Gabriela Montero: "El país vive un horror"
"El hecho de que yo sea artista no significa que sea indolente a lo que sucede a mi alrededor" "Ya ni siquiera hablo de mi música ... Mi carrera está ahí, la gente puede averiguar"
Ahora compone un concierto para piano y orquesta que estrenará en 2016 (Cortesía Colin Bell)
ÁNGEL RICARDO GÓMEZ , GABRIELA MONTERO , PIANISTA | EL UNIVERSAL
domingo 6 de abril de 2014 11:58 AM
El tono de voz de Gabriela Montero es amable, sereno, pero contundente. No se considera peleona ni fanática. Seria sí es: apenas regala un par de sonrisas durante la conversación vía Skype. Se quiebra cuando responde lo que más extraña de Venezuela... La pianista está en Los Ángeles, acaba de llegar de Calgary, Canadá.
Es difícil sacarla del tema político, aunque aclara, "para mí, ya pasamos esa frontera de hablar de Venezuela y su tragedia como un tema político; es un tema humano".
Para ella, su lucha frontal contra las injusticias que se viven en Venezuela comenzó con su disco Solatino (2010) en cuyo librillo explica: "Usualmente, el muy conocido logo de EMI es rojo y blanco. Notarán que en este álbum, el logo de EMI es blanco y negro. Decidí excluir el color rojo en Solatino, a excepción de la letra 'O', porque en Venezuela, al color rojo le ha sido robada su apasionada belleza y poder, y es ahora asociado a la represión, la furia y el control".
En 2012 estrenaría en Lugano, Suiza, su obra para piano y orquesta ExPatria, para muchos, un manifiesto anti Hugo Chávez. Sin embargo, la artista ha dicho: "ExPatria no es un llamado al odio. Es una súplica al amor".
Luego de eso, ha improvisado con el Himno Nacional en tono menor (Himno moribundo), ha caceroleado con el piano, participó recientemente en un concierto convocado por Carlos Izcaray en Alemania contra el "colapso de la democracia" en Venezuela, en fin, se ha convertido en una voz para un importante sector del país.
-La situación en Venezuela nos ha afectado a muchos de diferentes maneras, evidentemente, a mí también. Yo, como figura pública, he recibido miles de mensajes de venezolanos que han sufrido la violencia (hampa, secuestros), el exilio, el odio, hasta el racismo, desde hace 15 años. Estos mensajes de mi público me han dado la fuerza para ponerme en esta posición tan difícil -gratificante, sí-, pero a veces tan incómoda como es la de ser músico y estar hablando de estos temas.
-¿Quisiera que no fuese así?
-Yo quisiera que Venezuela no estuviera atravesando este horror, por supuesto, sería muchísimo más fácil para mí, con mis conciertos, con mi actividad como concertista y disfrutar de mi tiempo libre que ya no tengo. Pero yo soy una persona empática, que siente. El hecho de que yo sea artista no significa que sea indolente, ciega, sorda y muda, a lo que sucede a mi alrededor, y he visto mucho sufrimiento.
-El maestro José Antonio Abreu y Gustavo Dudamel opinan que la música debe estar alejada de la política. ¿Estaría usted en el extremo opuesto?
-Ellos tendrán sus razones, pero dada la situación, la gravedad de este momento histórico en nuestro país, el hecho de que somos un país secuestrado por un gobierno militar, corrupto, criminal, yo creo que ya no nos podemos dar el lujo de tener esas posiciones tan cómodas como el silencio. Cuando existen violaciones de derechos humanos a diario en tu país, creo que todos, artistas y no artistas, tenemos el deber de ser voceros de la justicia.
-Algunos dirán: "Es fácil protestar desde afuera y no venir directamente". ¿Le han dicho eso? ¿Qué responde?
-Eso no es válido porque hay muchísimos venezolanos en el exterior haciendo y trabajando todos los días por lograr un cambio, por un país que sea realmente equitativo, justo y sea productivo para todos, no solo para unos pocos. El hecho de que uno viva en el exterior simplemente te da la oportunidad de protestar y de ayudar de otra manera. Yo estoy todos los días tratando de ayudar a los venezolanos.
-¿Se inspira en Prokófiev y Shostakóvich, que fueron autores rebeldes y contestatarios?
-Claro. Y lo más interesante es que yo no soy para nada una persona peleona. Es impresionante, pero mi indignación en cuanto a todo lo que viene sucediendo desde hace 15 años en Venezuela es tal que ha nacido en mi una guerrera, una defensora de los derechos humanos, porque he escuchado, he visto y he vivido demasiadas injusticias como para quedarme callada.
-Esta semana su colega Clara Rodríguez ha emitido un comunicado donde se queja de que usted la ataca. ¿Qué tendría que agregar?
