazgo fue, ¨¡Esa novia de Mucidebe estar resaltada con tinta de tres colores...!¨. Nada qué reprocharle,era la propia verdad, tenía ella que ser la más vistosa, la mássobresaliente, la más celebrada, la más hermosa y la más querida...Cuando bailábamos un bolero, muy juntitos y apretados, sentíamos que el amornos transportaba y así, bailando lentamente en una sola baldosa, levitábamoshaciendo abstracción de todo cuando nos rodeaba; y si era merengue ochachachá, me acompañaba y todavía me acompaña, como si hubiéramos aprendidojuntos el son y los pasos, uno tras del otro, sin mostrar fastidio nifatiga... ¡Ah! Pero no queremos saber nada del tecno-merengue ni delmonótono tóm-tóm-tóm de la estridente música actual donde no hay cercanía ydonde cada cual anda por su lado...; pero, si bien es cierto que el tiempoaplaca esos hervores, todavía siento el mismo amor y respeto por ella quecuando la conocí sintiendo que ¨me saqué el gordo¨ de la vida, y ahora,aderezada con esa suave pátina del tiempo que es mi rendida admiración porella y la suya por mí...
Graciela, un bondadoso ángel hecho mujer, me ha acompañado con decisión encada acto de mi vida, confiadamente, activamente, sin pequeñas envidias, enéxtasis hemos estado el uno al lado del otro, y si alguna vez me asaltó eldeseo de serle infiel, la sinceridad y entrega total de su amor hizo volaraquel deseo como brizna de paja en el viento, o como un clavel del aire queno se halla en ninguna parte cuando es arrastrado por la suave brisa hastaque besa la tierra donde anidará... Bueno, ella nunca lo ha visto del todoasí, pero sólo pensar en el daño que le haría con una traición ha enfriadomis ímpetus. Siempre ha pensado que mi biblioteca, mis libros y mi trabajoprofesional compiten por su amor, así que con la chispa y el humor que latipifica y que siempre la ha acompañado, por su cuenta decidió que, ¡yo síque tenía otra amante demostrable y palpable!: mi biblioteca, fuera de lacasa a la cual hasta llama con afecto: ¨simva¨ [sic],-¨sin vagina¨-...Amorosa, discreta, orgullosa de mi compañía y yo de la de ella; espero conansia el fin de mi jornada porque sé que ella me está esperando parallenarme de mimos. Es la flor que luzco con orgullo en el ojal del trajeacadémico cuando me acompaña con el retintín de su sonrisa y una carcajadaoportuna, su bonhomía y sus deliciosas salidas en las sesiones de laAcademia Nacional de Medicina. Cada uno de mis pequeños éxitos lecorresponde en gran medida y me siento gustoso de compartirlos junto a ella.Y si es que hubo fracasos, surgieron cuando tozudo, no la escuché...Con el transcurrir del calendario, la pasión fue tornándose en prodigio, ennecesidad de estar uno junto del otro y en mutua compañía, pues hemosenvejecido en el oficio de amantes. Hilos de plata fueron apareciendo al sonde chachachás, boleros o merengues dominicanos mientras orgullososalabábamos como el ejercicio de la calipedia o arte quimérica de procrearhijos hermosos, había sido exitoso y en el ínterin, nuestros hijos crecían,se hacían adultos y nos ofrendaban su fe en la vida, y sus propios hijos,nuestros nietos, hoy todos lejanos... En una ocasión y con cualquier motivoescribimos para nuestros hijos:«Queridos hijos:¡No es fácil...! No es fácil adaptarse al otro, dejar egoísmos de lado,ceder, dar el paso, regar el amor cada día como se riega la flor máspreciada y hermosa, cuidar la relación como la gema más preciosa, tolerar elser del otro y sus extravagancias para que tolere las nuestras, tomar más dela mitad de la culpa, hacer de la carne del otro nuestra propia carne, hacerque ella o él sea lo mejor que nos ha pasado en nuestras vidas...Felicidades Graciela y Rafael»Bueno, es cierto que para la ocasión de hoy no tendremos misa en casa, ni laclásica foto en un sofá, gordos y medio calvos, el rostro severo, un pocoidos y pasados de moda, rodeados de hijos y nietos; ni renovaremos votosporque los revivimos cada día; total, nos unimos en solitud reiremos porcosas tontas, como debe ser, la vida así lo quiso, y es probable que nosvayamos solos pero juntos en la multitud que es nuestra compañía. Pero...hay un dejo de profunda tristeza, de terrible orfandad en el que no seremosel único caso porque pertenecemos a una patria que ya no es nuestra patriasino un remedo de la que fue, lo que ayer fue respeto por el trabajo y ladedicación constructiva, es hoy un nido de maldad, donde vagos y maleantesmuestran sus inmundas llagas en vallas, mensajes televisados y en burdosgestos como el de tener eso que no es tener patria; ausentes estarán quienesquisiéramos que estuvieran presentes, así nos tocó y así lo aceptamos; hemosejercido responsables la paternidad y abuelazgo a la distancia... Eso sí,sabemos que estaremos en los corazones de nuestros hijos y de nuestrosnietos, de nuestros familiares, de nuestros amigos, colegas, pacientes yalumnos. Será pues, una velada virtual sin guirnaldas de colores, sin velas,esencias ni aroma de sándalo, un agradecimiento y un triunfo por elprivilegio otorgado y esperamos con fe que la tormenta roja termine deeliminarlos como se borran de un suspiro las alimañas rastreras...Damos gracias a Dios por el inmenso favor, damos gracias a la vida porqueestamos razonablemente saludables, damos gracias al amor con el que se nosha colmado desde nuestros hogares primigenios y por el que, en reciprocidad,hemos trasmitido a los que nos rodean; festejaremos la ocasión solos y enprivacidad, la que no deseamos sea vulnerada y agradecemos de corazónabstenerse aquellos que ya se disponen a hacerlo. Hoy recordaremos ensolitud, cosas felices y cosas tristes, esas con las cuales está hecha lavida...¡Favor no enviar flores...!«Para lograr todo el valor de una alegría has de tenercon quien repetirla».Mark Twain (1835-1910) Para leerme pueden seguir estos enlaces o copiarlos en la barra delbuscador: https://www.tumblr.com/search/rafael+muci+mendozahttps://www.facebook.com/MuciMendoza
