Chicago: El encanto de un paisaje hecho por el hombre
La ciudad de los vientos es mucho más que rascacielos. Su vibrante oferta cultural y su capacidad de sorprender en cada esquina hacen que aburrirse parezca imposible
Durante tres días ardió la ciudad. El fuego la consumió tan rápido como le permitieron los potentes vientos que la hacen famosa. Más de 6 km2 de viviendas, locales y fábricas quedaron reducidos a cenizas. Esta tragedia era capaz de desanimar hasta al pueblo más noble, pero para Chicago fue el hito que marcó su renacimiento.
La madera se sustituyó por acero. Los más famosos arquitectos hicieron de esta antigua zona industrial la base de vanguardistas y atrevidos proyectos. Las empresas más importantes la tomaron como sede. Casi 150 años después del incendio, Chicago es conocida como la segunda ciudad más importante de Estados Unidos, con una belleza única caracterizada por la sutileza en la que su paisaje arquitectónico es purificado por las impecables aguas del río Michigan y los parques que aparecen entre el concreto como si siempre hubiesen estado ahí.
Hacia arriba. Es difícil no sentirse intimidado por la magnificencia y la creatividad de la arquitectura. Excéntricas torres curvadas se mezclan con la clásica belleza de edificios de los años veinte y enormes rascacielos cuya punta se pierde de vista.
Vale la pena tomar un tour arquitectónico, en el que un guía simpático narra historias sobre los edificios más famosos. Hay dos formas de hacerlo: la primera es surcando el río Michigan. Los promotores del crucero son fáciles de encontrar porque son los chicaguenses más escandalosos. Se instalan en los puentes para pescar turistas. No se sienta mal si cede ante sus encantos: el recorrido es espléndido, dura 90 minutos y permite observar más de 50 maravillas arquitectónicas.
La segunda forma es en autobús. Hay opciones, pero la más tradicional es la que ofrece la Fundación de Arquitectura de Chicago. En ambos recorridos observará la Trump Tower, una increíble estructura cristalina que ostenta el título del segundo edificio más alto de la urbe, y las gemelas de Marina City, que parecen diseñadas por el creador de la serie animada Los Supersónicos.
Todo esto también puede admirarse a pie. Camine por el famoso “loop” del centro de Chicago, que abarca buena parte de la avenida Michigan hasta llegar al primer puente y baja por la calle Randolph bordeando el río. Eso sí, hay que estar preparado para dolores de cuello al final de la tarde: es imposible dejar de ver hacia arriba.
Una de las mejores experiencias se vive en el Sky Deck, en el piso 103 de la Willis Tower, el rascacielos más alto de Chicago. La vista es impactante. De noche se ve el sinfín de venas luminosas que atraviesan la ciudad, y las luces que decoran las torres vecinas. Y de día los balcones de cristal se roban la atención: el piso transparente da la sensación de estar estar suspendido en el aire. Los automóviles se ven como hormigas bajo los pies.
Verde y gris. El Millenium Park resume la esencia de Chicago: hay de todo. Entre los amplios jardines los visitantes podrán apreciar obras de arte, fuentes, restaurantes y otras atracciones gratuitas, como música en vivo y artistas callejeros.
Destaca el Cloud Gate, mejor conocido como “The Bean”, un gigantesco frijol de acero que pesa 110 toneladas. Genera un efecto de espejo que permite ver el parque y los edificios aledaños desde curiosos ángulos. A pocos metros aguarda el Jay Pritzker Pavillion, un auditorio al aire libre con un diseño moderno y capacidad para 4.000 personas. Cuando no alberga ningún espectáculo, es normal ver a los lugareños almorzando en las gradas.
Si se continúa por la vereda, pasando el auditorio, lo primero que impacta es el puente de BP, una enorme serpiente metálica que conduce desde el parque hacia la bahía, en las orillas del lago Michigan.
Fuera del parque, otro trayecto interesante es el Riverwalk, una caminería que bordea el río, con restaurantes y locales. El paisaje es fabuloso: las aguas azules y limpias adornadas con pequeños jardines y protegidas por enormes rascacielos.
Atractivos para cada quien. Para los deportistas las citas son en el Wrigley Field, el segundo estadio más antiguo de Estados Unidos y hogar de los Chicago Cubs, y el United Center, donde no faltará la foto con la estatua de Michael Jordan.
Los amantes de la música podrán deleitarse en los bares con lo mejor del jazz y el blues. También debe ir al emblemático Teatro de Chicago.
Para los bohemios hay variedad de museos que complacerán las miradas más exigentes. Es vital pasar por el Museo de Ciencia e Industria, y visitar el Museum Campus, que incluye galería, planetario y acuario.
