A Cora Páez de Topel Capriles

A Cora Páez de Topel Capriles
A Cora Páez de Topel Capriles, gran amiga de Aziz Muci-Mendoza, él le recordaba al compositor de mediana edad Gustav von Aschenbach, protagonista de la película franco-italiana "Muerte en Venecia" (título original: Morte a Venezia) realizada en 1971 y dirigida por Luchino Visconti. Adaptación de la novela corta del mismo nombre del escritor alemán Thomas Mann.Se trata de una disquisición estético-filosófica sobre la pérdida de la juventud y la vida, encarnadas en el personaje de Tadzio, y el final de una era representada en la figura del protagonista.

jueves, 27 de julio de 2017

A propósito de “¡Tan lejos, tan cerca!” Una mirada comparativa a aspectos análogos entre el filme de Win Wenders y la realidad venezolana actual

La Paciencia: A propósito de “¡Tan lejos, tan cerca!”

Una mirada comparativa a aspectos análogos entre el filme de Win Wenders y la realidad venezolana actual
Win Wenders
 ¡Tan lejos, tan cerca! 


Por JOSÉ ANTONIO PARRA @PARRAA23
24 DE JULIO DE 2017 02:10 AM | ACTUALIZADO EL 24 DE JULIO DE 2017 02:16 AM
Días atrás hablando con mi amiga Lola Jaramillo, una connotada profesional de la salud que se ha involucrado, como muchísimos ciudadanos, en las diversas actividades que realizamos en Venezuela en pos de la libertad, ella me comentaba de lo esperanzador que había resultado un discurso del joven diputado, Miguel Pizarro. El mismo había sido dado a los vecinos de Macaracuay en la asamblea local de la noche anterior. Nuestra conversación continuó de modo azaroso hacia diversos tópicos y eventualmente ella me hizo mención, hablando de algo completamente diferente, de los diversos arcángeles que forman parte de la iconografía judeocristiana. Justo en ese punto le recomendé una película de Win Wenders que me marcó mucho hace ya más de dos de décadas, ¡Tan lejos, tan cerca! (1993).
A primera vista, la conexión entre el diputado Pizarro y el filme de Win Wenders podría ser, por decir lo menos, acrobática. No obstante, contextualicémonos primero al largometraje para observar que la comparación no es tan descabellada. Esta película es una secuela de El cielo sobre Berlín (1987) –también conocida como Las alas del deseo–. En la primera entrega, el ángel Damiel (Bruno Ganz) desea venir al mundo de la temporalidad para experimentar cómo los seres humanos vivencian el deseo. En el caso de ¡Tan lejos, tan cerca! se trata de la experiencia del ángel Cassiel (Otto Sander) que desea saber cómo los humanos viven la sensorialidad y la percepción en general. Teniendo ese artificio como punto de partida, Cassiel se ve inmerso en una complicada trama junto a otros “seres humanos” que también tienen un origen angélico, a pesar de que el tiempo les “adormece” en el devenir y les hace olvidar su origen pleno de luz. La trama en cuestión tiene que ver con la desarticulación de una red criminal que se aglutina en torno al mafioso Tony Baker (Horst Buchholz), quien incluso posee un perro de nombre Gadafi. A todo lo largo de la trama se plantea la lucha de seres humanos con origen angélico que deben evitar el triunfo del crimen y del mal en general que se focaliza alrededor de la red de Baker. Entre los ángeles luminosos está Raphaella (Nastassja Kinski), quien es la fiel compañera de Cassiel y además le susurra desde el mundo de lo atemporal luego de que el ángel cayera en el mundo fenoménico al tratar de salvar  a una niña que resbala desde el balcón de su departamento. Ya convertido en humano, Cassiel tiene un doble propósito, uno inicialmente desconocido para él que es la desarticulación de la red criminal y el otro, el pretexto de experimentar la percepción humana.
Comentaba al comienzo del texto que no era tan descabellada la relación entre esta película y los jóvenes diputados, así como la situación venezolana en general, y en efecto no lo es. Hoy en día Venezuela está sometida por una banda de pillos que bien podrían ser los secuaces de Tony Baker, incluido su perro Gadafi. Y más que eso, hay una joven generación de políticos que traen un mensaje diferente, un mensaje pleno de civismo y ciudadanía; ello es ver la encarnación de las facetas más luminosas del espíritu de lo humano, análogo a lo que plantea Wenders cuando sus personajes angélicos actúan movidos por una suerte de “voz secreta”, que no es otra cosa que las manifestaciones del amor atemporal en el mundo temporal. Ultimadamente, los ángeles de Wenders son solo los mensajeros. Incluso, en la película, el propio Baker termina plegándose a la luz y saliendo de la dimensión infernal. Adicionalmente,  en el filme hay una escena donde el ángel Cassiel convulsiona en una sala de exposiciones al recordar, en una suerte de perspectiva estereoscópica, a jerarcas del nazismo de la Segunda Guerra Mundial que atendían años atrás una exposición ahí mismo. Aquí es explícita la forma como lo “luminoso” desaparece cuando una sociedad cae presa de sistemas totalitarios.
De igual modo, uno de  los aspectos que otorgan mayor densidad a la trama de ¡Tan lejos, tan cerca! reside en el personaje interpretado por Willem Dafoe, Emit Flesti, que si se lee al revés no es otro que Time Itself (“El tiempo mismo” en inglés). Ese personaje está más allá del bien y del mal y permanentemente pone trampas a Cassiel para distraerlo de su propósito, incluyendo aspectos relativos a las adicciones. Emit Flesti (re)presenta, sin lugar a dudas, a los rigores del tiempo. No obstante que ultimadamente sea este un punto necesario para el logro de cualquier cambio en la experiencia humana.
Esta película tuvo un reparto fabuloso, que incluyó a Lou Reed, a Peter Falk y al mismo Mikhail Gorbachev, que de acuerdo a la perspectiva planteada por Wenders llevó a efecto la Perestroika y la “glásnost” movido por una voz angélica. Sea pues este un momento oportuno para prestar atención y ver cómo se manifiesta la luz en cada uno de nosotros y en el otro. En el caso de ¡Tan

No hay comentarios:

Publicar un comentario