Ya está publicado en la red el número XVI de la Colección Razetti de laAcademia Nacional de Medicina. Les invitamos a leerlo y especialmente todolo relativo al doctor José Gregorio Hernández: <http://www.anm.org.ve>www.anm.org.veAcademia Nacional de Medicina. Boletín Virtual. Editorial, julio 2015Bela Lugosi (1882-1956) y Christopher Lee (1922-2015), actores intérpretesde DráculaElogio de los caminos del equívoco…<http://www.google.co.ve/url?sa=i&rct=j&q=&esrc=s&source=images&cd=&cad=rja&
uact=8&ved=0CAcQjRxqFQoTCP3yrYW5iMYCFQERrAod8wIACQ&url=http://graffiti-alpha
bet-letters.com/graffiti-alphabet-styles-letters-e/&ei=6Op5Vf3eI4GisAXzhYBI&
bvm=bv.95277229,d.b2w&psig=AFQjCNE7bAhUkMhDU0K1ETlA2-wa1H_-Dw&ust=1434139741083244>http://graffiti-alphabet-letters.com/wp-content/uploads/2011/05/Graffiti-Alp
habet-Styles-Letters-E-9.gifl axioma de la melena espuriao los apuros del Conde Drácula...· -Tragicomedia en cinco “in-humanos” actos.Prolegómeno...El avance tecnológico —casi de ficción—, que ha enriquecido la medicinamoderna en recientes lustros, ha forzado en la conducta del médico, laerrónea idea de que ya no es a importante la comunicación total con elpaciente como rasgo principalísimo del proceso de diagnóstico, tratamiento ysanación. El magnetismo, casi misterioso, que ejercen en nosotros losmédicos las múltiples técnicas e instrumentos maravillosos de que disponemos—que casi que nos permiten practicar una “autopsia en vida” del cuerpoenfermo—, nos ha compelido extasiados, a relacionarnos con ellos en formaservil e irracional y a olvidar la anamnesis, ese proceso de recolectardatos concernientes a un paciente, su familia, previas residencias,experiencias y sensaciones anormales o actos observados por el enfermo o suscercanos, con fechas de aparición y duración, así como también el resultadosde algún tratamiento; o más propiamente, a la historia clínica en sutotalidad como premisa para su fructuoso y oportuno empleo. No pocos erroresde diagnóstico y por ende, de tratamiento, surgen al obviar estas sólidasreglas del arte, consagradas por el paso de los siglos. Es axiomático portanto, el enorme valor de una total comunicación previa, de semejante asemejante, esclarecedora y sanadora como antesala a la indicación deexámenes complementarios...
En la superstición popular, un vampiro —ente chupador de sangre— es el almaen pena de un criminal, hereje o suicida, que abandona su sepulcro durantela noche y adoptando la forma de un murciélago, sale a clavar sus filososcolmillos en el cuello de sus víctimas para absorber su sangre. Antes deldespuntar del alba, debe regresar a su ataúd, lleno con la tierra que le vionacer para iniciar su diurno reposo. De acuerdo a la leyenda eslava de dondese originó, las víctimas del chupador después de sus muertes, se transformanen vampiros ellas mismas. Entre todos los demonios de las antiguastradiciones, ha sido el vampiro el que ha gozado de éxito más connotado,particularmente después de la novela gótica, Drácula (1897). Nacida de lapluma del novelista irlandés Bram Stoker (1847-1912), de quien se dice basósu novela en las conversaciones que mantuvo con un erudito húngaro ArminiusVámbéry, quien le habló de un tal Vlad Drãculea...
El famoso muerto-viviente revive el romance de horror. El misterioso CondeDrácula se aposenta en un solitario castillo en Transilvania, una región deRumania que por tradición, está infestada de vampiros y licántropos –hombreslobo-, y donde se muestra la naturaleza del engendro, quien es cadáver dedía, pero caballero elegante y cultivado por las noches —cuando no estápersiguiendo a sus víctimas transformado en murciélago-. A partir de 1931,el famoso actor rumano Bela Lugosi (1882-1956), nos lo dio a conocer através del cine, y desde pequeños, todos aprendimos mucho sobre“vampirismo”: los métodos para reconocerlos —no dan origen a sombra y no sonreflejados por los espejos—, o para protegernos de ellos —mostrándoles uncrucifijo, un rosario o durmiendo con una ristra de ajos atada alrededor delcuello—, o conociendo los detalles de cómo deben ser eliminados -destruyendolos lugares donde duermen de día, o atravesando sus corazones con unaestaca…-.¿Cómo reconocer a un vampiro…?· Delgados, como un humano pero con colmillos, con pielextremadamente pálida y dedos y uñas largas; el color de sus ojos cambia,entre rojo, negro y dorado, dependiendo de si tomaron sangre humana oanimal, o si por el contrario, no la tomaron; vestimenta preferentementenegra, aunque puede variar entre rojos, morados y violetas; incluso suscapas son negras; al no tener alma, no se reflejan en los espejos ni danorigen a sombra; tienen capacidad de hacer que cambie el tiempo; puedentransformarse en murciélagos y lograr obediencia de seres repulsivos, comoratas, moscas, arañas y los murciélagos, pero también de lobos, dingos yzorros; permanecen eternamente jóvenes, con la edad que tenían al momento deser convertidos; poseen telepatía y control mental; están adornados de muchotalento y de una fuerza sobrehumana y velocidad sobrenatural; capacidad paraconvertirse en animal o niebla; pierden facultades durante el día: elvampiro huye de la luz diurna, que lo debilita pero no lo destruye: puedemoverse a medio día durante un escaso período de tiempo (en la novela, elconde Drácula, aparece a plena luz del día buscando a Mina Harker); duermenen el interior de un ataúd sobre tierra traída de su lugar natal; bebensangre humana como único alimento y convierten en vampiros a quienes asestensu mordedura fatídica o bauticen con su propia sangre haciéndoles beberla.Si únicamente somos mordidos, no nos transformamos en vampiros; se lespuede mantener a raya con crucifijos, ristras o flores de ajo, la SagradaForma consagrada y agua bendita; pero para que muera realmente, se le ha declavar una estaca en el corazón o se lo ha de decapitar; van Helsingmenciona que sí, cuando el íncubo está dentro del ataúd, se coloca una rosasobre la tapa del mismo, no podrá salir...