¨Yo no he visto que naide que se haiga muerto, haiga vivío
otra vé¨.
González, [Provisiones, Cuba 1975].
¡Qué curioso…! Cuando ya era un provecto de 83 años escribimos el jueves 21
de noviembre de 1974 en el diario El Nacional sobre su estado crítico; ahora
cuando cuenta 129 años, es comidilla de La Patilla: ¡Similar enunciado 43
años más tarde…! y se dice así, como si nada hubiera pasado, como en efecto
ha sido…
Desluce paradójico que un ente agonizante por tantos años se resista a
morir y más aún que haya continuado dado frutos hasta hace pocos días a una
sociedad que le ha olvidado; no solo el Estado indigno, sino sus pacientes,
también tantos estudiantes de medicina y médicos que nos beneficiamos de su
pobre clientela para aprender, sin antes haber aprendido el significado de
agradecimiento, empatía y retribución.
Por ello me enerva cuando algunos deudores de sus favores me preguntan
mirándome desde arriba del hombro… Y, ¿cómo está el Vargas…? ¿todavía
pierdes tu tiempo yendo por allá…? ¿Cómo quieres que esté les respondo...?
Ya sus lacras no protruyen tanto porque esa institución señera de la
medicina nacional ya no está sola, sino que es acompañada sin distingos por
todos los hospitales públicos y hasta las clínicas privadas; aquellos ya en
proceso de descomposición cadavérica, y estas paupérrimas, en estado de
extremaunción donde hasta ha desaparecido el poder curativo de la esperanza
y la presencia del médico porque se han marchado de tanto no hacer nada
eficaz o por el derecho y la obligación de llevarse sus hijos a tierras
lejanas donde se respeten la vida, la inteligencia y el derecho al progreso
y el crecimiento...
¿Cómo es capaz de encontrarse agónico y de morirse tantas veces un
hospital…? Con sobrada justicia se ha aceptado que la salud no da votos, y
por ello, la única explicación radica por una parte, en la mala memoria de
los venezolanos y por la otra el efecto de la máxima perrada: el indecente
olvido a nuestros viejos y jubilados ya sean humanos o materiales.
Razonamiento: total, pronto se van a morir y no vale la pena gastar pólvora
en zamuro, y en razón de que la ganancia de los caimanes rojos si se
propusiera una nueva remodelación o puesta al día hospitalaria es apenas una
concha de maní, es por lo que más vale que nos empatemos en los negocios
lucrativos de las plantas eléctricas, los bombillos chinos, el eje minero,
las construcciones fantasmas de Odebrech, o los infames Clap, porque este
despeñadero moral y económico nos ha llevado al florecimiento de los más
bajos instintos…
Tantas veces vemos cómo la lengua es el castigo del cuerpo cuando de
mentirosos e insinceros se trata, especialmente cuando al que hay que atacar
está en la acera de enfrente y no de la nuestra donde todo es limpio y
perfecto…
¨El país está en calma mientras el sistema de seguridad social se
desmorona, los hospitales colapsan y la gente se desespera
buscando atención médica¨.
José Vicente Rangel. Los hechos y los días. 10.08.1997.
González, [Provisiones, Cuba 1975].
¡Qué curioso…! Cuando ya era un provecto de 83 años escribimos el jueves 21
de noviembre de 1974 en el diario El Nacional sobre su estado crítico; ahora
cuando cuenta 129 años, es comidilla de La Patilla: ¡Similar enunciado 43
años más tarde…! y se dice así, como si nada hubiera pasado, como en efecto
ha sido…
Desluce paradójico que un ente agonizante por tantos años se resista a
morir y más aún que haya continuado dado frutos hasta hace pocos días a una
sociedad que le ha olvidado; no solo el Estado indigno, sino sus pacientes,
también tantos estudiantes de medicina y médicos que nos beneficiamos de su
pobre clientela para aprender, sin antes haber aprendido el significado de
agradecimiento, empatía y retribución.
Por ello me enerva cuando algunos deudores de sus favores me preguntan
mirándome desde arriba del hombro… Y, ¿cómo está el Vargas…? ¿todavía
pierdes tu tiempo yendo por allá…? ¿Cómo quieres que esté les respondo...?
