Félix Perdomo
Manifiesto
El 23 de octubre inauguró en la Galería de Arte Florida una exposición antológica integrada por más de treinta piezas que rinde homenaje póstumo al artista
A inicios de la década de 1990, luego de concluir sus estudios en el Instituto Universitario Pedagógico de Caracas, presentar La tarea en la Galería Artisnativa (1990) y ganar la Beca del PS1 (1991-1992), Félix Perdomo desarrolla una intensa labor de exploración en torno a los procedimientos pictóricos, sus medios y soportes. Durante ese proceso experimenta con diversos materiales –tela, papel, madera–, a los que somete a toda clase de intervenciones –pisadas, quemaduras, salpicaduras, manchas, chorreados, etcétera– para atacar su investidura tradicional como cosa sagrada y pulcra. No era el único afanado en esta búsqueda, enmarcada en el propósito general de hacer de la pintura una prolongación de la experiencia cotidiana, opuesta –como él decía– “a los prejuicios de la contaminación”.
Por esa época realiza No. 1 Manifiesto gris (1992) y más tarde Manifiesto blanco (1996), basados en la caligrafía infantil y el grafiti, que funcionan como un palimpsesto visual. La aparente torpeza de los trazos, las letras dispersas y en ocasiones ilegibles, los borrones y tachaduras, parecen aludir con ironía al propio arte como asignatura pendiente. En este caso, Perdomo asume la superficie plástica de la misma forma que los infantes encaran el cuaderno o la pizarra; en lugar de “pintar” o “dibujar”, su labor aquí consiste en copiar y corregir la lección como un escolar aplicado, aunque en el fondo su esfuerzo desemboque en un resultado deliberadamente infructuoso.
A estos ejercicios de irreverencia técnica y conceptual se suman otros que ponen en tensión la existencia material de la obra, como ocurre en los objetos de la serie Cascada (1993-1996) y en las intervenciones efímeras (1993) realizadas con fósforos encendidos, que se estructuran precisamente a partir de la traza que va dejando el fuego. La obra es entonces el vestigio testimonial de una acción y no el producto impecable de la aplicación de un procedimiento canónico. Detrás de estos desafíos está el azar como leitmotiv, es decir, la necesidad de abrirle paso a la espontaneidad, de manera que lo imprevisto ingrese al espacio creativo “como la vaina más natural del mundo”, según las propias palabras del autor.
El circo, la calle, el taller y la naturaleza se ubican entre los principales temas de su producción, ámbito dentro del cual conviven lo ínfimo y lo inconmensurable, el humor y la melancolía, lo áspero y lo delicado, lo trascendente y lo cotidiano, lo íntimo y lo público. Desnudos femeninos, equilibristas, siluetas, carros, toros, barcos, nubes, alfombras y, sobre todo, entidades domésticas y herramientas del oficio, conforman un universo ambiguo, altamente subjetivado y de proporciones contradictorias. La estrategia se dirige exactamente hacia lo contrario de la levedad, se inclina hacia la corporización y la autonomía física de algunas de sus indagaciones en los objetos –utensilios, recipientes, mobiliario– y esculturas en metal, que son en realidad extensiones o prolongaciones espaciales de sus pinturas y dibujos.
Perdomo solía manejar varios proyectos simultáneamente, por lo cual es difícil clasificar su producción por etapas. En cada caso hay elementos discursivos, materiales y motivos que se reiteran de modo diferente. Por ejemplo, los tobos, las tazas, las sillas y las figuras aparecen a lo largo de su itinerario creativo en series distintas, unas veces dibujados o pintados y otras como entes autónomos, que pueden convivir en el paisaje, en ambientes interiores o en naturalezas muertas. El recurso del blanco –reminiscencia suprematista y reveroniana– también se presenta con efectos singulares en proposiciones disímiles, aunque siempre inmerso en una reflexión sobre la superficie plástica.
Durante el último lustro de su trayectoria, Perdomo orienta muchos de sus esfuerzos hacia la exploración de los pliegues textiles, factor protagónico de la exposición Las sombras en el espacio (Galería de Arte Florida, Caracas, 2011). Allí retoma aspectos que ya había incluido en sus alfombras de los años noventa, así como en los manteles y cortinas que a menudo aparecían en sus piezas. Se trata, una vez más, de un diálogo con la historia del arte, principalmente con los bodegones e interiores, que en la tradición occidental recrean la idea de vanitas. Los paños de Perdomo, por el contrario, tienden a ser rígidos y atemporales, y se manifiestan como tejidos fosilizados, superposiciones de materia arrugada sobre la tela en tensión.