¡Melena no siempre se relaciona con la cabellera suelta! Para los médicos,“MELENA” -del griego, negro-, es un fenómeno morboso que consiste en laexpulsión de sangre por el intestino durante la defecación, que al estarmodificada o digerida, vira del color rojo al negro alquitranado.Generalmente es consecutiva a un sangrado digestivo originado en el estómagoo en la parte más proximal o alta del intestino delgado. Es por tanto, unalarmante signo clínico de reconocido valor. La falsa melena del niño,llamada también “espuria”, se aplica a las heces ennegrecidas que noproceden de su tubo digestivo, sino de la sangre originada de grietas en elpezón de la nodriza. Comer derivados de la sangre de animales -como lasmorcillas-, derivados del hierro o bismuto, o deglutir la propia sangreoriginada en la boca o nariz, producirán también heces modificadas, y de noser que el paciente sea adecuadamente interrogado podría pasar comoproveniente de alguna lesión en el tubo digestivo, dando lugar a laejecución de exámenes molestos e innecesarios...¡Entiendo que se sienta confundido! ¿Qué tiene que ver el infame personajede Stoker, el Conde Drácula, con algo tan innoble, repugnante y malolientecomo unas heces ennegrecidas? Pues bien, el relato fabulado que usted leerá—escrito sin ánimo de hacer mofa de especialidad médica alguna—, es unacrónica satírica, abundosa en exageraciones e implícitos mensajes, queúnicamente desea exaltar la importancia del «saber escuchar», para que ennuestro evolutivo devenir de curadores integrales, alcancemos a serefectivos y confiables“historiadores” de nuestros pacientes, lo que sin lugar a dudas redundará enbeneficio inconmensurable para ellos y nos gratificará a nosotros, en laforma de vivencias crecedoras.Sin más preámbulos, les contaré aquella parte de la historia que nunca fuecontada...Acto I: El ennegrecido hallazgo...-“Siendo ya notoria la fama del Conde Drácula entre las núbiles residentesde los numerosos villorrios de la brumosa Transilvania — aquellas, que entresuspiros de deseo y mea culpas de mentira, se debatían en la duda de quéhacer, de encontrarse en la noche intempesta y cara-a-cara con el lívido ylibidinoso personaje—, ocurrió que cierta noche, en una de esas furtivasincursiones que seguían al advenimiento del ocaso y luego de un provechosoperiplo por una comarca abundosa en jugosas doncellas, sintió el SeñorConde, urgentes movimientos abdominales y ruidos de tripas, inequívocaindicación de que debía dar de cuerpo... ¡y de inmediato! Nerviosamente miróen derredor, divisando, a no pocas varas de distancia, una tapia no muyalta, donde al resguardo de miradas indiscretas, se permitiría satisfacer sutan ¿humana?, como desesperada necesidad... Y helo allí -distraído pornaturaleza-, que completado su ingente deseo y ya dispuesto a marcharse acasa, sucedió que de soslayo miró al suelo, no pudiendo evitar el compararsu deyección con muchas otras, que esparcidas por el lugar, tomabanobligadas el sereno en la clara noche de plenilunio... Gran temor ydesconcierto se aposentaron en su alma torva al constatar, que las suyas,más parecían alquitrán, que el desecho final de la dieta de aquellos otroshumanos, que en aquel acantonado lugar y sigilosos también, le habíanprecedido en similar operación... Aprehensivo y cobarde—aunque fama de ellono tuviera—, y sintiendo muy de cerca el acerado frío de la guadaña de lamuerte, en pocos segundos, transformado en murciélago y volando como almaque el diablo lleva, completó la distancia entre la tapia —llamada “de lospujidos”—, y un remodelado castillo de los suburbios, en una de cuyasalmenadas torres, en iluminado aviso multicolor podía leerse desde ladistancia, “La sofisticada. Policlínica de Super-Especialistas”. Abrigaba elSeñor Conde en lo insondable de su despreciable alma, la firme convicción deque sólo, un tal profesional, podría alivianarle su tremendo desasosiego...”¿Qué habría de ocurrirle al Conde Drácula por su ennegrecido hallazgo, porsu queja tan específica, concreta y de por sí, diagnóstica? ¿Encontraría enel Super-Especialista el bálsamo que mitigara el sufrimiento de su almapecadora —alma al fin—? ¿Prevalecería en su caso el arte anamnéstico o laacción irreflexiva...?El axioma de la melenaespuria o los apuros delConde Drácula...-Tragicomedia en cinco “in-humanos” actos.Acto II: El íncubo es repetidamente mancillado...En el Acto I, exaltamos el valor semiológico de la melena o heces de colornegro por la presencia de sangre digerida originada en el estómago oprimeros tramos del intestino delgado. Además, enfatizamos la importancia dela comunicación y del saber escuchar en la relación médico-paciente comopaso previo e inaplazable a la indicación de exámenes complementarios que,en su ausencia, pueden crearle al pobre enfermo más problemas quebeneficios. En el mismo Acto I, por un albur del destino, el Conde Drácula,en las adyacencias de una tapia —llamada “de los pujidos”—, había comparadosus heces ennegrecidas con las de otros humanos que habían defecadopreviamente. Su sorpresa y terror habían sido tales que lo encontramosmovilizándose hacia un modernizado castillo, devenido en sofisticada clínicade super-especialistas. Continuemos pues nuestra verídica y penosahistoria...