Ya sus lacras no protruyen tanto porque esa institución señera de la
medicina nacional ya no está sola, sino que es acompañada sin distingos por
todos los hospitales públicos y hasta las clínicas privadas; aquellos ya en
proceso de descomposición cadavérica, y estas paupérrimas, en estado de
extremaunción donde hasta ha desaparecido el poder curativo de la esperanza
y la presencia del médico porque se han marchado de tanto no hacer nada
eficaz o por el derecho y la obligación de llevarse sus hijos a tierras
lejanas donde se respeten la vida, la inteligencia y el derecho al progreso
y el crecimiento...
¿Cómo es capaz de encontrarse agónico y de morirse tantas veces un
hospital…? Con sobrada justicia se ha aceptado que la salud no da votos, y
por ello, la única explicación radica por una parte, en la mala memoria de
los venezolanos y por la otra el efecto de la máxima perrada: el indecente
olvido a nuestros viejos y jubilados ya sean humanos o materiales.
Razonamiento: total, pronto se van a morir y no vale la pena gastar pólvora
en zamuro, y en razón de que la ganancia de los caimanes rojos si se
propusiera una nueva remodelación o puesta al día hospitalaria es apenas una
concha de maní, es por lo que más vale que nos empatemos en los negocios
lucrativos de las plantas eléctricas, los bombillos chinos, el eje minero,
las construcciones fantasmas de Odebrech, o los infames Clap, porque este
despeñadero moral y económico nos ha llevado al florecimiento de los más
bajos instintos…
Tantas veces vemos cómo la lengua es el castigo del cuerpo cuando de
mentirosos e insinceros se trata, especialmente cuando al que hay que atacar
está en la acera de enfrente y no de la nuestra donde todo es limpio y
perfecto…
¨El país está en calma mientras el sistema de seguridad social se
desmorona, los hospitales colapsan y la gente se desespera
buscando atención médica¨.
José Vicente Rangel. Los hechos y los días. 10.08.1997.
¿Hasta dónde se puede desmoronar más sin alimentos, con medicinas vencidas
y sin registro sanitario procedentes de Cuba o India a precios de coltán o
uranio que es lo mismo que no tomar nada. Perdón, creo haber cometido un
error, estas medicinas tienen efectos colaterales perniciosos no conocidos
por los médicos cuando empleábamos drogas de laboratorios serios y no estos
otros de malintencionados alquimistas de pacotilla –léase cubanos-.
Leemos en la Biografía del Hospital Vargas (1961) del doctor Oscar Beaujon
Graterol (1914-1990), en su capítulo VIII, ¨Las dificultades se anuncian¨:
[Los hospitales nacen, crecen y mueren como los hombres. Indefensos al
principio, llenos de fallas en su infancia y titubeantes en sus primeras
andanzas, captan de los hombres su dinamismo, su fisonomía, sus maneras de
actuar y pensar, su esencia de ser útiles y se prolongan en el tiempo mucho
más que los hombres. Por los corredores del Hospital Vargas pasean
satisfechos los espíritus ambulantes de sus primeros ductores, y en la
historia se registran recuerdos imperecederos de los hechos y esfuerzos de
los hombres que vistieron su cuerpo, y de la mano lo llevaron, por el largo
camino de la Asistencia Pública].
Mezclando lo inmiscible y confundiendo lo inconfundible...
