Bolívar distorsionado –en 140 caracteres
Historia de una travesura
Quiero confesar que hace unos meses cometí una travesura –y no estoy seguro de sus consecuencias–. En mi descargo debo decir que se trataba de una travesura seria. La fechoría comenzó así: una tarde, pensando sobre el destino de Miranda y Bolívar en nuestra historia –quizá nunca sabremos positivamente si fueron amigos de verdad, si el mantuano terminó traicionando al canario a propósito, si el canario sí se iba a robar el tesoro de la república– encontré una frase de Bolívar –un extraordinario escritor romántico– en una carta a Santander que me gustó mucho por su asombrosa actualidad y por la altísima consciencia de lenguaje: “Yo multiplico las ideas en muy pocas palabras, aunque sin orden ni concierto”. Y, cuando quise compartirla en Facebook y Twitter, me asaltó la pregunta que se transformó en maldad: ¿Y si se la atribuyo a otro? Estaba seguro de que si ponía la referencia verdadera (“carta del general Bolívar al general Santander…”), la cita iba a ser mirada como mínimo con desdén y, probablemente, con odio y rechazo. A mí me llama la atención que se le odie sin saber quién era y qué pensaba de verdad, y deploro que sean las sucesivas imágenes distorsionadas de Bolívar, desde Páez y Guzmán Blanco, hasta Juan Vicente Gómez y Hugo Chávez, pasando –todo hay que decirlo– por la feroz idolatría de un Blanco-Fombona y la ceguera de Marx, las que hagan creer a la gente que “sabe” quién es Bolívar y, por extensión, qué es el bolivarianismo, desafortunada palabra usada por todos para justificar sus ambiciones.
Tras esta fugaz reflexión se me ocurrió atribuirle la frase a alguien más cool para atraerme las simpatías juveniles: David Foster Wallace. Puse en marcha la travesura y esperé tranquilamente a que me desmintieran. Me sentí como Rafael Bolívar Coronado cuando se inventaba libros de Baralt, o de Darío, o de autores inexistentes como Daniel Mendoza. Pero pasaron las horas y mi cita «atribuida» solo recibía megustas y algún comentario halagador (“Ese parece ser el consenso general sobre DFW”). Nadie pareció darse cuenta de la trampa. Pero hay que advertir que Bolívar tiene centenares de cartas. Durante una semana decidí continuar con la travesura. Cada noche escogía una frase del Libertador y se la asignaba a alguien famoso o cool o admirado: Cicerón, Lord Byron, Kant. Y nadie, ni una sola vez, sospechó nada y me delató; solo megustas aprobatorios y retuiteos de entusiastas. Al parecer, además, ningún especialista en Bolívar miró mi cuenta de Twitter ni mi perfil de Facebook, lo que me entristece un poco. (Bueno, en realidad, no).
Estoy seguro, eso sí, de una cosa: si desde el principio hubiera avisado que se trataba del pensamiento de Simón Bolívar en toda su plenitud, habría recibido menos –o ningún– megustas y más bostezos; y quizá me hubiera enzarzado en alguna discusión bizantina a cuenta de que el Libertador es la figura tutelar del chavismo, grupo que tampoco parece haber leído mucho a Bolívar, salvo lo más conocido y militarista: la carta de Jamaica, “si la naturaleza se opone…”, etc. Esta ha sido una travesura bolivarcoronadesca que me ha puesto a pensar: ¿hasta qué punto la historia oficial ha deformado a propósito a Bolívar, a Miranda, a los demás? ¿Cómo recuperar una historiografía que nos permita quitarle santidad a estos héroes y dejarlos pelados y sabios, inteligentes y humanos? ¿Cómo descolonizar nuestro pensamiento para que aceptemos sin complejos que también nosotros reflexionamos? No será, desde luego, despreciándo[los/nos] desde la soberbia que da la ignorancia, ni arrodillados en tumbas y panteones que son macabros altares. Solo leyendo sabremos quiénes somos.
Y aquí, las frases de Bolívar que atribuí a otros, más cool:
“Todos necesitan de algún premio y a muchos se les ha dejado de dar; porque no hay uno que no quiera alguno y por cierto con razón”.
Cicerón, a su hermano Quinto.
“Aprende a amar y no te vayas ni aún con Dios mismo”.
Lord Byron.
“Los idiomas muertos deben estudiarse después de poseer los vivos”.
Immanuel Kant.
“Yo multiplico las ideas en muy pocas palabras, aunque sin orden ni concierto”.
David Foster Wallace.
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