-“Transmutado en murciélago y cortando raudo la pesada bruma en la denegridanoche transilvánica, el señor Conde se lamentaba de su suerte: ¡Tan bien quela había pasado durante tantos siglos! Había paladeado sinnúmero de sangresdiferentes: El gustillo suave y perfumado de las mozuelas saludables, elmelífero sabor de las diabéticas, el toque de amargor de las despechadas, elbilioso acento delas inquinadas, y hasta el inconfundible saborcillo a orina de lasurémicas... Parecíale como si su disoluta biografía estuviera a punto deculminar, y él ¡no estaba preparado aún para ello! Miles de preguntas seagolpaban en su mente depravada ante la situación que su condición de pocoobservador y distraído, le había deparado. ¿Por qué negras? ¿Por qué tandiferentes? ¿Por qué tan fétidas? Y fue así, como ya transformado en gente,llegó jadeante ante una oficina del remodelado castillete donde, segúnrezaba en una fina placa de cobre pulido fijada ala pared, despachaba el “DocTOR TURA, Super-Especialista en estómago,apéndices y aledaños”. Las paredes del recinto estaban tapizadas de diplomasy certificados que, en extrañas lenguas, atestiguaban de sudorosos posgradosen renombradas universidades allende los mares. Ignorando a quienes primeroque él habían llegado —y que ante el macabro porte del acelerado sujeto,optaron por no protestar—, de un empellón, sacudió la puerta del despacho ypenetró en la estancia donde el especialista contaba con fruicióninnumerables piedras extraídas de una vesícula biliar aún tibia. Erguidoante él, le dijo con profunda y tenebrosa voz:“-Soy el Conde Drácula, archiconocido vampiro de profesión, archisabido engrupos y sub-grupos sanguíneos y ciudadano esclarecido de esta comarca... —yenseguida remató— Traigo una queja de suma urgencia y exijo inmediataatención, pues según creo, es única y mortal: Mis heces son tan negras comoel petróleo y bastante más que mi alma miserable ...”“Al oír la tan conocida queja proferida por el larguirucho y desconocidosujeto, los ojillos del cejijunto super-especialista fulguraron, así que deinmediato le respondió, decidido y tajante: -“No me diga más nada. A quientanto ve, con un sólo ojo le basta. De su caso por resuelto. ¡Ya yo sé loque usted tiene...! Comenzaremos a revisarle sin preámbulo, y sobre lamarcha, pues todo lo demás es tan sólo pérdida de “MI” precioso tiempo. Meregiré por un acabado plan de estudio o protocolo, que en forma por demásrigurosa, seguíamos en casos tales como el suyo, en la computarizadauniversidad, la quintaesencia de la modernidad, donde realizara mis últimosestudios de perfeccionamiento...” -“Pero...”—dijo Drácula, tratando de quese le oyera previamente-, cuando fue interrumpido en seco por suinterlocutor, quien a su vez le dijo, clavando sus ojuelos iracundos en lossuyos perversos, -“¡No diga una palabra más, que de súbito le examinaremosde cabo a rabo! -al tiempo que pensaba para sí, -“Qué quemo mis ambicionadostítulos y certificados si no hay un vaso sanguíneo manando sangre en el tubodigestivo de este parroquiano, entre la boca y su antípoda...” -“Pero...”—balbuceó Drácula otra vez-Mas por segunda y última ocasión le atajó elcurador en tono casi rugiente: -“¡Nada de peros..!, vaya quitándose la capa,el chaleco, los pantalones y los calzoncillos, que sin tardanza hemos decomenzar por el último de los mentados...” ¿Por qué comenzar tan bajo, pordonde la causa casi de seguro que no estaba? —nos preguntamos— Simplemente,‘línea de partido’: Había que actuar en sujeción al protocolo...Drácula, ¿hombre? ilustre y enterado, pensó —aunque extrañado— que laanamnesis era, efectivamente, cosa de tiempos pasados y que debía seguir lasconvicciones del otro. Y créanme, que nada tan denigrante para el Señor dela Maldad y Amo de las Tinieblas fue el verse adoptando aquella ignominiosaposición, dizque de “plegaria mahometana” en que le dispuso el exclusivista.¡Él, cuyos clerófobos labios jamás habían pronunciado ni una oraciónjaculatoria!, ahora estaba allí, en tan grotesca postura, en cuatro patas,cabeza abajo y ancas arriba.Drácula en ignominiosa posición examinado por el super-especialista DocTORTURAPero de pronto, sus pensamientos fueron interrumpidos al sentirse agredidopor el dedo índice del galeno, que diligente y activo, mediante un tactorectal, buscaba la enfermedad por no sabemos dónde... Finalizado el incómodoasuntico, el especialista depositó el recién retirado guante de látex en unrecipiente de vidrio y le puso en contacto con ácido acético, guayaco y aguaoxigenada -sin importarle un pepino la negritud de los residuos al guanteadheridos— y al observar el viraje a un color morado intenso, dijocomplacido y frío, -“Lo que me temía, sangre ‘oculta’ positiva en lasheces!” y sin pestañear, ni dejar pestañear al macilento vampiro, leintrodujo, sin dolor de su alma y de un sólo golpe, macerado por el tino yla experiencia y por donde precisamente el cóccix pierde su nombre, unrectosigmoidoscopio rígido hasta la marca de 45 centímetros, oyéndoseledecir triunfal, -“¡Cerca de media vara..!”. Su instrumento, un cilindrometálico hueco con luz propia, le permitiría ver los últimos tramos delcolon descendente: el sigmoides y el recto... Sacudido como fue por tan bajogolpe, Drácula para sí pensó que sabía podía ser abatido si se le clavabauna estaca en el centro de su negro corazón, pero nunca había llegado aimaginarse que tuviera que morir en tan ofensiva posición, y sobre todo demanera tan vil, “atravesado de a por detrás y sin prevención alguna...”.Mas, nada de eso ocurrióle... ¡No profirió alarido alguno, seguía vivo y conel raciocinio intacto! El espejo que estaba frente a la camilla de examen noreflejaba la imagen del Señor Conde, así que el instrumento se veía comosuspendido en el espacio... Pero tan ocupado y ciego ante los hechos elexclusivista estaba, que sólo buscaba un vaso sanguíneo roto al cual echarlelas culpas y poder fulgurarlo con su potente disparador de rayos láser...”Dejemos por un momento a Drácula solo con su doctor y volvamos más tarde...Meditemos sobre cuántas veces nos hemos ido de bruces a realizarexploraciones irracionales, sin haber siquiera escuchado lo que el enfermoquiso decirnos, o lo que debimos haberle preguntado previamente. ¡Mea culpa!El axioma de la melenaespuria o los apuros delConde Drácula...