Si comparáramos el insulto cerebral agudo en un ser humano con un cuadro
degenerativo del corazón o cerebro con aquel que regula un ente físico,
podemos asumir que el estado marasmático del Vargas se trata de un estado
vegetativo permanente donde existe un estado donde una resonancia magnética
funcional (RMf) mostraría oquedad donde debería materia noble cerebral en
cuyo, lo que significa que se encuentra ¨ funcionalmente decapitado ¨… Por
supuesto que siempre hay un flamante director de hospital, dúctil y
adaptativo, cuya función es sentarse a ver el paso del muerto, vale decir,
pagado para que no dirija ni cambie nada so pena de ser considerado ¨enemigo
de la revolución¨, despedido ipso facto y lanzado a la jauría…
Volvamos al ser humano, luego de un accidente cerebrovascular agudo (ACV),
algunos pacientes se recuperan bien, pero otros no se recobran de inmediato
sino que pasan a un estado vegetativo o situación en la cual el cerebro (la
parte del encéfalo que controla el pensamiento y el comportamiento) no
funciona, pero el hipotálamo y el tronco o tallo cerebral (las partes que
rigen las funciones vitales, como los ciclos de sueño, la temperatura
corporal, la respiración, la presión arterial y la frecuencia cardíaca)
siguen funcionando. Por lo tanto, una persona en estado vegetativo puede
abrir los ojos pero por lo demás, no responde a la estimulación de manera
significativa, no puede hablar y no tiene conciencia de sí mismo o de su
entorno. Lo hemos resumido en la diapositiva que sigue…
Desde esta situación el sujeto puede reganar la conciencia dentro del
primer mes de la injuria; si no lo hace después de ese tiempo, se le llama
estado vegetativo persistente y las posibilidades de recuperación disminuyen
en la medida que más tiempo pasa. Si el enfermo no muestra signos de
conciencia en un período de un año después de un evento traumático o tres
meses después de una lesión vascular o producida por hipoxia o falta de
oxígeno, las oportunidades de recuperarse se aproximan a cero y entonces la
situación es llamada estado vegetativo permanente. En muy raros pacientes
existe recuperación luego de este tiempo.
MI querido Hospital Vargas por infortunio se encuentra en esta difícil
situación. Ahora bien, imaginemos que la medicina progrese tanto en los
próximos decenios que el cerebro de los enfermos con estado vegetativo
permanente puedan ser manipulados y puestos de nuevo a funcionar con
procedimientos de salvamiento como empleo de células madre, de esas llamadas
mesenquimales primitivas que son multipotenciales o capaces de transformarse
en otras células; tienen morfología de fibroblastos y se originan a partir
de una capa germinal llamada mesodérmica, que tienen la capacidad de
diferenciarse en diversos tipos de células, incluyendo neuronas (células
nerviosas), osteocitos (células óseas), condrocitos (células del cartílago),
adipocitos (células grasas), y otros nombres complicados... Se
reconstituiría el cerebro, volvería a la vida con nuevo equipamiento…
Entonces volvería a existir y funcionar con ímpetu de primavera pero quizá
yo ya no esté allí para verlo: se encontraría con médicos de buena voluntad
y preparados para el nuevo desafío, dispuestos a rehacer lo destruido y a
recuperar el tiempo perdido, a enseñar a jóvenes estudiantes cómo hacer una
buena medicina donde se respete al semejante y se le trate con ciencia con
conciencia, volvería la seguridad al área roja donde se encuentra, se
reavivarían los posgrados e inclusive volverían fellows de otros países, y
el sabio Vargas en su mutismo centenario mostraría una sonrisa de
satisfacción…
PS: Por cierto, el Hospital Vargas, NO se llama Hospital José María Vargas,
solo VARGAS, a secas…
y sin registro sanitario procedentes de Cuba o India a precios de coltán o
uranio que es lo mismo que no tomar nada. Perdón, creo haber cometido un
error, estas medicinas tienen efectos colaterales perniciosos no conocidos
por los médicos cuando empleábamos drogas de laboratorios serios y no estos
otros de malintencionados alquimistas de pacotilla –léase cubanos-.
Leemos en la Biografía del Hospital Vargas (1961) del doctor Oscar Beaujon
Graterol (1914-1990), en su capítulo VIII, ¨Las dificultades se anuncian¨:
[Los hospitales nacen, crecen y mueren como los hombres. Indefensos al
principio, llenos de fallas en su infancia y titubeantes en sus primeras
andanzas, captan de los hombres su dinamismo, su fisonomía, sus maneras de
actuar y pensar, su esencia de ser útiles y se prolongan en el tiempo mucho
más que los hombres. Por los corredores del Hospital Vargas pasean
satisfechos los espíritus ambulantes de sus primeros ductores, y en la
historia se registran recuerdos imperecederos de los hechos y esfuerzos de
los hombres que vistieron su cuerpo, y de la mano lo llevaron, por el largo
camino de la Asistencia Pública].