-Yo no voy a ahondar en este tema porque creo que no es de mayor importancia. Lo que sí te voy a decir es que cuando una persona, sea quien sea, haga lo que haga, emite tuits a favor de un gobierno criminal y en contra de los manifestantes y estudiantes -muchos de ellos asesinados- y de la labor que están tratando de hacer, cuando tú emites un tuit eso es un mensaje público, y ahí cualquiera tiene el derecho a tener una opinión, y de alguna manera a contrarrestar lo que dices.
-Hablemos de lo musical...
-Estoy tocando como 80 conciertos al año, ya ni siquiera hablo de mi música en las entrevistas. ¿Qué quieres que te diga? Tengo programación hasta el 2016, conciertos con orquestas que adoro, en salas maravillosas, ya no sé ni qué decir, porque lo que me interesa es hablar de lo que realmente importa. Mi carrera está ahí, la gente puede averiguar lo que estoy haciendo. Me parece que tiene muchísima más relevancia hablar de todo un país.
-Para la crítica especializada usted es considerada como la pianista que ha redimensionado la improvisación. ¿Que opina?
-La improvisación es algo que siempre ha sido parte de mi vida, de mi idioma musical, ha sido para mí sumamente grato y satisfactorio ver cómo ha reaccionado el mundo musical a lo que yo hago, las reinvitaciones con las grandes orquestas, las grandes salas y, casualmente, el año pasado, yo grabé con la Orquesta de las Américas, cuya abreviación en inglés es YOA. TocamosExPatria, el Concierto número 2 de Rachmaninov y grabamos improvisaciones mías, de manera que ese tríptico de lo que yo hago (composición, interpretación e improvisación) fuera presentado.
-¿Por qué siente que los grandes maestros compusieron a partir de la improvisación y en algún momento eso se silenció para dar paso a las formas prefabricadas?
-Yo creo que el de la improvisación es un talento distinto al de la composición. Si bien es cierto que a veces van de la mano, también la improvisación es un proceso espontáneo, distinto a la composición. Yo no sé si es una habilidad que no se manifiesta normalmente o si la manera de comportarse el artista en el escenario cambió, no sabría decírtelo, porque siempre ha sido parte de mí, no conozco el otro lado.
-¿Qué es lo que más extraña de Venezuela?
-(Silencio) Lo extraño todo: extraño poder ir a un café en Los Palos Grandes, comerme un cachito de jamón, visitar el Teresa Carreño, y escuchar a mis amigos y colegas tocar, llegar de Maiquetía y ver todas las lucecitas en los cerros. Recuerdo que de niña me parecía un nacimiento en las noches.
-¿Regresaría a Venezuela definitivamente?
-Tendrían que cambiar mucho las cosas y yo soy muy positiva de que van a cambiar. Me gustaría tratar de ayudar en la reconstrucción, aportar más aún, pero primero se tiene que resolver el problema de la violencia, que es inaceptable. Que yo tenga que regresar a mi país con guardaespaldas es totalmente inaceptable.
Es difícil sacarla del tema político, aunque aclara, "para mí, ya pasamos esa frontera de hablar de Venezuela y su tragedia como un tema político; es un tema humano".
Para ella, su lucha frontal contra las injusticias que se viven en Venezuela comenzó con su disco Solatino (2010) en cuyo librillo explica: "Usualmente, el muy conocido logo de EMI es rojo y blanco. Notarán que en este álbum, el logo de EMI es blanco y negro. Decidí excluir el color rojo en Solatino, a excepción de la letra 'O', porque en Venezuela, al color rojo le ha sido robada su apasionada belleza y poder, y es ahora asociado a la represión, la furia y el control".
En 2012 estrenaría en Lugano, Suiza, su obra para piano y orquesta ExPatria, para muchos, un manifiesto anti Hugo Chávez. Sin embargo, la artista ha dicho: "ExPatria no es un llamado al odio. Es una súplica al amor".
Luego de eso, ha improvisado con el Himno Nacional en tono menor (Himno moribundo), ha caceroleado con el piano, participó recientemente en un concierto convocado por Carlos Izcaray en Alemania contra el "colapso de la democracia" en Venezuela, en fin, se ha convertido en una voz para un importante sector del país.
-La situación en Venezuela nos ha afectado a muchos de diferentes maneras, evidentemente, a mí también. Yo, como figura pública, he recibido miles de mensajes de venezolanos que han sufrido la violencia (hampa, secuestros), el exilio, el odio, hasta el racismo, desde hace 15 años. Estos mensajes de mi público me han dado la fuerza para ponerme en esta posición tan difícil -gratificante, sí-, pero a veces tan incómoda como es la de ser músico y estar hablando de estos temas.
-¿Quisiera que no fuese así?
-Yo quisiera que Venezuela no estuviera atravesando este horror, por supuesto, sería muchísimo más fácil para mí, con mis conciertos, con mi actividad como concertista y disfrutar de mi tiempo libre que ya no tengo. Pero yo soy una persona empática, que siente. El hecho de que yo sea artista no significa que sea indolente, ciega, sorda y muda, a lo que sucede a mi alrededor, y he visto mucho sufrimiento.