-Tragicomedia en cinco “in-humanos” actos.Acto III: Drácula es abandonado al exceso de técnica...El arte del diagnóstico es uno de los ejercicios intelectuales más depuradosy hermosos del acto médico, porque en él se conjuga un profundo conocimientoen materia médica y experiencia adquirida al través de la praxis, con el donde la observación crítica y fina, el razonamiento correcto para ejercer eldiagnóstico diferencial —donde el médico descarta otras enfermedadesparecidas que comparten hechos similares—, la capacidad de integración y unamente abierta y plástica para no adherirse tercamente a un diagnósticoprevio, sea propio o extraño. En los tiempos actuales y por los progresostecnológicos que nos vienen fundamentalmente de Norteamérica, ya parecieraestar de más o ‘démodé’, enseñar a los alumnos a usar su inteligencia yconocimientos para hacer diagnósticos; por ende, este es transferido alexamen complementario irresponsable, ya sea de laboratorio o por imágenesradiológicas. Este proceder, tiene a su vez, desastrosos efectos para elmédico en formación: Pereza o insuficiencia para razonar o hacer undiagnóstico diferencial, indicación de exámenes sin reflexión alguna, porpura rutina -“a ver si la pega”—, desvirtuando el acto médico. La indicaciónde una plétora de exámenes sin justificación clínica, es un hecho por demássintomático de la ignorancia del profesional sobre lo que le ocurre a supaciente. ¡Y es tan común en nuestros días...! Dejamos al protagonista denuestra sátira, el Conde Drácula, en posición genupectoral o de “plegariamahometana” y con un rectosigmoidoscopio rígido “in situ”, con el que sebuscaba —por donde seguro no estaba— el origen de su melena o hecesennegrecidas por la presencia de sangre digerida...El misterioso Conde Drácula se aposenta en un solitario castillo enTransilvania, una región de Rumania que por tradición, está infestada devampiros y licántropos –hombres lobo-…-“Con destreza de perro viejo, el especialista manipulaba el instrumentode un lado a otro y de adentro hacia afuera, al tiempo que exclamaba abaja voz y como quien juega a las escondidas, -“Nada por aquí, nada porallá, nada por acullá..!”, repitiéndolo como un conjuro, una y otra vez. Yen la última, en la que al fin lo extrajo, nuestro malhadado héroe, con lospelos erizados le oyó decir, -“No cantes victoria enfermedad, que el colones largo y mi aparato muy corto, pero aquí te tengo una sorpresita.”— y actoseguido, de una hermosa y pulida caja de metal, extrajo un largo y flexibleartefacto, que perspiraba tecnología nipona a lo largo y ancho de sucilíndrico perfil, al tiempo que se lo introducía por el recién ofendidoorificio, imprimiéndole en amañada forma, movimientos de propulsión,retropulsión y torsión, que acompañaba consu ojo de observador sagaz, literalmente encolado al ocular del instrumento.Drácula sudaba y hasta sentía que no podía tragar... y menos aún hablar,pues algo le decía que tenía como un hueso atorado en el güergüero... Altérmino, un grito del científico le saco de sus cavilaciones- “¡Eureka!-gritó el galeno jubiloso— con mi flamante colonoscopio flexible, hetransitado de pé-a-pá, toda la longitud del colon, llegando hasta lamismísima válvula ileocecal, que lo separa del intestino delgado y nirastros del villano que ansío ver... —y acotó de inmediato, mientras muyconfundido, se rascaba la cabeza ahogada en caspa— pero -“¡Demonios!, lo quebusco ha de estar en alguna parte, y como que me llamo DocTOR TURA, le juroque lo conseguiré...”.-“A ver, póngase sus calzonetas y sus pantalones y se me sienta aquí!” —ledijo el ‘super’ en tono decidido y energético a nuestro ya pacificadopaciente-. Y a pesar de que el Conde sentía que sus orejotas exangüesestaban a punto de sangrarle, y de que casi “que se le iba el mundo”, tanaterrado como estaba con su presunción de grave enfermedad, que se sobrepusoy se sentó dispuesto, en la silla que el casposo le ofreciera. Acto seguido,le introdujo un horrible aparato por las narinas, un espéculo nasal, quecasi lo hizo estornudar, por donde miró de refilón, para únicamente ver unamucosa nasal sana. Luego, le ordenó desorbitado, “¡Abra la boca!” y asistidopor una paleta le exploró las encías, el piso de la boca, la lengua y lagarganta, sin prestar mayor atención a sus afilados y agujereados colmillos,que enrojecidos, sobresalían amenazantes de entre los otros dientes,dictando a una moderna grabadora en docto lenguaje: -“Ninguna enfermedad enlas encías, excoriaciones, ulceraciones o vasos anormales. Saburra rojizasobre la lengua. En apariencia, todo parece estar saludable...” y más rápidoque un parpadeo, retiró otro luengo aparato de una singular maleta ‘ad hoc’,que de seguidas y sin miramientos, se lo enchufó por la boca, pidiéndole selo tragara como si fuera un espagueti. En su fuero interno -porque aquelcondenado utensilio le impedía quejarse o hablar— el Conde pensó, -“Dígamemí... que nunca he comido espaguetis y ni tan siquiera sé cómo son...”. Comoen anteriores oportunidades, nuestro brillante especialista, se comunicabaúnicamente con su grabadora, oyéndosele decir -“Esófago-gastroduodenoscopia:Esófago de superficie rosada, lisa y saludable. No veo várices, úlceras,punteado hemorrágico o evidencias de reflujo. La unión esófago-gástrica esnormal. No hay hernia hiatal. Se toman las biopsias de ley...”, y de undiestro zambombazo, pasó el instrumento hacia el estómago —siempre encontinuo monólogo con su grabadora—, diciéndole estar pasando por la callegástrica, la curvatura mayor, el antro pilórico y el duodeno, dándolevueltas a aquel espagueti gigante, con su cabeza a él adherida comosanguijuela ayunosa, tomándole biopsias aquí y más allá. De improviso, y enun acto de respeto y humana convivencia, díjole el ‘super’ a su desvencijadocliente, brindándole el ocular de su aparato: -“¡Mírese por dentro, quémaravillosa “máquina” que somos los humanos... ¿No le parece?!” NuestroConde, casi que arroja el espagueti, al ver aquella anfractuosa cavidad queentonces se le antojó era asquerosa chinchurria... -“Ahora -le dijo elexclusivista tocándole el sitio—, va a sentir un pesito aquí, en la boca delestómago. Es que tengo que insuflarle más aire para no dejar de ver el‘fundus’ de su estómago, ¡Ahh! ese cofre de sorpresas...”