Durante el último lustro de su trayectoria, Perdomo orienta muchos de sus esfuerzos hacia la exploración de los pliegues textiles, factor protagónico de la exposición Las sombras en el espacio (Galería de Arte Florida, Caracas, 2011). Allí retoma aspectos que ya había incluido en sus alfombras de los años noventa, así como en los manteles y cortinas que a menudo aparecían en sus piezas. Se trata, una vez más, de un diálogo con la historia del arte, principalmente con los bodegones e interiores, que en la tradición occidental recrean la idea de vanitas. Los paños de Perdomo, por el contrario, tienden a ser rígidos y atemporales, y se manifiestan como tejidos fosilizados, superposiciones de materia arrugada sobre la tela en tensión.
Entre septiembre de 2014 y enero de 2015 tuve oportunidad de conversar con el artista en varias ocasiones, a propósito del libro antológico que durante ese tiempo se preparaba sobre su obra. Fueron diálogos serenos, en la atmósfera singular de su taller de la Torre Este de Parque Central, durante los cuales comentó al detalle distintos aspectos de su vida, los orígenes de su trayectoria y los criterios que orientaron su trabajo en cada etapa. Con la jovialidad y elocuencia expresiva que le eran características, fue delineando con palabras llanas y sin rebuscamientos lo que ha constituido siempre su credo artístico. Esas ideas, pensadas y articuladas desde sus propias vivencias, son las que sustentan y acompañan la exposición Manifiesto que como homenaje póstumo organiza en esta ocasión la Galería de Arte Florida. En esas consideraciones el autor pone énfasis en los procesos y principios que definen su relación con el arte y la cotidianeidad, en cuyo marco reflexiona sobre el papel de los objetos, el destino de la pintura y la importancia del dibujo. En ese marco de referencia, la muestra que presentamos reúne más de treinta piezas, entre pinturas, dibujos, propuestas tridimensionales y fotografías, correspondientes a diversos momentos de su itinerario profesional desde mediados de los años ochenta hasta su fallecimiento en 2015. Consciente de esa conexión esencial que se produce entre el arte y la experiencia, en 2014 Félix declaraba: “La justificación filosófica de mi obra es la vida”. (1)
Aforismos
Selección de frases que hace Féliz Perdomo para la exposición Manifiesto
“Vivir de la pintura es sobrevivir”.
“Siempre me ha gustado pintar con lo que haya, cualquier cosa que manche me sirve”.
“La justificación filosófica de mi obra es la vida”.
“Hubo una época en que hasta la habitación de un hotel podía ser un taller: un rato para el amor y otro rato para dibujar. Era algo muy poético”.
“La muerte del arte y de la pintura es pura coba (…). Todos los que negaban la pintura después comenzaron a pintar. Por ello, cuando se dice que la pintura ha muerto, eso es pura paja. Todo hay que justificarlo filosóficamente. Hay que producir pensamiento”.
“Llego a la materia por el trabajo y por información. Me expreso con cualquier cosa que manche para producir un trabajo. Si tuviera dinero, tendría una fábrica. Soy artista y tengo que trabajar con lo que haya. La cosa es hacer. Es una elección, una forma de vida. Cualquier soporte puede ser importante”.
“Trato de sacarle el mayor provecho a la tela, la lavo, la cepillo, la lijo, la maltrato… La acción sobre la tela es importante, porque es una toma de postura contra los prejuicios de la contaminación. Eso no es metafísica”.
“Uno convive con objetos todos los días. Esos objetos son los personajes, los modelos con los que uno trabaja”.
“Pinto bodegones de latas viejas con tierra, aserrín y cola porque no tengo buenos óleos, mucho menos floreros de porcelana… Soy minimalista por las propias circunstancias”.
“Yo quería hacer los dibujos partiendo de los garabatos infantiles, sobre todo las letras y los números. Eso me llevó a hacer La tarea y Los dictados. Eso fue una cosa consensuada, pensada, que consistía en transcribir esos garabatos”.
“Son como las latas Campbell's Soup Can de Andy Warhol. Esas latas han estado conmigo desde hace años. Son latas que consigo vacía y las utilizo para preparar las pinturas. Aquí lo que hay es un casamiento. La lata es el pretexto para hacer superficies pintadas. Para hacer pintura. A partir de aquí verifico este gran espacio en torno a ella. Que dentro del espacio sea capaz de soportarse, de soportar todo esto, de soportarse a sí misma. Son objetos que han marcado mi vida”.
“No soy escultor: hago objetos”.
“Soy nada más pintor. El futuro no existe ni es mi problema. Trabajo para satisfacerme”.
(1) Perdomo, Félix. Conversaciones con Félix Suazo, edificio San Martín, Parque Central, Caracas, 14 de octubre de 2014.
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