Los más pequeños gozarán en el Navy Pier (muelle), que agrupa atracciones infantiles, el Museo de Niños de Chicago y el teatro IMAX.
Los sibaritas saborearán cocina internacional en muchos restaurantes. Pero no pueden irse sin degustar un tradicional hot dog o las famosas pizzas de casi 10 cm de espesor.
La madera se sustituyó por acero. Los más famosos arquitectos hicieron de esta antigua zona industrial la base de vanguardistas y atrevidos proyectos. Las empresas más importantes la tomaron como sede. Casi 150 años después del incendio, Chicago es conocida como la segunda ciudad más importante de Estados Unidos, con una belleza única caracterizada por la sutileza en la que su paisaje arquitectónico es purificado por las impecables aguas del río Michigan y los parques que aparecen entre el concreto como si siempre hubiesen estado ahí.
Hacia arriba. Es difícil no sentirse intimidado por la magnificencia y la creatividad de la arquitectura. Excéntricas torres curvadas se mezclan con la clásica belleza de edificios de los años veinte y enormes rascacielos cuya punta se pierde de vista.
Vale la pena tomar un tour arquitectónico, en el que un guía simpático narra historias sobre los edificios más famosos. Hay dos formas de hacerlo: la primera es surcando el río Michigan. Los promotores del crucero son fáciles de encontrar porque son los chicaguenses más escandalosos. Se instalan en los puentes para pescar turistas. No se sienta mal si cede ante sus encantos: el recorrido es espléndido, dura 90 minutos y permite observar más de 50 maravillas arquitectónicas.
La segunda forma es en autobús. Hay opciones, pero la más tradicional es la que ofrece la Fundación de Arquitectura de Chicago. En ambos recorridos observará la Trump Tower, una increíble estructura cristalina que ostenta el título del segundo edificio más alto de la urbe, y las gemelas de Marina City, que parecen diseñadas por el creador de la serie animada Los Supersónicos.
Todo esto también puede admirarse a pie. Camine por el famoso “loop” del centro de Chicago, que abarca buena parte de la avenida Michigan hasta llegar al primer puente y baja por la calle Randolph bordeando el río. Eso sí, hay que estar preparado para dolores de cuello al final de la tarde: es imposible dejar de ver hacia arriba.
Una de las mejores experiencias se vive en el Sky Deck, en el piso 103 de la Willis Tower, el rascacielos más alto de Chicago. La vista es impactante. De noche se ve el sinfín de venas luminosas que atraviesan la ciudad, y las luces que decoran las torres vecinas. Y de día los balcones de cristal se roban la atención: el piso transparente da la sensación de estar estar suspendido en el aire. Los automóviles se ven como hormigas bajo los pies.
Verde y gris. El Millenium Park resume la esencia de Chicago: hay de todo. Entre los amplios jardines los visitantes podrán apreciar obras de arte, fuentes, restaurantes y otras atracciones gratuitas, como música en vivo y artistas callejeros.
Destaca el Cloud Gate, mejor conocido como “The Bean”, un gigantesco frijol de acero que pesa 110 toneladas. Genera un efecto de espejo que permite ver el parque y los edificios aledaños desde curiosos ángulos. A pocos metros aguarda el Jay Pritzker Pavillion, un auditorio al aire libre con un diseño moderno y capacidad para 4.000 personas. Cuando no alberga ningún espectáculo, es normal ver a los lugareños almorzando en las gradas.
Si se continúa por la vereda, pasando el auditorio, lo primero que impacta es el puente de BP, una enorme serpiente metálica que conduce desde el parque hacia la bahía, en las orillas del lago Michigan.
Fuera del parque, otro trayecto interesante es el Riverwalk, una caminería que bordea el río, con restaurantes y locales. El paisaje es fabuloso: las aguas azules y limpias adornadas con pequeños jardines y protegidas por enormes rascacielos.
Atractivos para cada quien. Para los deportistas las citas son en el Wrigley Field, el segundo estadio más antiguo de Estados Unidos y hogar de los Chicago Cubs, y el United Center, donde no faltará la foto con la estatua de Michael Jordan.
Los amantes de la música podrán deleitarse en los bares con lo mejor del jazz y el blues. También debe ir al emblemático Teatro de Chicago.
Para los bohemios hay variedad de museos que complacerán las miradas más exigentes. Es vital pasar por el Museo de Ciencia e Industria, y visitar el Museum Campus, que incluye galería, planetario y acuario.
Los más pequeños gozarán en el Navy Pier (muelle), que agrupa atracciones infantiles, el Museo de Niños de Chicago y el teatro IMAX.
Los sibaritas saborearán cocina internacional en muchos restaurantes. Pero no pueden irse sin degustar un tradicional hot dog o las famosas pizzas de casi 10 cm de espesor.
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