. Y dicho y hecho.Pero aquello fue el colmo. Por el inflamiento, los ojos de Drácula, pornaturaleza, inyectados y amarillentos, ahora parecían dos metras bolondronaspurpurinas, que dispuestas a abandonar sus cuencas, se debatían en tremendopugilato con sus medios anatómicos de sostén, muy fuertes por cierto... Noobstante, se dijo mentalmente y para darse ánimos —aquellos que casi lehabían abandonado-, “Voy circulando por el camino de la verdad asido a unamano diestra, y cualquier sacrificio será poco...” Mientras esto hacía,Tura, meditabundo y en bajo soliloquio se decía, -“¡Nunca he visto mucosadigestiva tan sana como ésta... por cierto doy que este sujeto debe comeralgo muy sano, fresco, natural y definitivamente exento de aditivos ysustancias irritantes!..., pero, entonces, ¿¡de dónde carajo vendrá estamaldita sangre...!?”¿Qué acontecerá al Conde Drácula? ¿Qué nuevas exploraciones le tendráplanificadas el DocTOR TURA a fin de encontrar la ‘tubería’ rota? ¿Ledeparará alivio la tecnología sin concierto al alado demonio o su situacióndará un vuelco inesperado..?El axioma de la melenaespuria o los apuros delConde Drácula...-Tragicomedia en cinco “in-humanos” actos.ACTO IV: EL DEMONTRE ES REDIMIDO POR ‘LA CLÍNICA’...Si el ser humano no hablara, los médicos seríamos simples veterinarios...Cuando un murciélago se enreda en el cabello de una mujer, el hecho —seasegura— es prenuncio de muerte o desastroso noviazgo. Cuando los médicoscontraponemos nuestro tiempo/nuestro beneficio, al tiempo que deberíamosdestinar para una comunicación elucidaria con el paciente, el hecho esheraldo de fiasco, clarinada que avisa de una andanada de injustificadas,inconsideradas e insensatas exploraciones. Los vampiros, insatisfechos consu suerte, suelen frecuentar lugares sagrados, templos e iglesias, para orarpor su salvación. El médico que desatiende su rol y su arte, abandona eltemplo de la sabiduría para transitar los lugares comunes de la ligereza,pereza mental y desamor por el estudio, sin una orientación clínica, tornaráhacia el atajo de la tecnología imponderada, que siendo una creación de lainteligencia humana no puede reemplazar el uso de esa misma inteligencia enla atención primaria del paciente, pues, aunque usted no me crea, mientrasmenos tiempo me tome yo para entender su problema y mientras más exámenes leordene, tenga la convicción de que más lejos de la verdad me encontraré...,porque la correcta interpretación de un examen o procedimiento específicosólo será posible si se correlaciona con los hallazgos de aquello para locual... ¡No hay sustituto!: La historia y el razonamiento clínicos. Y si losresultados de los complementarios estuviesen en contradicción con lasmanifestaciones clínicas... ¡al cesto de la basura con ellos!Hasta este momento, el pobre Conde Drácula ha sido “invadido” repetidasveces por un tecnicismo errático. Su médico tratante, el DocTOR TURA, un‘super-especialista’ avezado en complejas técnicas, ha ignorado a laanamnesis, el arte de hablar y observar a un paciente, indagando sobre suvida y enfermedad, y por tanto no encuentra el motivo de su melena o hecesalquitranadas. Le habíamos dejado con el endoscopio introducido en su tubodigestivo superior, donde nada anormal había encontrado, pero todavía seguíapensando que en algún lugar —tal vez en su imaginación- se encontraba unvaso sanguíneo dejando escapar sangre... Así que, turbado y sin perder lacompostura, retiró el bicho aquel de la ¿humanidad? de un Drácula, yareducido a piltrafa, e ignorando que su entecada figura no originaba sombra,le dijo ceremonioso: -“Ya puede irse, mi querido amigo. Por hoy hemosterminado. No he podido identificar aún el origen del mal que lo acogota,sin embargo, mañana le realizaremos la segunda etapa del plan de estudio quenos hemos propuesto, vale decir, un no invasivo ecosonograma abdominal, unasimple coledocoscopia, eventualmente una laparoscopia, para con esteperiscopio mirarle la barriga del lado adentro con biopsias dirigidas dondefuere menester... ¡Ahh! y una resonancia magnética abdominal, el benjamín dela tecnología, que por cierto ya ha arribado a ésta, su casa, y con el quele veremos sus átomos hidrógeno interactuando con un campo magnético yreconociendo, de una vez por todas, a “ese malandrín llamado melena”... ¡Dépor seguro que desentrañaremos el misterio! Pero ahora, pase por donde misecretaria y bájese de la... ¡Ejem!, quiero decirle por favor, sáldele100.000 bolívares F, por concepto de libre acceso a mis experimentadasmanos, por consumo de compuestos de alta energía por las neuronas de mislóbulos frontales y por el uso/deterioro/depreciación de mi sofisticadoinstrumental japonés de a dólar innombrable...” Drácula, quien noacostumbraba a llevar en su alforja tan abultada suma de dinero, no tuvo másremedio que recurrir a su tarjeta de crédito dorada... ¡Afortunadamente, lasuper-clínica estaba afiliada a ella...! Abandonó el lugar cabizbajo ytodavía turulato por el efecto de las dos pre anestesias que llevaba entrepecho y espalda, pero todavía peor, más aterrado que después de su casualdescubrimiento, allá, en la tapia llamada “de los pujidos”. Mascullando suamargura, pudo oír tras sí la voz de su doctor, que sacudiéndose la caspagritaba: -“¡El que sigue que vaya quitándose los calzones…!”La ciencia médica no había podido hacer nada por él: Moriría como un vulgarmortal