Elogio de la salud...
Vivimos el abuso continuado al derecho de obtener atención oportuna y eficaz
RAFAEL MUCI-MENDOZA | EL UNIVERSAL
domingo 4 de mayo de 2014 12:00 AM
En su constitución (1948), la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como "un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad o dolencia"; se ha sugerido el añadido de, "y en armonía o interacción dinámica con el medio que lo rodea". La flamante Constitución nuestra no es más que una triste entelequia, también muy enferma, abusada y violada como chica de pueblo. En sus artículos 83, 84 y 85, consagra el "inalcanzable" derecho a la salud, que más debía ser a su protección y atención, sigue ausente en tiempos rojos de dolor y frío. Los médicos de hospital y ahora en nuestra práctica privada, vivimos el abuso continuado al derecho de obtener atención oportuna y eficaz.
Me sorprendió, no la esperaba; sin lágrimas porque ya no las tenía; sin ningún recato y frente a otros pacientes, me muestra una llaga en la areola mamaria: un cráter, seis meses de espera por cirugía mientras el mal se come la carne. El otro en muletas, media pierna amputada: "doc tor no hay insulina". Me quedé ciego mientras estaba hospitalizado, no me operaron un tumor de hipófisis, dice el otro. ¿Qué médico preparado para resolver puede contra esta marea roja de indolencia, ineficiencia y corrupción? Me siento impuro, me siento enfermo de cáncer, de gangrena y de ceguera, mientras ellos empalagados de poder...
Pero resulta que el país, cuerpo vivo, también enferma... su salud depende de un intrincado andamiaje que incluye, derechos, justicia, equidad, igualdad, empatía y por qué no, de patriotismo. Nunca nos sentimos más avergonzados...
Vemos, sentimos el doble sufrimiento de nuestros enfermos: el infligido por la enfermedad que en mala hora les tocó y el provocado por un gobierno que mira más hacia Cuba que a la desgracia humana.
rafaelmuci@gmail.com
Me sorprendió, no la esperaba; sin lágrimas porque ya no las tenía; sin ningún recato y frente a otros pacientes, me muestra una llaga en la areola mamaria: un cráter, seis meses de espera por cirugía mientras el mal se come la carne. El otro en muletas, media pierna amputada: "doc tor no hay insulina". Me quedé ciego mientras estaba hospitalizado, no me operaron un tumor de hipófisis, dice el otro. ¿Qué médico preparado para resolver puede contra esta marea roja de indolencia, ineficiencia y corrupción? Me siento impuro, me siento enfermo de cáncer, de gangrena y de ceguera, mientras ellos empalagados de poder...
Pero resulta que el país, cuerpo vivo, también enferma... su salud depende de un intrincado andamiaje que incluye, derechos, justicia, equidad, igualdad, empatía y por qué no, de patriotismo. Nunca nos sentimos más avergonzados...
Vemos, sentimos el doble sufrimiento de nuestros enfermos: el infligido por la enfermedad que en mala hora les tocó y el provocado por un gobierno que mira más hacia Cuba que a la desgracia humana.
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