-El maestro José Antonio Abreu y Gustavo Dudamel opinan que la música debe estar alejada de la política. ¿Estaría usted en el extremo opuesto?
-Ellos tendrán sus razones, pero dada la situación, la gravedad de este momento histórico en nuestro país, el hecho de que somos un país secuestrado por un gobierno militar, corrupto, criminal, yo creo que ya no nos podemos dar el lujo de tener esas posiciones tan cómodas como el silencio. Cuando existen violaciones de derechos humanos a diario en tu país, creo que todos, artistas y no artistas, tenemos el deber de ser voceros de la justicia.
-Algunos dirán: "Es fácil protestar desde afuera y no venir directamente". ¿Le han dicho eso? ¿Qué responde?
-Eso no es válido porque hay muchísimos venezolanos en el exterior haciendo y trabajando todos los días por lograr un cambio, por un país que sea realmente equitativo, justo y sea productivo para todos, no solo para unos pocos. El hecho de que uno viva en el exterior simplemente te da la oportunidad de protestar y de ayudar de otra manera. Yo estoy todos los días tratando de ayudar a los venezolanos.
-¿Se inspira en Prokófiev y Shostakóvich, que fueron autores rebeldes y contestatarios?
-Claro. Y lo más interesante es que yo no soy para nada una persona peleona. Es impresionante, pero mi indignación en cuanto a todo lo que viene sucediendo desde hace 15 años en Venezuela es tal que ha nacido en mi una guerrera, una defensora de los derechos humanos, porque he escuchado, he visto y he vivido demasiadas injusticias como para quedarme callada.
-Esta semana su colega Clara Rodríguez ha emitido un comunicado donde se queja de que usted la ataca. ¿Qué tendría que agregar?
-Yo no voy a ahondar en este tema porque creo que no es de mayor importancia. Lo que sí te voy a decir es que cuando una persona, sea quien sea, haga lo que haga, emite tuits a favor de un gobierno criminal y en contra de los manifestantes y estudiantes -muchos de ellos asesinados- y de la labor que están tratando de hacer, cuando tú emites un tuit eso es un mensaje público, y ahí cualquiera tiene el derecho a tener una opinión, y de alguna manera a contrarrestar lo que dices.
-Hablemos de lo musical...
-Estoy tocando como 80 conciertos al año, ya ni siquiera hablo de mi música en las entrevistas. ¿Qué quieres que te diga? Tengo programación hasta el 2016, conciertos con orquestas que adoro, en salas maravillosas, ya no sé ni qué decir, porque lo que me interesa es hablar de lo que realmente importa. Mi carrera está ahí, la gente puede averiguar lo que estoy haciendo. Me parece que tiene muchísima más relevancia hablar de todo un país.
-Para la crítica especializada usted es considerada como la pianista que ha redimensionado la improvisación. ¿Que opina?
-La improvisación es algo que siempre ha sido parte de mi vida, de mi idioma musical, ha sido para mí sumamente grato y satisfactorio ver cómo ha reaccionado el mundo musical a lo que yo hago, las reinvitaciones con las grandes orquestas, las grandes salas y, casualmente, el año pasado, yo grabé con la Orquesta de las Américas, cuya abreviación en inglés es YOA. TocamosExPatria, el Concierto número 2 de Rachmaninov y grabamos improvisaciones mías, de manera que ese tríptico de lo que yo hago (composición, interpretación e improvisación) fuera presentado.
-¿Por qué siente que los grandes maestros compusieron a partir de la improvisación y en algún momento eso se silenció para dar paso a las formas prefabricadas?
-Yo creo que el de la improvisación es un talento distinto al de la composición. Si bien es cierto que a veces van de la mano, también la improvisación es un proceso espontáneo, distinto a la composición. Yo no sé si es una habilidad que no se manifiesta normalmente o si la manera de comportarse el artista en el escenario cambió, no sabría decírtelo, porque siempre ha sido parte de mí, no conozco el otro lado.
-¿Qué es lo que más extraña de Venezuela?
-(Silencio) Lo extraño todo: extraño poder ir a un café en Los Palos Grandes, comerme un cachito de jamón, visitar el Teresa Carreño, y escuchar a mis amigos y colegas tocar, llegar de Maiquetía y ver todas las lucecitas en los cerros. Recuerdo que de niña me parecía un nacimiento en las noches.
-¿Regresaría a Venezuela definitivamente?
-Tendrían que cambiar mucho las cosas y yo soy muy positiva de que van a cambiar. Me gustaría tratar de ayudar en la reconstrucción, aportar más aún, pero primero se tiene que resolver el problema de la violencia, que es inaceptable. Que yo tenga que regresar a mi país con guardaespaldas es totalmente inaceptable.
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