con esa enfermedad que tiñe las heces con el color de la noche-pensó-. En el camino se topó con una curvilínea lugareña, para ser másexactos una morena de ojos verdes y caderas insinuantes, quien le hizoojitos y otras carantoñas, que él, tan abatido como estaba, no alcanzó areparar... Y créanme que hasta unas náuseas irrefrenables se apoderaban desu inmundo ser al sólo evocar una femenina figura... ¡Así sería su congojaque hasta había perdido su ancestral apetito...!A su retorno al castillo, ansiosas le esperaban su legión de cloróticasconcubinas, alineadas en estricto orden jerárquico y dispuestas a recibir suchupada de rigor... Pero, qué desconcierto y tristeza todas mostraronal ver tan perturbado a su Amo y Señor, quien inmutable y por primera vez encenturias, pasó directo a su recámara sin siquiera tomar, aquel, suacostumbrado refrigerio de la aurora. Y allí, en las tinieblas, permaneciócasi todo lo que restaba de aquella larga noche, inclinado sobre su siemprefiel sarcófago, con sus huesudas manos hundidas en la desgreñada cabellera,rumiando su inexorable destino... Pero al fin pudo verbalizar la horribleverdad que se atosigaba en su garganta —aún maltratada por la recienteintromisión tecnológica-. La favorita de su afecto, conoció de ella, ésta,por cierto una ¡médica internista! de azules ojos, piel de almendra y suavescontornos, retirada precozmente de la profesión a raíz del fatídico mordiscoque aquél le propinara meses atrás, al oír la escatológica revelación,estalló en sonoras carcajadas. Con voz queda, ‘la clínica’ le tranquilizó yreconfortó diciéndole: — “Entra en tu ataúd y duerme en paz, mi queridoSeñor, mi desadvertido y tan poco inquiridor Amo. ¡No habrá segunda etapa!Tú, al igual que todas nosotras, no sufres de mal alguno. Tú vivirás porsiempre... Y con balsámica prosa concluyó su admonición:— “¡Escrito está con simpleza, que todo aquel qué con sangrese alimente, por ventura qué negro habrá de ensuciar..!”¡Qué transformación tan increíble sufrió aquél abyecto despojo! Tan sólobastaron aquellas económicas y reveladoras palabras para que Drácula, yaalivianado y con el apetito renovado, tomara en ella su merienda y durmieratodo aquel día y hasta la próxima noche, no sin antes pensar con frustracióny desconsuelo: — “¡Otro simple caso de médica ligereza…! ¿Por qué TURA sepeló y por qué no me interpeló previamente, sobre mis exóticas inclinacionesgastronómicas…?” No resulta exagerado el decir que esa noche con el“superespecialista” y su acabado protocolo, fue peor que aquella otra en laque al fin se puso término a su aterrorizante reinado secular, cuándoclaváronle tremendo palo en el centro de su impío corazón, y en la que enconcomitancia, le metieron candela a su lóbrega mansión y a todo cuanto enella se movía...-¿Qué podemos aprender los médico del sórdido caso a melena espuria delConde Drácula?, ¿Podremos oponernos al creciente avance de la tecnologíaempleada sin medida, oportunidad ni concierto..? ¿La moraleja…?El axioma de la melenaespuria o los apuros delConde Drácula...-Tragicomedia en cinco “in-humanos” actos.ACTO V: ¿Moraleja? El error es información positiva...¡Cuántos sinsabores los que pasó el Conde Drácula de manos del docTOR TURA,un galeno sordo y ciego, que le sometiera a abusivas exploraciones de susvías digestivas buscando la causa de su melena espuria o falsa —heces decolor negruzco por contener sangre digerida —, un pseudosíntoma amalgamado asu estilo de vida y extravagante alimentación! A lo largo de cuatro actossufrimos con el señor Conde, los pormenores de sus insólitas revisiones, quede algún modo jocosas, en la realidad posibles... ¿Cuántas veces el enfermocree que el uso del tecnicismo más moderno, en ausencia de una claraverbalización de sus quejas, le ahorrará tiempo, traumas y frustraciones?¿No es muchas veces él, quien le da carta franca al médico para que abuse dela tecnología y de su confianza al decirle: -“¡Hospitalíceme doctor y hágameTODOS los exámenes...!” ¿No es este proceder un “tentar al demonio” en laforma de un resultado artefactual, un valor en la sangre que se sale unpoquito fuera de lo normal y que aunque nada signifique, le aventará como aUlises hacia los mares embravecidos e ignotos de los malos entendidos, demás exámenes y hasta de innecesaria cirugía...? ¿Cuál pues es la moraleja denuestra verídica historia…?El gaznápiro “super-especialista” de marras, en su dilatada experiencia ytecnológica sapiencia, tan seguro como de su arte estaba, que acalló de unsoplido y con su urgente deseo de hacer, lo primero que debía acometer:Aquél inaplazable ritual facultativo, el del amnestésico inquirir sobre elcómo y el qué; sobre el cuándo y el dónde; sobre el por qué y el debido aqué de tan escatológica relación: los antecedentes, riesgos profesionales,gustos alimenticios y muchos otros, que tan sólo la abierta comunicaciónprocura, sin olvidar por supuesto, la corporal revisión, desde el desgreñadocabello hasta los apéndices pedales, de aquél mefistofélico y pestilentepecador... Olvidó —o no lo sabía— que a todo aquel qué vampiro es, la melenaespuria muy de cerca le acompaña, y que al igual que los que se deleitan conmorcillas, o a los hipocondríacos que por pretendida anemia hierro seatapuzan por doquier, las feces de negro se le tiñen... Que menos daño alpellejo y al bolsillo se ha de hacer, si en profunda comunión con el dolido,se le puede comprender y confortar, y que ni la villanía del infame CondeDrácula, ni su sórdido currículum, justificaban de sí ese inmerecidosufrimiento que de manos de un “ducho especialista” se ganara, y del que hoydía podría dar fe en la espeluznante Transilvania, aquella noche ajetreada,nebulosa y fría, en la que al pobre chupador, en meticulosa sucesión, lefueron repetidamente deshonrados, todos sus orificios naturales...El axioma de la melena espuria