Mezclando lo inmiscible y confundiendo lo inconfundible...
Si comparáramos el insulto cerebral agudo en un ser humano con un cuadro
degenerativo del corazón o cerebro con aquel que regula un ente físico,
podemos asumir que el estado marasmático del Vargas se trata de un estado
vegetativo permanente donde existe un estado donde una resonancia magnética
funcional (RMf) mostraría oquedad donde debería materia noble cerebral en
cuyo, lo que significa que se encuentra ¨ funcionalmente decapitado ¨… Por
supuesto que siempre hay un flamante director de hospital, dúctil y
adaptativo, cuya función es sentarse a ver el paso del muerto, vale decir,
pagado para que no dirija ni cambie nada so pena de ser considerado ¨enemigo
de la revolución¨, despedido ipso facto y lanzado a la jauría…
Volvamos al ser humano, luego de un accidente cerebrovascular agudo (ACV),
algunos pacientes se recuperan bien, pero otros no se recobran de inmediato
sino que pasan a un estado vegetativo o situación en la cual el cerebro (la
parte del encéfalo que controla el pensamiento y el comportamiento) no
funciona, pero el hipotálamo y el tronco o tallo cerebral (las partes que
rigen las funciones vitales, como los ciclos de sueño, la temperatura
corporal, la respiración, la presión arterial y la frecuencia cardíaca)
siguen funcionando. Por lo tanto, una persona en estado vegetativo puede
abrir los ojos pero por lo demás, no responde a la estimulación de manera
significativa, no puede hablar y no tiene conciencia de sí mismo o de su
entorno. Lo hemos resumido en la diapositiva que sigue…
Desde esta situación el sujeto puede reganar la conciencia dentro del
primer mes de la injuria; si no lo hace después de ese tiempo, se le llama
estado vegetativo persistente y las posibilidades de recuperación disminuyen
en la medida que más tiempo pasa. Si el enfermo no muestra signos de
conciencia en un período de un año después de un evento traumático o tres
meses después de una lesión vascular o producida por hipoxia o falta de
oxígeno, las oportunidades de recuperarse se aproximan a cero y entonces la
situación es llamada estado vegetativo permanente. En muy raros pacientes
existe recuperación luego de este tiempo.
MI querido Hospital Vargas por infortunio se encuentra en esta difícil
situación. Ahora bien, imaginemos que la medicina progrese tanto en los
próximos decenios que el cerebro de los enfermos con estado vegetativo
permanente puedan ser manipulados y puestos de nuevo a funcionar con
procedimientos de salvamiento como empleo de células madre, de esas llamadas
mesenquimales primitivas que son multipotenciales o capaces de transformarse
en otras células; tienen morfología de fibroblastos y se originan a partir
de una capa germinal llamada mesodérmica, que tienen la capacidad de
diferenciarse en diversos tipos de células, incluyendo neuronas (células
nerviosas), osteocitos (células óseas), condrocitos (células del cartílago),
adipocitos (células grasas), y otros nombres complicados... Se
reconstituiría el cerebro, volvería a la vida con nuevo equipamiento…
Entonces volvería a existir y funcionar con ímpetu de primavera pero quizá
yo ya no esté allí para verlo: se encontraría con médicos de buena voluntad
y preparados para el nuevo desafío, dispuestos a rehacer lo destruido y a
recuperar el tiempo perdido, a enseñar a jóvenes estudiantes cómo hacer una
buena medicina donde se respete al semejante y se le trate con ciencia con
conciencia, volvería la seguridad al área roja donde se encuentra, se
reavivarían los posgrados e inclusive volverían fellows de otros países, y
el sabio Vargas en su mutismo centenario mostraría una sonrisa de
satisfacción…
PS: Por cierto, el Hospital Vargas, NO se llama Hospital José María Vargas,
solo VARGAS, a secas…
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