del Conde Drácula, quiso poner de manifiestoy enfatizar una patología “nostra”, una frecuente dolencia de nosotros, losmédicos, en nuestra relación con el paciente: “la falta-de comunicación”,“el no-saber-escuchar” y la plétora de exámenes irreflexivos que de elloresulta, como un hecho sintomático más, de estos borrascosos tiempos en quevivimos. ¿Será que los profesores mostramos a nuestros alumnos que lavertiente científica del oficio es más importante que el real interés por elpaciente al que solemos dejar de lado? ¿Será que le señalamos con la palabrao con la praxis, que el saber al dedillo la sensibilidad y especificidad detal o cual síntoma, signo o examen complementario se antepone, o es másimportante que el fomento de virtudes tales como la comprensión, compasión,sabiduría, la mesura, sensibilidad social, el arte de saber no hacer nada,o la afirmación de un compromiso con las necesidades primarias del enfermo?Quizás por eso, es que ya el médico no es más visto como alguien que merezcaadmiración y respeto. El doctor Samuel Hellman ha escrito, “El médico hacaído definitivamente de su pedestal...¨ De discusiones con mis colegas ypacientes, estoy convencido de que los médicos ya no somos vistos de maneradiferente a los miembros de otras profesiones.El sentimiento de que la medicina es una vocación superior, se hadesvanecido... Una reciente encuesta norteamericana informó que un 26% delpúblico entrevistado, respetaba menos a sus médicos que diez años atrás;sólo un 14% expresó lo opuesto. Un 29% afirmó que sus médicos les dierontiempo suficiente para expresar sus quejas, y más del 50% pensaban que elmédico de hoy, mostraba menos interés por sus pacientes del que exhibían suscolegas del pasado... Atrapado pues, puede quedar el enfermo, entre la faltade comunicación y el desinterés por una parte, y la forma irreflexiva comose indican las exploraciones complementarias por la otra. ¡De ninguna formapodríamos estar opuestos a una tecnología razonable, razonada y empleada ensu oportunidad!En su libro, The Patient Will See You Now: The Future of Medicine is in YourHands, el cardiólogo e investigador en medicina digital Eric Topol, nombradopor la afamada Revista Forbes, el «libro médico del 2015» y un «libroesencial para todos los interesados en salud», explica el impacto que larevolución digital tendrá en el sector salud, y de acuerdo a él, haciéndolo,entre otras cosas, mucho más democrático y accesible a los pacientes;también habla de ¨la destrucción creativa de la medicina¨; pero cuidado, lasdestrucciones comienzan pero no se saben cuándo acaban y cuánto duran.Aunque no lo he leído, puedo apostar que nada dice del valor más excelso dela medicina, la relación médico-paciente, no al través de un artilugio, sinocara a cara, corazón hablando al corazón…La interpretación de exámenes modernos, complejos y costosos, únicamente esposible, si ellos encajan armoniosamente con los hallazgos de un examenclínico integral, para lo cual, como ya hemos dicho repetidas veces, ¡noexiste sustituto! La historia clínica es EL TODO; la exploración paraclínicao complementaria es tan sólo un momento, una pequeña parte de ese todo, quenada dice, a menos que en simpatía, se articule con ella... Si el examenclínico es inteligente y refinado, tánto más útiles serán los hallazgos delaboratorio. Y es que además, ha de tomarse en cuenta que muchos métodos dediagnósticos no siempre son inocuos, pues algunos tienen potencial paraproducir dolor, secuelas y aún, la muerte. Otros, resultan en onerosogravamen para el enfermo, lo que no siempre es apreciado por el médico entoda su magnitud, particularmente en países como el nuestro, donde laseguridad social es tan sólo un concepto abstracto... Adicionalmente, loshallazgos objetivos que se obtengan, dependerán de múltiples vectores que nosiempre están en equilibrio: Equipos bien calibrados, personal auxiliar bienpreparado, técnicos honestos y escrupulosos, supervisión del procedimientopor médicos de cuerpo presente, y no menos importante, la interpretación delestudio por un profesional capaz, sosegado y enterado. Por último, si elprocedimiento establece la presencia de un proceso patológico definido, noquiere ello decir, que tenga valor clínico alguno para explicar lasmolestias del enfermo; podría ser lo que llamamos un «incidentaloma…» Tal haocurrido en nuestros días con la incorporación de la tomografíacomputarizada o la resonancia magnética cerebrales. Mediante ellas, eldiagnóstico de aracnoidocele selar o síndrome de silla turca vacía, unacondición por demás benigna -con muy escasas excepciones- y que consiste enuna acumulación inocente de líquido en la silla turca de la base craneal,aun cuando suele ser un hallazgo irrelevante, sin significación deenfermedad, ha llevado a innumerables pacientes a una cirugía irreflexiva,inútil, insensata y no siempre inocua...El docTOR TURA con su hacer, nos señala cómo podemos salirnos del caminoreal y tomar los atajos de la sinrazón. El reconocimiento de nuestroserrores, encierra tal vez, las enseñanzas de más valor: Abusamos de lasexploraciones sencillamente porque la historia clínica ha sido insuficiente,porque somos ignorantes o no queremos pensar y esto, es válido para todaslas especialidades médicas. El médico que se hace diestro en su arte, queconfía en la madre clínica y pulimenta sus habilidades y destrezas, será elque menos necesitará del procedimiento complementario; y de requerirlo,tanto más valioso será al conjugarlo a los dictados de su razonamientoclínico... Para leerme pueden seguir estos enlaces o copiarlos en la barra delbuscador: <https://www.tumblr.com/search/rafael+muci+mendoza>https://www.tumblr.com/search/rafael+muci+mendoza <https://www.facebook.com/MuciMendoza> https://www.facebook.com/MuciMendozaLas ilustraciones son de mi hijo Arq. Rafael Guillermo Muci Facchin